Cuando rezamos estamos experimentándonos pecadores, porque rezar es pedirle al Señor por nuestras necesidades. Es verdad que podemos caer en el egoísmo de pedir para nuestro provecho y bienestar, sin importarnos nada más ni tampoco los demás. Pero, el hecho de rezar descubre que no estamos lejos de sentirnos más publicano que fariseo.
Ocurre también que podemos aparentar rezar y sólo ser una manera de ensalzarnos y justificarnos creyéndonos mejores y más perfectos que los demás. Eso sería muy malo, porque nuestra oración sería falsa y mentirosa. Sin darnos cuenta o dándonos creo que estamos más cerca del fariseo que el publicano. Al menos yo me siento así.
Y eso es bueno Padre. Pero porque somos malos hijos, limitados, débiles y pecadores caemos en estas miserias de no saber ni pedir. Por eso, hoy aprovechando tu Palabra, queremos pedirte que nos enseñe a pedir lo que verdaderamente necesitamos aunque a nosotros nos parezca mal. Nos ponemos en tus Manos y confiamos en tu Amor y Misericordia.
Padre, danos lo que nos capacite para salir de nosotros mismos y darnos a los demás; Padre, transforma nuestros corazones de piedras y egoístas, en unos corazones de carne, generosos, llenos de misericordia y solidaridad con los demás hombres. Padre, guíanos y líbranos de los peligros de nuestras propias apetencias y apegos. E infúndenos toda la paciencia y perseverancia que necesitamos para estar siempre a tu lado y seguir tus pasos. Amén.
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