Necesito Señor un corazón abierto. Abierto a otras formas de pensar y de actuar. Pero sobre todo, abierto a la Verdad. No a una verdad cualquiera, la mía por ejemplo, sino a la Verdad Única que está sólo en Ti. Pero que Tú también, al menos eso pienso yo ahora, y espero que si estoy equivocado me saques de ese error, has querido guardarla en todos tus hijos.
Por eso, cuando estamos instalados en nuestras costumbres, nuestras maneras de pensar y vivir, cualquier otra verdad nos molesta y nos despierta de nuestro letargo acomodado e indiferente. Nuestro Papa Francisco nos está aleccionando mucho en ese sentido, y ya hay otros muchos que no lo ven bien y empiezan a censurarle sus actuaciones.
Dinos, Señor, qué caminos debemos tomar y danos paciencia para saber esperar y escuchar. Los tiempos cambia, pero tu Verdad no. Siempre es y será la misma. Sin embargo, debemos acomodarnos en la medida que la Verdad crece en nosotros a vivirla de forma más real y auténtica. Nuestra forma de relacionarnos ha cambiado. Diría que se ha alejado de Ti. La familia anda perdida, y las uniones matrimoniales pasan por una confusión que amenaza con destruirlas.
Y no digamos del aborto. ¡Cuántos asesinatos de niños inocentes se cometen cada día! Señor, danos la Luz que necesitamos para saber escuchar, en el Espíritu Santo, a aquellos profetas que hoy nos hablan y nos señalan el camino de la Verdad.
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