Se me nubla la mente y todo se hace oscuridad. Me fallan mis fuerzas y mis dudas se transforman en obstáculos que me impiden avanzar. ¡Necesito verte, Señor!, y reforzar mi confianza y fe en Ti. Necesito ver tu Luz y tu Resurrección, y recibir tu aliento que me fortalezca en el camino.
Hoy, apoyo mi confianza en el testimonio de esos tres apóstoles elegidos para subir contigo al Tabor. ¡Cuanto me hubiese gustado ser uno de ellos! ¡Que dicha haberte contemplado en toda tu Gloria! ¡Que emoción oír la voz del Padre señalándote como su Hijo amado y exhortándonos a escucharte!
Recobro fuerzas, recibo tu aliento y fortalezco mi camino. La subida es una delicia, pero hay que volver a bajar y el camino vuelve a ser duro, fatigado y cruz. Pero, ahora recuerdo que Tú no te has ido, que estás conmigo y me acompañas en el camino. Gracias Señor por tu aliento.
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