Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

miércoles, 31 de enero de 2018

INSISTO, SEÑOR, Y VUELVO, COMO CADA DÍA, A PEDIRTE QUE VEA TU VERDAD

No se trata de mi verdad. Verdad errónea y limitada, ni tampoco la de algún otro, que por mucha sabiduría e intelectualidad, no abarca la verdad absoluta. Sólo Tú, Señor, eres la Verdad Absoluta, fuente de gozo y felicidad. Pero, somos tan obstinados, tan necios e ignorantes que preferimos las luces de las tinieblas, opacas y oscuras, que nos llevan a la perdición, que la Luz, clara y diáfana, que viene de Ti y nos lleva a la plenitud y gozo eterno.

Tendremos que ser muy necios e ignorantes, Señor, para no verte. Por todo ello, lo primero que quiero pedirte es que mi fe alcance el tamaño de un grano de mostaza. Es lo mínimo que Tú me has pedido, y yo, que no aspiro a mucho y me considero pecador y poca cosa, me conformaría con eso, Señor. Dame, Señor, una fe como un grano de mostaza. 

Porque la fe es el elixir que necesito para responderte y corresponder a esa capacidad libre de elegir hacerlo o no hacerlo. Un regalo gratuito, y una oportunidad de responderte meritoriamente a la confianza que Tú has depositado en mí. Porque, aunque todo me viene de Ti gratuitamente, has querido que yo tome parte y responda a esa confianza fiándome de Ti. 

Pero, me doy cuenta Señor que soy muy débil, y estoy sometido a mis pecados: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza, y necesito tu Gracia, recibida en mi Bautismo, para transformarme, por la acción del Espíritu Santo, en un hombre nuevo, lleno de caridad, gozo, paz, paciencia, longaminidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad. Frutos del Espíritu Santo que también me dará sus dones: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.

Por eso, Señor, insisto y te suplico que aumentes mi fe hasta un grano de mostaza. Con eso podré mover montañas y responder a tu Palabra y hacer tu Voluntad. Transformame, Señor, en un hombre nuevo que revestido con los frutos y dones del Espíritu Santo viva en tu Palabra y haga tu Voluntad. Amén.

martes, 30 de enero de 2018

JESÚS BUSCA ENCONTRARSE CONTIGO

Jesús no quiere dejar pasar a aquella persona que le ha tocado su manto. Él se ha dado cuenta y se vuelve. Los apóstoles le dicen que caminamos muchos y al ir muy juntos lógico es que nos demos algún roce. Pero, Jesús sabe que alguien que le necesita le ha tocado, y lo ha hecho con fe, esperando curarse al tocarle. Quiere verla, encontrarse con ella y darle un saludo de paz y esperanza.

Y la llama, y ella atemorizada y notándose curada confiesa sus intenciones y su problema. Y Jesús la despide cariñosamente dándole la paz y anunciándole que su fe la ha salvado, le curó de su enfermedad. ¿No crees tú y también yo que Jesús nos cura y nos salva también a nosotros? ¿Por qué a esa mujer sí y a nosotros no? ¿Por qué a la hija de Jairo, y a ti y a mí no? Jesús ha venido para salvarnos a todos.

Claro, que esta enfermedad de esa mujer  y esa resurrección de la hija de Jairo no fueron definitivas. Ambas tuvieron que enfermar y morir de nuevo, porque el puente para entrar en el Reino es la muerte, pero una muerte que ya hemos visto que no es la última palabra. Jesús nos resucita como lo hizo con esa muchacha, hija de Jairo. Como también lo hizo con su amigo Lázaro o el hijo de la viuda de Naím. También lo hará contigo y conmigo.

Simplemente se trata de creérnoslo y de acercarnos a Él. Nos está llamado en cada instante, y, quizás, de la manera que tú menos espera. No esperes grandes emisarios, ni personajes ilustres. Quizás sea ese amigo que tienes al lado y al que no le das gran importancia. O a ese otro que te ha pasado una invitación, o al párroco que te invita y te llama. Son muchas las maneras en las que Jesús te llama, pero necesita que escuches.

Aprovecho esta página de oración para pedir por ti y por todos los que siendo invitados y llamados por el Señor para que abran sus corazones y como Jairo o la mujer enferma crean que el Señor es su solución y salvación. Amén



lunes, 29 de enero de 2018

INDIFERENTES ANTE EL SUFRIMIENTO DE LOS DEMÁS

Sucede que nos preocupamos mucho cuando experimentamos una pérdida de algo material, y no ocurre lo mismo cuando observamos el sufrimiento de los demás. Con esta apreciación quiero significar la importancia que damos a nuestros propios intereses materiales y lo poco a casi nada a los valores espirituales con respecto a las personas y a sus derechos.

No nos molesta tanto que otros sufran y sus derechos sean pisoteados cuanto nuestras pertenencias y bienes materiales sean dañados o perjudicados. Es la lección que hoy podemos deducir y reflexionar del Evangelio que leemos. Aquellos hombres y aquel pueblo dio más importancia al valor de los cerdos que a la curación y liberación  de aquel endemoniado. Es decir, importa más lo crematístico que la vida y salud de aquella persona.

Y eso queremos pedirte, Señor. Danos la sabiduría de poner cada cosa en su lugar y de valorar más la vida de las personas que la de lo puramente material. Danos el conocimiento y sentido común de saber distinguir entre lo material y espiritual, entre el objeto y la persona. Ilumínanos para ver claramente la diferencia entre lo inerte, la materia, llamado a la caducidad,  y lo vivo, la vida, que la has creado para vivir eternamente. Enséñanos, Señor, a valorar a la persona humana, creada por tu Amor y semejante a Ti, y a la que has salvado enviando a tu Hijo Predilecto para que, entregando su Vida, liberarla del pecado. Y a las cosas materiales y seres vivos que has puesto para, sometidos al bien de los hombres, sirvieran para su beneficio.

Danos esa sabiduría para, conociendo esa diferencia y ese valor, sepamos darle a cada cosa su lugar y su jerarquía. Pero, sobre todo, sin dejar de mirarte a Ti, Señor del Universo, para vivir en tu Voluntad y actuar según tu Palabra. Con esa esperanza, Señor, te suplicamos nos ilumines dándonos la fortaleza para saber siempre poner a la persona humana por encima de todas las demás cosas según Tú lo has dispuesto. 

Danos tu Gracia, Señor, para movidos por ella sepamos actuar según tu Voluntad y administrar todo lo que hemos recibido según Tú has dispuesto. Amén.

domingo, 28 de enero de 2018

TAMBIÉN YO ESTOY AMENAZADO Y TENTADO POR EL DEMONIO

No escapamos nosotros tampoco de las tentaciones del demonio, porque está al acecho y quiere alejarnos del Señor. El demonio busca nuestra mal presentándonos aparentemente bien. Nos engatusa con el fin de someternos, una vez que nos tiene dominado, y llevarnos a la apetencia de las cosas del mundo para buscar nuestra muerta con ellas. Porque, todo lo del mundo es caduco y tiene fin.

Nosotros tenemos plantado en nuestros corazones las semillas de la Vida Eterna. Hemos sido creados para el disfrute y el gozo en plenitud de eternidad, y, quedarnos en lo caduco es fracasar y tirar por la borda el Tesoro que llevamos dentro. Por lo tanto, todo lo que el Maligno nos presenta son estrellas fugaces que, como meteoritos, brillan un tiempo, pero pronto se apagan y su brillo se oscurece para morir. No nos dejemos engañar por la astucia e inteligencia, superior a la nuestra, del Maligno.

Pero, para ello tendremos que estar unidos al Espíritu de Dios. En nuestro bautismo hemos recibido al Espíritu Santo, y lo hemos recibido para que nos asista y nos fortalezca en nuestras luchas diarias contra el mal y la tentación. Abrámosno a su acción y a su poder. Con Él venceremos al poder del mal. Así nos lo ha demostrado Jesús en el Evangelio de hoy. Su autoridad lo deja patente. No perdamos esa admiración y esa esperanza en Él. Es el Señor y nos salvará de las garras del Maligno.

Por todo ello, Señor, te pedimos que nos proteja de esa acechanza de los demonios y nos fortalezcas en nuestra voluntad para rechazarlos. Nosotros queremos seguirte y te confesamos con verdadera autenticidad como el Hijo de Dios que, encarnado en Naturaleza Humana, ha venido al mundo para redimirnos del pecado y pagar el rescate para salvarnos.

Danos, Señor, la sabiduría y la fortaleza para huir de las tentaciones y confiar siempre en tu Amor y Misericordia, en la esperanza que siempre seremos rescatados de las tentaciones del Maligno y liberados de sus garras. Confiados en esa esperanza nos abandonamos en tu presencia. Amén.

sábado, 27 de enero de 2018

SIMPLEMENTE DECIRTE, SEÑOR: AUMENTANOS LA FE

Oímos decir: "La fe mueve montañas", y sin embargo, si la montaña no se mueve no podemos quedarnos tranquilo. El resultado, tendríamos que convenir, es que no hay, o muy poca, fe. Y es poca porque también lo es mi compromiso. No queremos entregarnos, pues el mundo tira de nosotros. Un mundo donde tenemos nuestros vicios, nuestros apegos y nuestros hábitos que nos cuestionan y nos exigen tiempo para ellos. Y nos cuesta abrirnos al compromiso de entregarnos. Así, nuestra fe no crece ni se mueve.

Pero, lo peor no es eso, sino la impotencia que experimentas al no sentirte con fuerzas para aumentar tu fe o para comprometerte más. Experimentas que tu fe se queda estancada y de quedarse quieta, retrocede y se apaga. Mi oración no puede pararse, sino insistir, ya me lo advierte y aconseja el Señor, en pedir la fe. Una fe que, no sólo me cuestione, sino que me impulse y me ponga en camino.

Camino que es movimiento y acción. Una fe que me llene de paz y serenidad, y que me sitúe en las verdaderas coordenadas de mi camino con una verdadera respuesta y compromiso ante la Palabra de Dios Posiblemente tenga que esperar, porque no soy consciente de mi situación, ni se realmente por dónde debo i,r o qué debo hacer. Se trata de confiar y permanecer en Él y su Palabra. Nos pondrá en órbita y nos señalará el camino fortaleciendo nuestra fe. 

No podemos desconfiar ni tener miedo. Es el Señor, el enviado del Padre, su Hijo Predilecto, el Mesías prometido. Su Palabra tiene siempre cumplimiento y permanece en Él. En y con Él nada nos puede pasar y a nada debemos temer. En sus Manos estamos seguros. Posiblemente, como ocurrió con los apóstoles, no le entenderemos, pero tengamos siempre fe y creamos en su Palabra.

La vida, nuestra vida, mediante nuestro camino nos irá revelando, en el Espíritu Santo, que Jesús, el Señor, es el único y verdadero Camino, Verdad y Vida. Pidamos esa sabiduría y esa Gracia. Amén.

viernes, 26 de enero de 2018

QUIERO DAR FRUTOS BAÑADOS DE AMOR

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS.


No todos los frutos son buenos, pues, aquellos que son fruto, valga la redundancia, del poder, de la fuerza, de la imposición, de la venganza, del odio, de la riqueza...etc. son frutos nacidos del egoísmos y el interés. Yo quiero ser fruto dado generosamente y cultivado y trabajado por el amor. Entregado para morir por el bien y salvación de los demás.

Porque el fruto buscado debe ser aquel que procura el bien del hombre, pero orientado siempre a Cristo Jesús, único y verdadero salvador del mundo, y que da la salvación. No se trata sólo de buscar el bien, sino el único y verdadero bien, que es la salvación en el Señor. Esos son los frutos, Señor, que yo quiero dar. Quiero convertirme, por tu Gracia, Señor, en semilla que germine primero en hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga para, por último terminar en fruto, hora que se le mete la hoz porque ha llegado la siega.

Y eso sólo lo conseguiré por tu Gracia, Señor. Cultívame con el agua de tu Gracia para que, hundido en tierra buena, dé los frutos que Tú, Señor, esperas de mí. Y llévame, Señor, por el camino que conduce a esa tierra buena, librándome de caer en el camino, o entre piedras o abrojos. Muéveme con tu Gracia, Señor, para que sepa encontrar esa tierra buena donde mi semilla fertilizada y hundida profundamente pueda dar una cosecha de treinta, sesenta o cien.

Esa es mi desesperada oración, esperanzada y confiada en tu Misericordia y tu Amor. Y una oración alegre y gozosa por cuanto experimento que hoy soy mejor que ayer, y que mañana seré, por tu Gracia, Señor, mejor que hoy. Porque sé que Tú me escuchas y me respondes, pues has venido a salvarme y has plantado en mi corazón esa semilla de salvación que, con tu Gracia y Amor, germinará y dará una cosecha abundante de buenos frutos. Amén.

jueves, 25 de enero de 2018

POSIBLEMENTE NO DOY LA TALLA

Cuando oyes estas palabras del Evangelio de hoy, el primer pensamiento que me viene, al menos a mí, es que mi fe, si tengo alguna, es muy frágil y pequeña. Posiblemente, menos que un grano de mostaza. Y digo esto por lo que dijo el Señor con respecto al grano de mostaza -Mt, 17, 20-. Y porque me siento impotente de hacer lo que el Señor manda a hacer a los que tienen fe.

Indudablemente es un misterio. La Cruz es un misterio, porque es el signo de nuestra vida. No hay nadie que no admita que su vida tiene siempre una cruz. Cuando no es por él, es por otro o por cualquier circunstancia que se presenta. La cruz siempre está presente. Pero, para el cristiano esa cruz es signo de esperanza y de triunfo, porque en la Cruz nuestro Señor alcanzó el triunfo sobre la muerte y la venció. Desde entonces, la Cruz es signo de triunfo y esperanza para el Cristiano.

Detrás de cada cruz hay vida y esperanza, porque al final siempre hay victoria y triunfo. La Cruz es signo de Resurrección y siempre está al final, detrás de la tragedia, de la desesperanza, de la lucha, de la oscuridad, de la fatiga, del trabajo, del sacrificio, de la renuncia, de la aparente muerte...etc. La Cruz no tiene la última palabra, porque tras ella se erige la Resurrección, que nos llena de triunfo, de gozo y de plenitud eterna.

Por eso, mi fe es también una cruz, una cruz de dudas, de vacilaciones, de tentaciones, de lucha constante y de esfuerzo confiado en la Palabra del Señor. La fe exige una lucha constante y un fiarse y dejarse llevar por la fuerza y sabiduría del Espíritu Santo. La fe me exige silencio, obediencia y confianza, porque Jesús la ha ganado por mí en la Cruz, y me la dará a su debido tiempo. Confiar en su Palabra es lo que nos toca a nosotros ahora.

Confiemos, pues, y creamos que el Señor es nuestro Camino, nuestra Verdad y nuestra Vida. Él es la victoria y el triunfo sobre la muerte. La ha vencido en la Cruz, y también nosotros lo lograremos en Él venciendo nuestras propias cruces. Amén.

miércoles, 24 de enero de 2018

NECESITAMOS CULTIVARNOS

Nuestra semilla ha sido sembrada en nuestros corazones, pero no sólo es cuestión de dejarla ahí, hay que cultivarla y hundirla en tierra buena y profunda para que eche raíces y dé frutos. Sí, no podemos quedarnos en el camino, ni en terreno pedregoso, y menos aún entre abrojos. Tenemos que acercarnos y librarnos de lo pedregoso y abrojos a tierra buena. A tierra abonada que nos dé la oportunidad de fructificar y dar buenos y hermosos frutos.

Y eso se consigue acercándonos al Señor e injertándonos en el Espíritu Santo. Y dejarnos cultivar por Él para que nuestra vida germine y dé buenos frutos. Es por tanto, tiempo de oración y de trato íntimo con el Señor para que nuestra semilla, plantada en nuestro corazón, muera y dé frutos. Y eso es lo que pedimos a grito en este humilde rincón de oración.

Danos, Señor, un corazón humilde, fuerte y cultivado con la oración, el sacrificio y la renuncia, porque somos muy adictos a la comodidad, a lo fácil y a no preocuparnos por los que sufren y lo pasan mal; porque somos muy egoístas y ambiciosos y pensamos sólo en nosotros mostrándonos indiferente a los demás. Porque nos volvemos posesivos y no compartimos los frutos que producimos; porque, queremos todo para nosotros y damos lo que nos sobra o no nos gusta.

Por todo eso, Señor, queremos cultivar nuestra semilla de otra forma y preparar nuestro corazón para que nuestros frutos estén para el servicio de los demás. Insistimos, Señor, y te pedimos que nos des sabiduría y fortaleza para, primero, estar íntimamente unido a Ti, y segundo, reflejar ese amor a Ti en los demás, porque sólo de esa forma podremos conseguir dar frutos y que esos frutos sirvan para el disfrute y el servicio de los demás.

Por eso, Señor, te pedimos que llenes nuestro pobre y humilde corazón de tierra buena, para que la semilla que Tú siembras en él sean capaces de echar raíces y dar buenos frutos. Amén.

martes, 23 de enero de 2018

¿HIJOS DE LA SANGRE O DEL AMOR?

Nacemos en una familia, pero, ¿nos hemos preguntado que ocurre con tanta gente abandonada e indigente? ¿Dónde están sus familias? Cada vez que veo a un anciano abandonado o a algún indigente buscando comida en la basura o durmiendo en la calle, pienso que un día esas personas nacieron en el calor de una familia y de unos padres. ¿Qué ha ocurrido para que ahora estén abandonados o solos por las calles y mal viviendo?

Es la pregunta de todos los días, ¿qué puedo hacer para aliviar la vida de esa gente, al parecer, sin familia? No cabe duda que no pensamos que la culpa la tendrán sus familiares. Es posible que algunos sí, pero indudablemente, otros no. Mucha culpa la tienen la mayoría de ellos, que se han apartado, no han hecho caso y han querido vivir como les parece y a su manera. Las consecuencias son las que todos conocemos, un camino de perdición y de esclavitud.

¿La culpa? La desobediencia; los malos ejemplos y consejos; las malas compañías; la irresponsabilidad; la desunión; la soberbia; la ambición y muchas más circunstancias. Pero, la más importante y la que al final causa todo es la falta de amor. Sin amor no vamos a ninguna parte y no somos capaces de vencer esa naturaleza humana pecadora que nos amenaza y nos destruye. Necesitamos amar, porque amar es perdonar, es soportar, es comprender, es dar nuevas oportunidades, es ayudar, es llenarnos de paciencia, es confiar, es volver a perdonar y esperar.

Amar es lo que hace nuestro Padre Dios con cada uno de nosotros, hasta el punto de enviarnos a su Hijo amado y predilecto, para que pague por cada uno de nosotros. ¿Cómo no nos vamos a amar nosotros igual? Claro, seguro y definitivamente que por nuestra cuenta no. Somos débiles y pecadores y solos no vamos a ninguna parte. Estamos vencidos de antemano por el Maligno. Necesitamos la Gracia de Dios y la asistencia en cada momento del Espíritu Santo para, en Él, vencer al Maligno.

Y eso te pedimos, Señor, danos la Gracia y la fortaleza de saber sostenernos y, pacientemente, esperar y confiar en tu Palabra. Gracias, Señor, porque sabemos de tu Amor y Misericordia, y confiamos y queremos ser tus hermanos cumpliendo la Voluntad de tu Padre. Esa es nuestra petición y nuestra esperanza. Amén.

lunes, 22 de enero de 2018

RESISTENCIA ANTE LO NUEVO

Nos cuesta salir de nuestro estatus, y eso, en lugar de ser una adversidad nos puede ayudar a vernos tal y como somos. Somos criaturas débiles, fáciles de vencer por nuestro orgullo y soberbia. Somos criaturas pequeñas, con un gran defecto, nuestra propia arrogancia. Deteniéndonos un poco en nuestro pasado, descubrimos la cantidad de enfrentamientos, con nosotros mismos, y con otros por soberbia y orgullo. Sin ninguna razón con sentido común y razonable. Simplemente soberbia y arrogancia.

¿No es eso el pecado? A veces nos cuesta salir de nuestro propio yo. Es decir, de nuestras ideas, de nuestras comodidades, de nuestros proyectos, de nuestra forma de entender la vida, de nuestras ambiciones y planes. Sí, realmente nos cuesta salir, y eso nos impide vernos y aceptarnos. Nuestra salvación empieza por la aceptación de nosotros mismos. Significa eso que si no descubrimos nuestro pecado, "soberbia", estamos perdido. Eso es lo que padecen los demonios, y aquello escribas bajados a Jerusalén que, fuera de sí, consideraron a Jesús como un aliado de Beelzebul y endemoniado.

Es posible que nosotros no consideremos a Jesús como endemoniado. Ni mucho menos consideremos que está aliado con Beelzebul, pero si lo marginamos, lo ignoramos o lo rechazamos estamos muy cerca de considerarlo un loco o endemoniado. Tengamos eso en cuenta y pidamos al Espíritu Santo que nos asista, que para eso ha venido a nosotros en nuestro Bautismo, y nos dé la sabiduría y fortaleza necesaria para abrirnos a su acción. Tengamos confianza y paciencia en el Espíritu de Dios, porque, nos lo ha dicho, todos nuestros pecados nos son perdonados. Su Misericordia es Infinita.

Conviértenos, Señor, y danos la fortaleza y sabiduría de reconocernos pecadores. Conviértenos, Señor, y danos la sabiduría de comprender que nada en este mundo tiene valor para ignorarte y de compensar tu lejanía y tu compañía. Todo lo de aquí abajo es caduco y termina. Nos lo dice San Pablo en la 1ª carta a los corintios de ayer domingo. Apremia estar contigo y estar disponible para abrirnos a tu conversión y creer en tu Palabra. Amén.

domingo, 21 de enero de 2018

UNA CONVERSIÓN DE CADA DÍA

La conversión no es un estatus, ni tampoco una meta, que alcanzada quedas liberado. Es una actitud constante de perfección al estilo de Jesús. Convertirse no termina nunca, porque siempre tendremos algo que mejorar y perfeccionar. Convertirse es llegar a la plenitud del amor, y eso no lo alcanzamos en este mundo. Sólo, en el otro, en la presencia del Señor podemos descansar en la plenitud del Amor.

Por eso, mientras caminamos por este mundo, necesitamos la compañía y la acción del Espíritu Santo, que nos asiste, nos alumbra, nos fortalece y revela todo lo que necesitamos ir conociendo y amando. Sin Él el camino se nos oscurece y nos perdemos. Necesitamos su luz para orientarnos y seguir la buena dirección, alejándonos de los peligros y tentaciones.

Y en Él encontraremos las fuerzas necesarias para mantener viva y ascendente nuestra conversión, que no debe parar nunca de crecer. Y, reconociendo nuestras dificultades y debilidades, te pedimos, Señor, la sabiduría, la paz y la fortaleza necesarias para soportar las adversidades y dificultades que nos salen al paso en el largo camino de nuestra vida. En este sentido, la Iglesia, representa nuestro cobijo, nuestra casa y nuestra fortaleza, donde podemos vernos, reunirnos y animarnos todos los cristianos que seguimos al Señor.

La fe se fortalece compartiéndola y en el esfuerzo de darla a los demás. Y eso se consigue en la comunidad y en el compartir de cada día. Por nuestro Bautismo estamos llamados a compartir nuestra fe y a fortalecerla en la correspondencia del amor mutuo. En nuestro Bautismo quedamos configurados como sacerdotes, profetas y reyes, y comprometidos a dar razón y testimonio de nuestra fe. Ante ese reto, Padre del Cielo, te pedimos que nos llene de tu Paz, de tu Amor y Fortaleza, para que nuestras fuerzas no decaigan ni se desanimen. Al contrario, sean siempre perseverantes y fieles a tu Palabra.

Confiados, Señor, en tu Palabra y tu presencia, queremos seguir el camino y compromiso apostólico que hemos recibido en nuestro Bautismo conscientes que Tú nos acompaña y caminas con nosotros. Amén.

sábado, 20 de enero de 2018

SEÑOR, YO SI CREO EN TU LOCURA

Quiero seguirte, Señor, a pesar de mi pequeñez e impotencia. Quiero seguirte, a pesar de mis debilidades y mis limitaciones. Quiero seguirte aunque no entienda nada y no alcance a comprender el por qué de muchas cosas. Quiero e insisto en seguirte, Señor, porque no sabría a dónde ir sin Ti. Porque, si Tú no estuvieras aquí y no te hicieras presente, yo me perdería y mis esperanzas se derrumbarían.

Sin tu locura, Señor, mi vida quedaría desorientada, sin sentido y a merced de todos aquellos que, como buitres, se disputan los trozos del mundo, arrancándolos o robándolos, sin miramientos de ninguna clase y sin importarles como quedan los otros. No se dan cuenta que las luces de este mundo son fugaces. Pueden alegrarte la vida un momento, pero luego se apagan con rapidez.

No son dignas de seguirlas. No vale la pena. Tú en cambio, Señor, eres la Luz que ilumina y que llenas plenamente. Eres Luz que das la Paz y Gozo eterno, y que das plenamente amor que inunda y transporta hasta la Eternidad. Por eso, Señor, a pesar de no entender muchas cosas, quiero seguirte y perseverar en tu locura, porque, no se trata de una locura cualquiera, sino de la locura de amor más grade que pueda haber existido. Una locura de Amor que Salva para la Vida Eterna.

Gracias, Señor, por tu Amor y Misericordia, y, porque a pesar de mi ignorancia y pequeñez permaneces amándome con bendita locura. Locura de verdadero Amor. Por eso, Señor, ubicado en este espacio de oración y junto a todos los hermanos en la fe que lo visitan, quiero unirme a ellos para, agarrados a tu Madre, la Señora y Virgen que nunca dudó de tu Palabra hasta acompañarte al pie de la Cruz, enlazar virtualmente nuestras manos y elevar una oración de agradecimiento y de petición suplicándote paz, sabiduría y fortalece para seguir fiel y perseverante tras tus pasos en esa locura de amor. Amén.

viernes, 19 de enero de 2018

MIRANDO HACIA ARRIBA, PERO TRABAJANDO AQUÍ ABAJO

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS.


No cabe duda que cada cual tiene sus habilidades y talentos. Todos no somos iguales, eso es algo que está muy claro. Pero, lo que no queda claro es que quienes se ven más capacitados que otros se creen merecedores de elogios, acreedores por sus méritos de los otros. Eso, incluso, les hace sentirse superiores y mejores. Ese es el problema, porque, quienes han recibido más, más le será exigido para que, trabajando aquí abajo, sirvan a Aquel del que han recibido todo lo que tienen.

Y ese servir consiste en compartir y mejorar la vida de los demás. Es decir, dar todo lo que tengan por ayudar a que el mundo sea más justo, más equitativo, más verdad y justicia, más fraterno y donde la paz sea el olor que se respire por todas partes. Has sido elegido para dar, y, quizás, por eso has sido adornado con capacidades y talentos para que las compartas con esfuerzo, trabajo y amor.

No se trata de lucimiento, ni de aprovechamiento. Lo has recibido gratuitamente, y gratuitamente debes darlo. Eres libres para eso, y dependerá de ti tomar esa decisión. Luego, si el mundo está mal y hay muchos que sufren, piensan que tú puedes hacer algo al respecto. No le eches la culpa a Dios, porque, Él, ha delegado en ti. Para eso te ha hecho libre.

La parábola de los talentos -Mt 25, 14-30- nos lo deja bien claro. Será tu libertad la que decidas y para eso has sido elegido. No sólo fueron elegidos los primeros doce apóstoles, sino también cuenta contigo y conmigo. Todos nosotros, los bautizados, estamos llamados a responder con nuestra colaboración y a administrar el mundo para que haya paz, justicia y amor.

Sí, Juan, Antonio, Inmaculada, Salvador y ... estamos llamados a anunciar el Evangelio y a luchar contra el hambre, la pobreza, la violencia, la mentira, las injusticias...etc. Pidámosle al Espíritu Santo la perseverancia, la fortaleza, la sabiduría y la voluntad para poder cumplir con nuestra responsabilidad. Amén.

jueves, 18 de enero de 2018

LA UNIDAD SE NOS RESISTE


Nuestro destino es estar unidos. Unidos en la familia, en los grupos, en los pueblos, naciones... Unidos en la Iglesia. Sin embargo, podemos decir que ese en nuestro mayor pecado, porque no logramos permanecer ni vivir unidos. La unidad, diríamos, se nos resiste. ¿Por qué? Nuestra soberbia; nuestra suficiencia; nuestro orgullo; nuestros egoísmos; nuestros..., y así tendríamos muchas cosas que limar y de la que arrepentirnos.

Pero, esa es la lucha y la batalla que libramos cada día aquellos que queremos, a pesar de nuestras pequeñeces y pecados, avanzar y perfeccionarnos. Esa es la batalla de cada día que libramos en el Espíritu Santo, que nos guía y nos orienta, y en el que confiamos que nos irá perfeccionando y liberando del pecado que nos aprisiona y esclaviza.

Porque, es muy atrayente cuando todo sale rodado, tal y como pensamos y como nos gusta. Nos atrae un Jesús que cura, que habla muy bien y dice cosas que nos gustan, que queremos y que nos hacen la vida más agradable. Frecuentemente he visto a mucha gente que salen alegres, exultantes de alegría y hasta algo apresurados a vivir la Vida de la Gracia después de vivir un cursillo de cristiandad o un retiro espiritual u otro espacio espiritual. Sus entusiasmos son notables y eufóricos, pero, luego, pasado un tiempo todo empieza a desvanecerse.  Llegada la tempestad, el cerco de la rutina, las dificultades y la convivencia de cada día, todo se vuelve duro y exigente. Entonces todo se derrumba y te preguntas, ¿es que no había fe? ¿Dónde está la confianza? ¿Eran apariencias? ¿Una fe superficial?

Jesús se hace presente en nuestra vida cuando tú lo buscas con verdaderos deseos e inquietud. Jesús se hace presente en tu vida cuando estás atento a esas estrellas, como los magos de oriente, que alumbran tu vida y que te señalan el camino a Belén. Porque, cada día nace una nueva estrella que te indica la medida de tu fe y la forma de acrecentarla. Cada día hay una nueva señal. No llamativa, ni heroica ni hermosa, quizás pequeña, escondida, humilde.

Puede ser un pequeño detalle; una sonrisa; una paciente escucha; un deseo de ayudar; una atenta mirada y delicado servicio; un pequeño sacrificio que ayuda a soportar que haya paz, y muchas otras cosas más. Cada día tienes una y mil oportunidades de amar. Pidámosle al Señor que nos dé luz para verla y vivirlas. Amén.

miércoles, 17 de enero de 2018

CUANDO LA OCASIÓN DERRIBA LA NORMA

Nadie se plantea permanecer pasivo ante una tragedia. Lo inmediato que sale del corazón es activarse y ponerse a ayudar. Se hacen esfuerzos por salvar vidas y nadie se plantea que es sábado o que está en vacaciones. Lo importante en esos momentos son las personas. Sobre todo, las personas que están en peligro. Se derrumba por sí sola la ley de guardar descanso, hasta el extremo de no curar o ayudar a quien lo necesita, el sábado.

Sin embargo, en aquellos tiempos no era fácil verlo así. Se respetaba la ley y se anteponía al bien del hombre, hasta el punto que quien sufría o le ocurría algo tenía que esperar al día permitido. Hoy nos parece absurdo, pero en aquel tiempo le costó a Jesús ofensas, insultos y persecución. El Evangelio de hoy dice: Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle.

Aprovechamos, Señor, esta humilde y sencilla reflexión para pedirte sabiduría y perdón por nuestros criterios y leyes. Quizás no llegamos a ver cuantas veces nos imponemos con nuestros propios pensamientos y no toleramos lo que otros piensan o exponen. Tenemos nuestras verdades y las imponemos a otros. Cuantas veces nos enfrentamos a nuestros hijos porque piensan o hacen cosas diferentes a las que hacíamos nosotros en nuestros tiempos. ¿Acaso eramos mejores nosotros?

Eso no significa que permitamos todo y que todo vale. No decimos eso, pero sí podemos pensar en ser más misericordioso, escuchar más y tratar de comprender. No perdamos la buena actitud de buscar siempre el bien y la verdad. Se trata de perseguir siempre la búsqueda del bien del hombre y de orientarnos desde la Palabra de Dios, Verdad Absoluta, que, en el Espíritu Santo, nos guía y nos orienta hacia la Verdad.

Y es eso, Señor, lo que, hoy, desde este rincón de oración, queremos pedirte y suplicarte. Danos la luz de apoyarnos siempre en tu Palabra y dejarnos conducir por ella. Tengamos siempre la paciencia y la templanza de confiar en tu Providencia y de sabernos queridos y amados por Ti, Señor, que nos guia por el buen camino. Amén.

martes, 16 de enero de 2018

SÁCAME, SEÑOR, DE LA LEY Y LLÉNAME DE AMOR Y MISERICORDIA

Qué hay que cumplir las leyes es evidente, y eso no admite ninguna discusión. José y María se sometieron a la ley y a las costumbres de su tiempo. Así lo narra el Evangelio en los primeros años de Jesús. Fue presentado en el templo y cumplió con los requisitos de la ley. Pero, eso no debe confundirnos ni desviarnos del criterio que la ley debe estar siempre al servicio del hombre. Una ley que no cumpla esa condición deja de ser ley, para convertirse en esclavitud e imposición. Y debe ser corregida o abolida.

Porque, la ley debe siempre mirar al beneficio y bien común del hombre. Siempre contenido en la verdad y la justicia. Todas las personas somos iguales, y por el hecho de ser hijos e hijas de Dios reciben la dignidad de ser iguales en derechos y tratados en condiciones de igualdad, de justicia y verdad. Nunca se pueden legislar leyes que vayan contra la dignidad de la persona y contra el bien común.

Por eso, Señor, consciente de mi esclavitud y mi tendencia a ser egoísta, de la que no puedo escapar y de la que me siento esclavo, te pido que me llenes de amor. De amor libre que me ayude a, voluntariamente, darme en servicio y para el bien común de todos los hombres. Independientes del color, raza, credo o lugar del que procedan. Ayúdame, Señor, a priorizar el amor y la misericordia antes que la ley. Leyes que someten y esclavizan en muchas situaciones a los hombres, y que van encaminadas a favorecer a unos cuantos poderosos y ricos.

Danos, Señor, la sabiduría de iluminar los caminos, nuestros caminos, con la luz de la verdad y la justicia, que sólo nos viene de Ti. Porque, los hombres, ciegos por su condición pecadora y humana, se ven sometidos y esclavizados por el pecado a las más bajas pasiones y avaricias que los denigran y los enfrentan a muerte. Sácanos, Señor, del sometimiento a la ley y llénanos de amor y misericordia.

Confiados en tu Amor y Misericordia, Señor, caminamos depositando en Ti toda nuestra confianza y esperanza. Y en tus Manos ponemos todos nuestros anhelos y nuestros deseos de verdad y justicia entre los hombres, para que la fraternidad se haga realidad en este mundo en el que vivimos. Amén.

lunes, 15 de enero de 2018

LA NOVEDAD ES EL AMOR

Un mandamiento nuevo les doy, dice el Señor. Jesús nos viene a renovar, a liberarnos de lo encorsetado, de las prácticas y cumplimientos que nos aprisionan y esclavizan. De las costumbres y las tradiciones y de la ley que vigila el cumplimiento y no el espíritu y el amor. Es hora de, no anular, sino renovar y dar un nuevo sentido a la vida movido por la misericordia y el amor.

No queremos quedarnos, Señor, en lo establecido, en lo inmovible y tradicional, sobre todo cuando aprisiona e inmoviliza. Queremos abrirnos a la generosidad, a la dignidad de considerarnos hermanos porque somos tus hijos y, por supuesto, al derecho de amarnos como Tú nos amas. Lo antiguo nos ha valido para llegar hasta aquí, pero ahora, queremos madurar y sentirnos hombres nuevos creados para amar por encima de lo establecido en la ley.

Porque entendemos la ley en función del amor. Tú nos has salvado por amor, y por amor tenemos la oportunidad de ser perdonados y rescatados de la esclavitud del pecado. Danos, Señor, esa sabiduría de sabernos hijos tuyos creados para amar y no para simplemente cumplir. No es hora de ayunos, sino de alegría y gozo, porque, Tú, el Señor estás con nosotros y nos salvas para la eternidad. Queremos, pues, exultar de alegría y gozo junto a Ti.

Sí, sabemos que llegarán momentos de tribulación, de tentaciones y de sufrimientos. La cruz está en nuestro camino, y cuando llegue ese momento necesitaremos fortaleza para soportar la mortificación y el ayuno. Necesitaremos, confortados en la oración y las privaciones, soportar las adversidades y las pruebas que el mundo nos exigirá, sabedores que Tú estás con nosotros. 

Te pedimos, Señor, la voluntad, la sabiduría, la fortaleza y toda la valentía que necesitamos para encarar los momentos difíciles de nuestra vida sin separarnos de Ti. Entonces necesitaremos ayunar, privarnos y fortalecernos en la esperanza de saber que un día estaremos en tu presencia. Amén.

domingo, 14 de enero de 2018

DANOS SABIDURÍA SEÑOR PARA SABER ENCONTRARTE

Supongo que soy cristiano, y se supone que sigo a Jesús, pero, ¿realmente que busco en Jesús? ¿Busco la salvación?; ¿busco seguridad y paz? ¿busco librarme de enfermedades y accidentes en esta vida? ¿Por qué busco al Señor? ¿Realmente me doy cuenta de quien es? Estas y otras preguntas nos pueden ayudar a encontrarnos con el verdadero Jesús.

Como nos es difícil responder, y no porque no queramos hacerlo, sino porque no sabemos y nos resulta casi imposible hacerlo, buscamos, Señor, tu ayuda y que, en el Espíritu Santo, nos guíe y nos ilumine para poder conocerte y encontrarte. Tal y como hicieron aquel día Andrés y Juan siguiendo la advertencia y consejo de Juan el Bautista. Sí, nosotros creemos que Tú eres el Mesías, pero necesitamos tu Gracia para poder experimentarte cercano y revitalizar fuertemente nuestra fe.

Queremos, Señor, saborear ese encuentro contigo y fortalecernos en la fe, tanto de palabra como con obras. Queremos quedarnos contigo, no sólo una tarde, sino para siempre. Sabemos que el camino no será fácil. Conocemos como lo han recorrido otros que te ha seguido, y lo bien que lo han hecho, pero también los malos momentos, sufrimientos y dudas por las que han pasado. Quizás eso nos da miedo, y no paraliza un poco o no nos deja entregarnos como nos gustaría.

Danos, Señor, la fuerza y la voluntad de confiar con más determinación y empeño. Danos la paciencia y la esperanza de hacerlo con alegría y gozo y la perseverancia de sostenernos, a pesar de las dificultades, siempre firmes. Conocemos que el camino está lleno de tentaciones y de peligros, pero confiamos que tu Gracia nos desbordes como ocurrió con Andrés y Juan, y, más tarde Simón, avisado por su hermano Andrés. 

Danos, Señor, el entusiasmo de Juan y Andrés para llevar también nosotros la experiencia de ese encuentro contigo a los demás y contagiarles de ese entusiasmo que Tú nos contagia y nos llena de alegría y gozo. Amén.

sábado, 13 de enero de 2018

ABIERTO A TU LLAMADA

No tengo fe y no quiero hacer las cosas por imposición o contra mi voluntad. Son frases y pensamientos que los hemos oídos muchas veces y que también lo experimentamos a lo largo de nuestra travesía. Da la sensación que el sentido común nos dice que la fe es primero, y luego vendrá la conversión. Sin embargo, Jesús empieza por llamarnos a la conversión sin nombrar para nada la fe: "Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio"... -Mc 1, 14-20-.

Confieso que en principio me extrañaba, o, al menos no lo comprendía. Será primero la fe y luego la conversión, me decía. Afortundamente, la Gracia del Espíritu, escuché en una homilía lo que interiormente buscaba de forma inconsciente. Sí, primero es la conversión, y en la medida que te abras a esa conversión, el Espíritu de Dios premiará tu disponibilidad y te inundará de fe. Así ocurrió con María, se abrió sin entender lo que el Ángel Gabriel, enviado por Dios, le proponía, y su fe empezó a nacer y crecer.

Tú, y yo, también tenemos y debemos de dar ese primer paso. No es primero la fe, sino la conversión. Responder al Señor no es cuestión de fe, sino de confianza y de disponibilidad. Su sello está en tu corazón y tú, sin saberlo, le buscas. Cuando te llama, abrete a su Palabra, y la fe se te dará por añadidura. Porque, por ti no podrás nunca encontrarla. La fe es un don de Dios, y la da a quienes se abren a su Palabra.

Por lo tanto, te pedimos Señor que nos empuje a seguirte como hizo Leví, el de Alfeo. Seguir ciegamente a tu insinuación. En nuestro Bautismo nos has configurado como sacerdote, profeta y rey, y hemos recibido la Gracia Trinitaria de tu Amor. El Espíritu Santo, el mismo que recibió tu Hijo predilecto en el Jordán, ha bajado también sobre nosotros. Él nos guiará por el desierto de nuestra vida. Danos, Señor, la fuerza y la voluntad de sostenernos siempre en tu Palabra y de abrirnos a ella, porque, seguro, después vendrá la fe de sabernos en las mejores Manos. 

Porque, Tú eres infinitamente bueno, bondadoso y misericordioso. Y en Ti encontraremos la justicia, la verdad y la paz que nos llenará de gozo y felicidad eterna. Amén.

viernes, 12 de enero de 2018

LA FUERZA DEL PERDÓN

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS.


Jesús se presta a hacer milagros por su infinita compasión, y llevado por nuestra dureza de corazón, que no ve más allá del poder y lo espectacular. En el caso que hoy nos ocupa cura al paralítico que le presenta por la mala intención de aquellos escribas que piensan que Él no puede perdonar los pecados, pues eso sólo le pertenece a Dios. Ante esta ceguera, Jesús se ve obligado a despertarles su ignorancia y oscuridad.

Posiblemente, a ti a a mí nos ocurra algo parecido. Buscamos milagros; buscamos testimonios de gente que nos digan que han sido curados; buscamos grandes hechos; vamos a santuarios donde oímos se producen milagros; buscamos a oradores y envagelizadores que nos den razones para creer, para convencernos que Jesús, el Mesías enviado por el Padre, es el Hijo de Dios verdadero.

Y, quizás, piensa que tú no estás paralítico. A mí me sucede lo mismo. La realidad es que tenemos nuestros corazones paralíticos y enfermos. Necesitamos el masaje de la fe para que nuestros corazones se pongan en marcha y latan con latidos de fe. Necesitamos levantarnos y ponernos en marcha; tomar nuestra camilla, donde habíamos dejado tumbada todas nuestras esperanzas e inquietudes, y ponernos a caminar. A caminar acompañados de la misericordia de Dios.

Porque, estamos perdonados, estamos salvados siempre que, como aquel paralítico, nos pongamos, por nosotros mismos o llevados por otros, delante del Señor. Sí, el Señor quiere salvarnos. Él nos puede curar nuestras parálisis, tiene poder para eso y mucho más. Es Dios, el Creador de todo lo visible e invisible, pero no te puede salvar sin tu permiso. Te ha creado libre, con poder de decisión, y serás tú quien decidas si quieres curarte, no para un rato en este mundo, sino para siempre.

Para eso, necesitas ser perdonado. Por eso, la alegría de Jesús es poder perdonarte tus pecados contando con tu dolor y arrepentimiento. Sí, Señor mío, me pongo a tus pies con todo el dolor de mi corazón y arrepentido de todas mis faltas imploro tu Misericordia y Perdón. Amén.

jueves, 11 de enero de 2018

DUREZA DE CORAZÓN

Nunca dejaremos de insistir, ni de insistírnos a nosotros mismos, que la oración es vital. Vital para no alejarnos del Señor y sostenernos en su presencia, porque de eso dependerá nuestra firmeza y nuestra fe. Y, también, la suavidad de nuestro corazón. Porque, lejos del Señor se nos endurece el corazón y rechazamos su Palabra. Por lo tanto, pidamos tener un corazón suave y dispuesto a oír la Palabra del Señor.

Y oír no es lo mismo que escuchar. Podemos oír ruido, pero no saber que significa ni de dónde viene. Tendremos que atender y escuchar. Es decir, entender que se nos dice y abrirnos a eso que se nos dice. Ser dócil y obediente en hacer vida esa escucha de la Palabra en nuestro corazón. Posiblemente, esa sea nuestra más grave lepra, la lepra de escucharnos a nosotros mismos y de actuar según nuestros intereses y proyectos.

Se trata de silenciar nuestro interior y apartarlo de posibles distracciones que el mundo nos propone para, en silencio poder escuchar con serenidad y paz la Palabra del Señor. Escucharla para obedecerla y llevarla a la vivencia de nuestra vida. Y no es fácil, pues los golpes de la vida y nuestros propios fracasos se encargar de hacernos dudar de la Palabra de Dios y sembrar nuestro corazón de dudas y desconfianza. El camino se hace cuesta arriba y la adversidad hace presencia.

Son esos momentos que la cruz se hace pesada y nos amenaza con derrumbarnos y sentir deseos de abandonar. Se nos endurece el corazón y apenas nos hemos dado cuenta. Recemos para no perder en esos momentos la presencia del Señor. Él está con nosotros y en esos momentos está aún más cerca. Necesitamos pedirle, como el leproso del Evangelio, que nos cure, que nos dé fuerza y nos limpie nuestro contaminado corazón. Limpia, Señor, mi cuerpo de la lepra de la duda y el desánimo, y sosténme firme y dispuesto a seguirte con mi cruz.

Yo, como aquel leproso, proclamaré que Tú eres el Hijo de Dios y que has venido para, no sólo curar al hombre de sus enfermedades, sino a salvarlo definitivamente de la muerte eterna. Sí, Señor, nuestra esperanza y nuestra fe es Resucitar contigo y vivir a tu lado para Siempre. Amén.

miércoles, 10 de enero de 2018

CONECTADO CON EL PADRE

La fortaleza consiste en estar unido al Padre. Jesús no se despega de su Padre y todo lo relaciona con Él. Cada día hay un tiempo fundamental para relacionarse con el Padre, porque de esa relación depende su misión. Ha venido para cumplir la Voluntad del Padre, por lo tanto, su relación con el Padre es primordial. También nosotros tenemos que estar permanentemente relacionados con Jesús. Sin Él nada podemos hacer -Jn 15, 5-.

Esa es nuestra oración de hoy, Señor, pedirte que nos des la sabiduría de permanecer siempre en Ti, como el sarmiento en la vid. Nuestro compromiso de Bautismo lo cumpliremos si estamos injertado en el Espíritu Santo que nos configura como sacerdotes, profetas y reyes. Somos conscientes de que sin Ti, Señor, no haremos nada. Y queremos hacer, Señor, por eso insistimos en pedirte que nos des tu Gracia para responder según nuestro compromiso de Bautismo.

Tú, Señor, nos enseña a cumplir con la Voluntad del Padre, y también a organizarnos y a dejar siempre, cada día, un tiempo para la oración y también, si se puede, para la Eucaristía. Es el alimento que nos ayudará a perseverar y a sostenernos en no quedarnos solo en palabras, sino pasar a las obras. Danos, Señor, la paciencia, la fortaleza y la perseverancia de saber sostenernos en tu amor.

 Comprender que nos quieres y que, no todo lo que nosotros buscamos, te pedimos y queremos es lo mejor y lo que nos conviene. No sabemos pedir, ni tampoco buscar lo que realmente necesitamos. El mundo nos amenaza dándonos cosas y satisfacciones que debilitan nuestra libertad y, como hiciste con la suegra de Pedro, necesitamos que nos cure, nos fortalezcas y nos des el alimento físico como espiritual para seguir en la brecha y responder a la obra que quiere de nosotros.

No apaguemos la luz de nuestro corazón sin dejar muy claro que la oración es muy importante, y que necesitamos buscarle siempre tiempo, porque es lo primero en nuestra vida, ya que nos pone en relación con nuestro Señor y nos ilumina el camino a seguir y las obras a realizar. Amén.

martes, 9 de enero de 2018

TU PALABRA ME LLENA DE ESPERANZA

Gracias, Señor, porque tu Palabra me llena de asombro y esperanza. Tu forma de decir las cosas es diferente, porque lo que dices lo haces. Tus Palabras desprenden seguridad y confianza y nos invaden de paz y sosiego. En el Evangelio de hoy, Marcos describe tu forma de enseñar y hacer y cómo hasta los espíritus inmundos te obedecen.

Todos quedan admirados de tus Palabras y de tus obras. No sólo enseñas, sino que haces y cumples lo que dices. Eres diferente y único como corresponde a tu dignidad de Hijo de Dios. Eres el Mesías, el enviado a rescatarnos de la esclavitud del pecado. Y eso me llena de esperanza y me da confianza y seguridad. 

Aprovecho, Señor, para pedirte perdón por todos mis pecados y para rogarte que me libres de las fuerzas del mal. Porque, quedándome sólo seré presa de su poder y no podré liberarme del pecado. Necesito estar junto a Ti y abierto a tu Gracia para ser iluminado y caminar por la senda de la verdad, justicia y amor. En Ti, Señor, pongo toda mi confianza y esperanzas. Te pido que limpies mi vida de todo pecado y me libres de las tentaciones que me inducen al mal y a separarme de Ti.

Yo, Señor, quiero asombrarme, pero no quedarme en la pasividad y en el asombro. Quiero ponerme en camino y seguirte y acompañarte en tu camino del anuncio de la Buena Noticia de Salvación. Límpiame de todos los malos espíritus que me amenazan y acechan con tentarme y desviarme del buen camino. Protégenos, Señor, y aparta de cada uno de nosotros esas fuerzas del mal que quieren separarnos de Ti.

Yo, Señor, confío en tu Palabra y quiero seguirte. Sé de mis limitaciones y mis pecados, pero también conozco tu Misericordia y tu Amor. Y en Ti, Señor, me abandono confiado en tu Misericordia y tu Amor. Amén.

lunes, 8 de enero de 2018

MI RESPUESTA ES AFIRMATIVA, SEÑOR. QUIERO IR TRAS DE TI

Quiero seguirte, Señor, pero experimento mis limitaciones y necesidades. Me doy cuenta de mi fragilidad. Soy limitado y débil, y mi humanidad pecadora me somete. Soy esclavo de mi propia carnalidad inclinada a mis apetitos, apetencias sujeta a mis pasiones. Todo eso me impide seguirte como a mí me gustaría. Sin condiciones ni impedimentos. Experimento mi voluntad esclavizada y sometida, sujeta a mis pasiones.

Desde este rincón, y unido a todos aquellos que lo visitan, quiero, y aprovecho, pedirte perdón por tantas desilusiones y fracasos ante el cumplimiento de tu Voluntad. Quiero pedirte tu Gracia, porque sin ella sé que no podré levantarme ni seguir tus pasos. Tu camino es duro y pesado y mi carne débil y pecadora. Reconozco mis pecados, Señor, y te pido perdón.

Sin tu concurso estoy perdido. Ahora veo claro la causa de tu venida. Te has hecho Hombre como yo para, desde esa humanidad como la mía, ayudarme y enseñarme el camino para resistir a la tentación del pecado. El desierto, por el que has pasado antes de empezar el anuncio de tu Buena Noticia de Salvación, ha sido la señal del camino que, también nosotros, tenemos que seguir. Y necesitamos la acción del Espíritu Santo, como Tú estabas con y en Él, para poder salir victorioso de nuestra lucha personal.

Necesito la Iglesia. Esa Iglesia que Tú empezaste a formar desde el principio. Gracias a todos tus apóstoles que te han respondido, y que por ellos hemos recibido también nosotros tu Palabra y anuncio de la Buena Noticia de Salvación. También quiero yo ser canal y transparencia de esa Buena Noticia para que llegue a otros. Por eso, Señor, quiero responderte y decirte que quiero seguirte como Simón, Andrés, Santiago y Juan. Pero, dame la Gracia de tu Espíritu para, fortalecido en ella, poder cumplir tu Voluntad.

Con esos deseos y súplicas, Señor, iniciamos este camino ordinario que hoy empieza, dejando atrás este tiempo navideño en el que Tú nos has revelado tu presencia, tu nacimiento, para que con tu venida revelarnos el Amor del Padre que te envía para anunciarnos la Buena Nueva. Amén.

domingo, 7 de enero de 2018

H I M N O (LAUDES)



A la orilla del Jordán,
descalza el alma y los pies,
bajan buscando pureza
doce tribus de Israel.

Piensan que a la puerta está
el Mesías del Señor
y que, para recibirlo,
gran limpieza es menester.

Bajan hombres y mujeres,
pobres y ricos también,
y Juan sobre todos ellos
derrama el agua y la fe.

Mas ¿por qué se ha de lavar
el Autor de la limpieza?
Porque el bautismo hoy empieza,
y él lo quiere inaugurar. Amén.


Bautismo del Señor, solemnidad
                                                                                                                     

sábado, 6 de enero de 2018

TÚ, SEÑOR, ERES CAMINO, VERDAD Y VIDA


Es importante, muy importante escucharte, Señor. Quizá la estrella de este día es el descubrir la gran importancia de la escucha. Porque, cada día amanece una estrella que nos indica el camino para seguirte. Porque, tu seguimiento nunca tiene fin en este mundo en el que vivimos.

Siempre es Navidad, porque siempre es día de Buena Noticia de Salvación, y porque cada día nace una nueva estrella que te señala el camino hacia el Señor. Tenemos necesidad luz, pero de una Luz que verdaderamente alumbre con sabiduría divina. Esa sabiduría que viene de arriba y no es de este mundo. Esa Luz que es capaz de alumbrar nuestro camino y que nos indique donde vives y donde moras. Porque, queremos, Señor, estar y permanecer en Ti. Ayúdanos a descubrir la estrella de cada día de nuestra historia, y a, fortalecido por tu Espíritu, encontrar la voluntad de seguirte como aquellos magos de oriente.

Gracias por tantas estrellas que me has regalado hasta este momento. Estrellas que ha cumplido con su misión de alumbrar. La Madre Iglesia, los grupos parroquiales, las pequeñas comunidades; la familia y por tantos testimonios que, como fogonazos de  luces, han alumbrado mi camino. Gracias, Señor, por la vida: también por Internet, donde nos fortalecemos compartiendo nuestra fe y anunciando la Buena Noticia de Salvación.

Gracias, Señor, una vez más por todo lo recibido. Te pido que yo también sepa darlo de forma gratuita según lo he recibido. Sin escatimar esfuerzos y dándome plenamente hasta el último momento de mi vida, y según tu Voluntad, porque si es la mía lo estropeo todo.

Gracias, Señor, por ser Tú mi estrella y guiarme, en el Espíritu Santo, hasta donde Tú has tomado nuestra naturaleza humana, Belén, y te has hecho Hombre, naciendo del vientre inmaculado de nuestra Madre María, para entregando tu Vida pagar por nuestros pecados y merecer para nosotros la salvación.

viernes, 5 de enero de 2018

SEÑOR, A PESAR DEL RUIDO DEL MUNDO, QUIERO QUE SEAS LO PRIMERO

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS.


Mucho ruido, las calles llenas de gente. Huele a fiesta, a regalos, a alegría, a roscón, a ilusión...etc. Y está muy bien, pero no a todos les ocurre lo mismo. Hay quienes sufren, y lo hacen, no sólo en estas fiestas, sino que vienen sufriendo todo el año pasado, y continúa ahora también. Ellos, los que sufren, no tienen garantías de nada.

 No reciben regalos. Peor, no tienen ni lo más necesario para sostener una vida digna y carecen de casi todo. Ellos no tendrán fiesta, ni regalos, ni alegría, ni roscón, ni tampoco ilusión. Cuesta saber eso y dejar entrar la alegría dentro de tu corazón. No sabes qué hacer ni qué decir. Ganas de gritar y de protestar por tantas cosas mal hechas en este mundo. Ganas de gritar por tantos niños mal tratados, abandonados, carentes de comida, de techo, de cuidados, de toda clase de peligros, y de condenados a muerte en el seno de sus madres.

No, esta noche no es noche de reyes para todos los niños. Ni tampoco para muchos padres y madres; tampoco para muchos adultos, abuelos y ancianos. Sin lugar a duda, hay mucha gente que sufrió en la noche de la Buena Noticia, y continúa sufriendo hoy. Las palabras brotan de mis dedos como agua clara que corre sin pausa a través del impuso de mis dedos en las teclas. No me siento bien y me uno al sufrimiento en muchas partes del mundo de los que reciben como regalo más sufrimiento.

Por eso, pido al Padre del Cielo que mande luz y sabiduría al mundo para que el mundo sepa repartir paz y dignidad en todos los lugares del mundo. Y yo, no puedo quedarme quieto. Me siento impotente, débil ante la respuesta que debo dar. Yo estoy en el mundo y tengo todo lo que necesito, pero, ¿y los otros? Me siento como una gota en el océano, sin poder hacer nada, sino caminar al ritmo mecido de las olas y compartir mi tristeza por todo lo que sé que está pasando en otros lugares.

Sí, todos tenemos algo de culpa. Unos más inocentes que otros, pero todos estamos pagando esas malas intenciones que unos cometen y otros, en esta concreta situación de noche de reyes, la sufren, tal es el caso de los niños. Quisiera tener poder para derrumbar esas barreras y encender una estrella de ilusión en todos esos lugares donde la luz brilla y abunda las tinieblas. Perdona, Señor, mis pecados.

jueves, 4 de enero de 2018

ABRE TUS OÍDOS

Es posible que hayamos oído hablar de Jesús tanto o más que Andrés y Juan. A ellos les bastó una simple indicación del Bautista y corrieron tras Jesús. A nosotros, que quizás nos han dado una y mil indicaciones, no nos han movido ni un ápice. Posiblemente haya algunas diferencias.

Ellos, Andrés y Juan, estaban preparados. El Bautista les había puesto en guardia y les anunciaba la venida del Mesías prometido. Nosotros, posiblemente, no esperamos a nadie, y, por lo tanto, no estamos vigilantes ni prestos a ninguna indicación. Ellos buscaban liberarse del yugo de la esclavitud, aunque estuviesen equivocados en la forma y en la materia; nosotros no advertimos ninguna esclavitud. Es más, nos sentimos a gusto, acomodados e instalados en el bienestar y placer. Ellos dieron el paso y se encontraron con Jesús, y conociéndole quedaron encantados hasta el punto de darlo a conocer a otros.

Nosotros no nos atrevemos a acercarnos y descubrirlo. Nosotros estamos atenasados por el miedo y no le buscamos. Nos tapamos los oídos y miramos para otro lado. Estamos instalados e inmóviles en nuestro mundo. Sometidos, esclavizados y condenados a morir. Por lo tanto, para liberarnos necesitamos despertar y salir al encuentro de Jesús. Y eso exige camino duro y por el desierto hasta madurar y experimentar la necesidad de buscar el encuentro con el Señor.

Posiblemente, el hambre, la enfermedad, el dolor, las tragedias y tempestades de la vida nos devuelva a la realidad y siembren, a pesar del dolor y sufrimiento, la semilla del deseo de buscar la liberación y el encuentro con el Señor. Porque, sólo Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Pidamos, pues, esa Gracia con verdadera necesidad y fe. Tengamos presente que el Señor nos ha sugerido pedir y llamar -Mt 7,7-, diciéndonos que quien pide recibirá, y a quien llama se le abrirá.

No perdamos la esperanza ni la confianza. El Señor está con nosotros y nos escucha. Y nos espera para llevarnos a donde Él Vive y enseñarnos el camino que, con su Gracia, podamos recorrer en su Palabra injertados y fortalecidos por y en el Espíritu Santo. Amén.

miércoles, 3 de enero de 2018

RECONOCERNOS PECADORES

Muchas veces nos cuesta acercarnos al confesionario porque no sabemos que decir. No encontramos culpas de las que arrepentirnos, y casi nos gustaría tener algún pecado para poder arrepentirte y confesarte. Parece absurdo, pero he escuchado a algunas personas que así se han confesado. Y también a mí me ha ocurrido algo de eso. Posiblemente, el peligro se esconde en que nuestra conciencia está algo dormida y no somos sensibles a muchas omisiones o faltas que hieren a otros.

Quizás haga falta que nos tiren de la lengua y nos vayan ayudando a ver muchas situaciones de nuestra vida en las que fallamos. Cuantas veces nos hacemos un poco los despistados para dejar de hacer esto o aquello; cuantas veces simulamos estar distraidos para evitar el encuentro con aquella persona o no complicarnos con este u otro servicio. Cuantas veces no apretamos el botón del ascensor al ver que la puerta se cierra al ver venir a alguna persona.

No cabe duda que tenemos muchas fallos y pecados. Posiblemente no podamos evitarlos o, incluso, saber exactamente como actuar, pero si somos consciente de que fallamos mucho. Al menos yo me siento así, y cada día experimento que mi salvación se debe a la Misericordia y a la Gracia de Dios. Porque, por mucho que me esfuerce, siempre seré un pecador. Sólo me salva la Gracia.

Por el Bautismo, todos mis pecados me son perdonados. El Bautismo nos hace hijos adoptivos y partícipes de la naturaleza divina, miembros de Cristo, coherederos con Él y templos del Espíritu Santo. La Santísima Trinidad - Padre, Hijo y Espíritu Santo - nos da la Gracia Santificante, que nos hace capaces de creer en Dios, de esperar en Él y de amarlo; de vivir y obrar bajo la moción del Espíritu Santo mediante sus dones; de crecer en el bien por medio de las virtudes morales (Rev. P. Higinio Rafael ROSOLEN IVE (Cobourg, Ontario, Canadá).

Pidamos, como nos exhorta el Papa Francisco, «despertar la memoria de nuestro Bautismo», «vivir cada día nuestro Bautismo, como realidad actual en nuestra existencia».

martes, 2 de enero de 2018

ES CUESTIÓN DE PEDIR

Tomemos en serio la sugerencia del Señor. Él nos ha dicho que pidamos y recibiremos -Mt 21, 22- y siempre cumple su Palabra. Luego, no hay ningún problema, pues recibiremos lo que pidamos. Eso sí, comprenderemos que no nos dará nada que nos perjudique, sino todo lo contrario. Nos dará lo que necesitemos para madurar, para crecer y para, sobre todo amar.

Y, en muchos momentos de nuestra vida eso pasará por convertirse en una cruz. ¿No nos ocurre lo mismo respecto a nuestro crecimiento físico y natural? ¿No nacemos con dolor y sufrimiento tanto de nosotros, que lo expresamos con llantos, como de nuestras propias madres? ¿No nos cuesta sudor y sacrificio progresar, formarnos y prepararnos para enfrentarnos con la vida?

Nuestro Padre del Cielo nos dará todo lo que necesitemos para, en cada momento, superar y soportar los sacrificios, los dolores, así como también saber contener las alegrías y emociones. Tendremos que pasar por un camino de cruz, tal y como Él lo pasó también. Porque, ese camino es el que nos forjará y nos preparará para darnos y sacrificarnos por los demás. 

Y eso no es sino corresponder a lo que Jesús hace por nosotros a cada instante. Porque, no mereciéndonos ser amados, Él nos ama. Quizás, por eso nos pide que experimentemos nosotros lo que supone amar a los que no merecen ser amados. Es decir, perdonar aunque no merezcan ese perdón. ¿No somos nosotros perdonados y salvados por la Misericordia de Dios? Eso lo explica todo.

Pidamos sabiduría para entenderlo y para ser, como Juan Bautista, testimonio de ese perdón y misericordia que Dios quiere que demos y experimentemos con los demás. Pidamos llenarnos de paciencia, fortaleza y esperanza, para, soportando las adversidades y disfrutando las alegría, tengamos siempre presente y claro que Jesús, el Señor, es nuestro Salvador y Redentor. Amén.

lunes, 1 de enero de 2018

GLORIAS Y ALABANZAS AL SEÑOR



Himno

Decid a la noche clara
tome en sus manos el arpa,
y salmos de David cante,
cante con la Virgen santa.

Ángeles del cielo vienen,
de luz son las bellas alas,
y un canto divino traen
para estas nupcias sagradas.

Y, al amanecer, las aves
 
y el alba que se levanta,
con silbos del universo
cantadle vuestra alabanza.

Del Padre eterno nacido,
nace en carne la Palabra,
con nosotros vida y muerte,
y una muerte ensangrentada.

Al Hijo de Dios cantemos,
¡ay, gracia desenfrenada!,
ni los cielos sospecharon
que el mismo Dios se encarnara.

¡Oh gracia para adorar,
que nunca cupo más alta!
Tú, para hacernos divinos,
humano a nosotros bajas.

Cantad, criaturas todas,
que todas estáis salvadas,
y con la boca quedaos
al Padre diciendo: "¡Gracias!" Amén.


Santa María, Madre de Dios, solemnidad


FELIZ 2018