Llenamos toda nuestra vida de seguridades. Nos pasamos gran parte de nuestro tiempo buscando como vivir más seguro, y recibiendo ofertas de como asegurar mejor y más nuestros bienes e incluso la vida. Y por mucho que nos esforcemos en eso, nada conseguiremos, porque experimentamos que todo será destruido tarde o temprano.
La vida es nuestro mayor valor, y con nada la podremos asegurar. Se nos irá de las manos porque no es nuestra. La hemos recibido como regalo y volverá a su Creador al final de nuestro tiempo o de todos los tiempos. Por eso, en la Palabra de hoy, el Señor nos advierte que todo quedará destruido hasta el punto que no quedará piedra sobre piedra.
Pidámosle al Señor que nos dé la sabiduría de utilizar los medios que la vida pone a nuestro alcance simplemente como medios, pero nunca como fin. Pidámosle permanecer en su Palabra y confiar en su venida sin hacer caso a todos aquellos signos que tratarán de engañarnos y confundirnos.
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