Hay muchos momentos que me siento agobiado. Y muchos momentos que la paz se me esconde, o me deja solo. No encuentro sosiego y busco con que entretenerme o distraerme para encontrar tranquilidad y paz. Pero la paz que se vende en este mundo no es de buena calidad. Se gasta muy pronto y se vuelve a lo mismo.
Las cosas, los bienes y el poder no dan la paz. Al contrario, yo diría que la quitan. Y sin paz difícilmente podríamos encontrarnos y encontrar el camino que, consciente o no consciente, buscamos y anhelamos. Necesito tu paz Señor. Esa Paz que sólo tú das y que nos relaja el corazón y enciende el alma llenándola de alegría y gozo.
Por eso, de acuerdo con María, necesito estar contigo un rato cada día, unos momentos de silencio, de diálogo y sobre todo de escucha para centrar mi alma y ponerla en camino de tu Casa, con paz y sin agobios. Quizás pueda servirme este pequeño y humilde rincón para, como María, abrir mi corazón y guardarlo de los ruidos y distracciones del mundo que me rodea.
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