Padre de bondad, fortalece nuestra fe en tu amor infinito y haznos instrumentos de tu misericordia y consuelo.
Espíritu Santo, convierte nuestras penas en ofrenda viva, para que, unidos a Cristo crucificado, seamos semilla de esperanza y de nueva vida.
Santa María, Madre fiel al pie de la Cruz, enséñanos a esperar, a amar y a servir como discípulos de tu Hijo. Amén.