Supongo que todos hacemos nuestros propios planes. Planes que siempre irán de acuerdo con nuestros gustos, intereses y deseos. Pero advertimos que muchas veces mis deseos chocan con los deseos de otros hasta el punto de perjudicarles o, al menos, no beneficiarles. Y muchas veces esos perjudicados están muy cerca de nosotros, en nuestra familia o círculo de amigos.
Sin embargo, esos obstáculos no son suficientes para parar mis ansías de satisfacerme y de gozar de mi vida. Tampoco me paran los de Dios, porque cuando no tomo en cuenta a los próximos a mí, tampoco estoy tomando los deseos de la Voluntad de Dios. Pero, peor aun cuando descubro que no me es fácil escapar de esas apetencias y egoísmos. Me cuesta renunciar a ellos, aun sabiendo que no los debo satisfacer porque perjudico a otros, y en ellos a Dios.
San José experimentó lo mismo y decidió repudiar a María. Sin embargo, no lo hizo porque escuchó tu deseo y supo entender y realizar tu Voluntad: "Aceptarla y ser el padre adoptivo de Jesús". ¿Cúal es mi misión Señor? En eso pongo todos mis esfuerzos en lo que me queda de vida, pero no sé si voy por buen camino o, yendo por él, me quedo a medio gas y no lo doy todo como a Ti te gusta.
Necesito escucharlo y saberlo como San José, pero no termino por concretarlo. Hay muchas voces y propósitos, pero todo se diluye y se queda en nada. Seguro que soy yo el culpable y no escucho con debida atención tu respuesta. No obstante, Señor, continúo tu camino, no el mío, porque por el mío me pierdo y no llego a ningún lugar. Y eso quiero pedirte hoy con más fuerza que nunca.
Revélame Señor dónde tengo que llegar y qué debo hacer. Y dame la luz y la fuerzas para hacerlo. Quizás esté ya en él, en ese caso, dame la paz y la tranquilidad de saberme en tus Manos. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario