Esa es la lucha diaria de cada día: "Amar a los que te hacen mal", porque esa es la prueba de que realmente está amando. Amar a los que te aman, ya lo dices Jesús, es lo lógico y natural. Lo hacen todos, cristianos o no cristianos; creyentes o no creyentes. Por el interés que les trae les conviene actuar así.
La cuestión está cuando los intereses son contrarios o no hay intereses; la cuestión es cuando a ese que te hace la vida imposible, tú tienes que intentar amarlo, ayudarlo, compartir y darle lo que te pida y puedas. Nadie podrá negarte que verdaderamente estás amando.
Así lo hizo Jesús, ¿no te parece?. De la misma forma lo exige con su propuesta de amor. "Amar como Él nos ama". Y no hay otra forma ni otro camino. Seguirle es emprender la ruta del amor cueste lo que cueste. Cuanto más duela y cueste, más prueba de amor será. Esa es la tan nombrada cruz que tendremos que cargar, pero, mira, Jesús no nos deja solo. Nos acompaña. Él va delante.
Nosotros solo tenemos que seguirle. Eso sí, agarrados a Él y fortalecidos en Él. Nos ha dejado su alimento: su Cuerpo y su Sangre. Y también su Perdón, la Penitencia. Y un correo abierto a todas horas, sin interrupción, la oración. ¿Te parece bien? Con todo esto tendremos asegurada la victoria.
Pidamos al Señor que no nos volvamos atrás, que mantengamos nuestra confianza y esperanza sin desfallecer alimentados en su Cuerpo y su Sangre. Amén.
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