Gracias Señor por la luz de mis ojos, porque con ella veo todas las maravillas que has creado para gozo y recreo del hombre. Pero no me basta esta sola visión. Necesito otra clase de vista más importante Señor. Necesito la vista de la fe. Es esa la más importante y la que realmente salva.
Tú, Señor, has venido a iluminar nuestras vidas y a darnos la luz de la fe que nos alumbre . Y yo, Señor, te pido hoy esa luz en nombre de todos los hombres. De los que quieren ver y te buscan y de los que permanecen ciegos y rechazan ignorantemente tu luz. Porque Tú Señor eres la Luz de este mundo alocado que, alejado de Ti, se derrumba por el abismo del sin sentido y la perdición.
Toca mis ojos Señor y úntalos con tu sagrada saliva amasada con el barro entre tus Manos para que vean. Para que vean la verdadera Luz de tu Divinidad, de tu Inmenso Amor que nos busca y nos salva. Despierta en mí la mirada que traspasa lo que ve delante y trasciende hasta Ti, porque temo quedarme deslumbrado por las finitas y caducas cosas de este mundo que, en su aparente brillo, me confundan y me pierdan.
Señor, tómame en tus Manos y dame la Luz para que vea, porque yo quiero recibir esa Luz que Tú has venido a traer a este mundo. Amén.
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