Nos pasa lo que a los cuervos. Cuando las zorras de este mundo nos sueltan halagos y piropos que nos hacen creernos fuertes, hermosos, inteligentes y autosuficientes, nuestra razón se siente capaz de valerse por sí misma y no necesitar de nadie. Menos de Dios.
Ocurre que nos sucede eso en la medida que crecemos y pasamos de niños a mayores. Perdemos la pureza, la ingenuidad, la sencillez y las buenas intenciones que los niños guardan y sostienen en su corazón limpio y puro. Nuestro corazón nuevo y puro se ha ido convirtiendo en un corazón duro y de piedra. Necesitamos experimentar la necesidad de transformarnos; de un Padre que nos cree un corazón nuevo.
Por eso, Padre Bueno, te pedimos que nos transforme nuestro corazón de piedra en un corazón de carne. Un corazón capaz de llenarse de humildad, de mansedumbre, de generosidad, de disponibilidad y actitud de servicio. Un corazón de niño, confiado, obediente y necesitado de un Padre. Crea en nosotros Señor un corazón puro.
1 comentario:
Hay poder en la Santa Trinidad!
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