Dame Señor la fuerza necesaria para soportar tanta indiferencia y desprecio a tu Palabra. Y perdona mis pecados y debilidades que dejan muy por debajo mi vida ante tu Palabra. Soy mal testimonio y no puedo quejarme de que otros, ante mi ejemplo, no atiendan y crean en tu Palabra.
Se me hace difícil soportar la indiferencia con que otros atienden tu Palabra. Se me hace duro observar que mientras hablo de Ti, con todas mis fuerzas y esfuerzos, aunque no sea yo un testigo digno, otros no te tengan en cuenta y mantengan su atención indiferente y distraida. Incluso de que muchos se sirvan de tu Palabra para justificar un rato distraido o placentero con el que está a su lado.
Perdóname Señor, y también perdónalos a ellos. A mí por no ser digno de llevar, proclamar y vivir tu Palabra, y a ellos por pasar indiferentes, entretenidos y en otras cosas que, siendo apetecibles ahora, son efímeras y caducas después. Sólo Tú eres Palabra y Vida de Vida eterna. Sólo Tú eres el gozo y la felicidad infinita que anhelamos y buscamos, y que, vendados nuestros ojos por nuestros egoísmos, perdemos la única y gran oportunidad de encontrar ese ansioso tesoro que buscamos.
Sóstennos Señor firmes en tu escucha, y danos la sabiduría de, a pesar de la indiferencia, el desprecio y rechazos a tu Palabra, persevere en proclamarla por encima de todo. Iluminame para encontrar en Ti la esperanza y el apoyo que active mi boca cada día para proclamarte con mi vida y palabra.
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