Sí, Padre, me preocupa que me sorprendas con las manos vacías. No sé como llenarlas, o se me caen todos los frutos de las manos. Estoy preocupado porque experimento que no tengo nada que ofrecerte. ¿Y si vienes ahora Señor y no tengo nada?
Te doy las gracias por despertar en mí esa preocupación. Me parece ya algo, porque observo que a mi derredor la gente camina y corre en busca de otras cosas. No se ven preocupadas por lo que me ocurre a mí. Ellos, muchos, la mayoría se preocupan por sus cosas, sus bienes, su dinero, su tiempo para divertirse, sus placeres y sobre todo, por pasarlo bien. Eso de las manos vacías les trae sin cuidado.
Señor, yo quiero llenarlas, pero me doy cuenta que no todo vale para eso. Los frutos que Tú quieres exigen una semilla (amor) especial para que la cosecha pueda darse. Sin ella será imposible, a pesar de cuidados y cuidados, que de frutos. Y sin frutos, ¿cómo llenar mis manos cuando Tú vengas? Seré arrojado a las tinieblas y de tu presencia. Seré cortado de raíz.
Dame Señor la semilla de tu Amor para que mis manos puedan llenarse de muchos frutos. Esos frutos que Tú me has regalados por Amor y que esperas que yo te los devuelva duplicado también por amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario