He recibido lo suficiente para el camino. No sería justo que me pusiese en el camino sin tener los medios para poder avanzar hacia la meta de la felicidad eterna. Si lo estoy es porque he recibido lo suficiente para encontrar la forma de dar los pasos suficiente hasta alcanzar la meta. Dios no es un Padre que abandona o nos deja solo. Siempre acompaña.
Otra cosa es que esté dispuesto a darlos, y que quiera darlos. Puedo, pero no solo. Creerme que puedo hacerlo solo puede ser una trampa, y una trampa de difícil salida. Nuestra soberbia y orgullo serán muros infranqueables que nos impedirán avanzar. Necesito usar el traje de la humildad. Se hace necesario y lo tengo al alcance de mi mano. Sólo necesito dejármelo poner.
Por eso soy libre, me ha hecho libre y soy yo quien tengo que decidir. Sólo me perderé, pero en Manos del Espíritu podré encontrar el camino verdadero. Lo tengo a mi disposición. Sólo tengo que llamarlo y abrirle las puertas de mi corazón. Ayúdanos Padre nuestro.
Quiero, en compañía de todos los que entramos en este humilde rincón, pedirte Señor la fuerza y voluntad de dejarme guíar y conducir por el Espíritu Santo. Tú nos lo has enviado para asistirnos y fortalecernos en la lucha diaria de cada día, para superar las adversidades y las tentaciones de un mundo hedonista y cómodo.
Danos la inquietud de preocuparnos por los más pobres, por los que sufren y lo pasan mal, y el gozo de encontrar la paz en el servicio y la disponibilidad por hacerles bien.
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