No hay revolución más grande que hacer la Voluntad del Padre, porque es ir contra la voluntad de este mundo hedonista, explotados, egoísta, opresor e injusto. Luchar para que el Reino de Dios se haga y venga entre los hombres es luchar contra las injusticias y los abusos de este mundo.
Es levantar la voz en favor de los pobres, de los explotados, de los marginados, de los excluidos, de las víctimas inocentes asesinadas en el vientre de sus madres, de los esclavizados para las riquezas de otros... Es estar en la punta del iceber y mal mirados por los que dominan el mundo para sus intereses. Es ser un verdadero revolucionario.
Podríamos decir que el cristiano que no es un revolucionario en ese sentido, no es hermano o amigo de Jesús, porque Jesús fue fundamentalmente un revolucionario del Amor del Padre. Y eso vino a revelar y enseñar, con su Vida y Palabra a los hombres.
Pidámosle al Señor la Gracia de estar entre sus hermanos y amigos, y la fortaleza de vivir la oración del Padre nuestro como unos auténticos revolucionarios del amor. Del amor que significa hacer la Voluntad del Padre.
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