Sería fácil de comprender, pues todos sabemos por sentido común que la fuerza física se apoya en el ejercicio y preparación de los músculos y cuerpo. El conocimiento en el esfuerzo del estudio e investigación, y así podíamos decir de todas las cosas. Las cosas se consiguen con esfuerzo.
Se cae de maduro que la oración es el vehículo por el que nos relacionamos con Padre Dios y a través del diálogo lo conocemos y lo experimentamos en nuestra vida. Orar es, pues, hablar con Dios; orar es tener cada día una serena y profunda reflexión con el Padre que tanto nos ama. Orar es simplemente caminar por la ruta de nuestra vida en la presencia constante del Padre Dios que nos acompaña.
Orar es dejarse conducir por la acción del Espíritu Santo. Jesús nos testimonia su vida de oración y la necesidad de caminar y orar al unísono. Y es que sin oración el camino se oscurece y perdemos la orientación. Necesitamos orar a cada instante, porque vivir en el Espíritu Santo es orar. Así oramos cuando trabajamos, cuando dialogamos, cuando nos divertimos, cuando... si todo lo hacemos sabiendo que vivimos en la presencia del Padre Bueno del Cielo.
Aprovechemos este momento, para pedirle al Padre que nos de la capacidad y la fuerza de, antes de ponernos en camino, reflexionar en su presencia la ruta del camino. Danos Padre todo lo necesario para vivir el día de hoy en tu presencia y hacer tu Voluntad.
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