Aléjame Señor de la tentación de sentirme buen hijo, porque no lo soy. Dame la sabiduría de descubrir mi arrogancia, mi egoísmo y mis derechos a recibir tu herencia. Líbrame de atreverme a juzgar a mi hermano y condenar sus actos y su vida, y lléname de tu Amor para encontrar en mi corazón el deseo de perdón y de acogida a sus errores y egoísmos.
Inúndame de humildad y de fortaleza para afrontar y reconocerme pecador y necesitado de tu perdón. Dame conciencia de saberme privilegiado por tantos dones y bienes recibidos y dame también generosidad para despojarme y compartir con los hermanos más necesitados.
Ante tanto Amor, Padre, me quedo sin respuesta y experimento miedo de no responder. Me vencen mis egoísmos y no me siento digno de estar a tu lado ni de entrar en tu Casa. El regreso se me hace cuesta arriba y mis fuerzas desfallecen. Dame la paciencia y el valor de abandonarme en tus Manos y dejarme conducir por tu Espíritu. Sé que no puedo, pero confío en tu Gracia y en tu Misericordia.
Enciende mi corazón y llénalo de amor para que el camino de regreso a tu Casa sea movido por verdadero amor más que por intereses egoístas y necesidades, pues aunque no hubiese cielo te quisiera.
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