Lo bueno, si es bueno, cuesta conseguirlo. Y tratándose del Reino de Dios, el mayor Tesoro, huelga decir que exigirá esfuerzo y trabajo. E incluso, nada podremos conseguir si no es por la Gracia del Señor. La dificultad de convertir mi vida en bueno y verdadero fruto me exige permanecer injertado en el Señor para poder fructificar. Él es la Savia que alimenta mi vida, sarmiento, y hace que dé frutos en abundancia.
Te doy gracias Señor por descubrir esa necesidad de permanecer en Ti, y de también sentirme pobre pecador que mendiga tu Misericordia y tu Gracia para poder convertirse en fruto de tu cosecha. Hazme tierra buena y bien abonada para que mis frutos sean lo verdaderamente buenos según tu Voluntad.
Lléname de la paciencia y fortaleza de saber esperar a que tu Gracia sea abono de la tierra de mi vida y, cultivada por Ti, produzca los frutos que Tú esperas.
Dame la paz y el sosiego de soportar tempestades, vientos y épocas de sequías para aguardar con paciencia los brotes verdes que precedan a la buena cosecha que mi propia tierra pueda dar.
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