Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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miércoles, 3 de febrero de 2021

LA FE NO SE PUEDE COMPRAR, SOLO SE PUEDE PEDIR

 

La fe es un don de Dios y solo pidiéndosela la podemos recibir por su Gracia. El pelo se nos vuelve blanco y no nos damos cuenta. Lo advertimos con el paso del tiempo. La semilla plantada en la tierra crece y se hace grande sin nosotros intervenir ni darnos cuenta. De la misma forma, la fe es un don de Dios y nace en nuestro corazón y va creciendo sin darnos cuenta. 

¿Y no tenemos que hacer nada? ¡No tanto como eso, claro que tendremos que poner de nuestra parte! Se nos ha dado la libertad para elegir o rechazar. Pues bien, podemos elegir la fe abriendo nuestro corazón a la Palabra, a la escucha y a las enseñanzas de Jesús. Es decir, en otras palabras, preparar la tierra de nuestro corazón, abonándola y disponiéndola para que la semilla de la Palabra germine y dé frutos.

Entonces, la fe, por la Gracia de Dios, irá echando raíces profundas que arraigaran esa fe afirmándola y depositándola en tu corazón. E irá creciendo hasta el punto que advertirás un día que tu fe está presente en tu corazón y empieza a crecer. Advierte que has abierto tu corazón y has elegido perseverar y seguir el camino de las enseñanzas de Jesús - hoy en la Iglesia - para que entren en tu corazón. Pregúntate, ¿no es eso pedir la fe? ¿No estás, con tu actitud y disponibilidad, rogándole al Señor que te dé la fe?

¡Claro que sí! La fe hay que pedirla y, no solo con la lengua sino con las obras de tu vida. Pedirla y hacer los gestos y obras que confirma esa petición. Y, por supuesto, que vendrá a ti, porque, eso es lo que quiere Jesús, que confíes y creas en Él. Para eso expresamente ha venido, para que creas en Él y te salves. Pidamos, pues, el don de la fe con esperanza, paciencia y perseverancia. Precisamente, en el Evangelio de hoy, Jesús se maravilló de su falta de fe. Y recorría los pueblos del contorno enseñando.

sábado, 18 de mayo de 2019

¡SEÑOR, TENGO TANTAS COSAS QUE PEDIRTE!

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Me invitas a pedir, Señor, y eso me descubre que sabes cuántas necesidades tengo. Son muchas y necesito que me asistas y auxilies para poder avanzar. Desde aumentar mi fe hasta fortalecer y afirmarla en la escucha de tu Palabra y en la relación de la oración. Sí, necesito hablarte y pedirte muchas cosas, Señor.

Necesito paciencia, mucha paciencia y saber esperar tus decisiones. Necesito sabiduría para entenderte y saber discernir el camino que me señalas y debo seguir. Necesito saber escucharte para irte conociendo mejor hasta ver en Ti el Rostro del Padre. Necesito comprender que Tú, mi Señor, estás en el Padre y el Padre en Ti. Pero, sobre todo, necesito ponerme en tus Manos y dejarme guiar por tu Palabra apoyado en tu Amor y Misericordia.

¡Son tantas cosas, Señor, que no sé por dónde empezar! Pero, quizás, lo primero es creer que todo lo que te pida, Tú, si conviene y es para mi bien y salvación, me lo puedes dar. Eso es lo que me dices y a lo que me invitas en el Evangelio de hoy. Y eso es lo que yo también quiero pedirte.

Dame, Señor, la fe de creer, como si de un niño se tratara, en tu Palabra, que, aunque confieso y manifiesto que creo, en lo más profundo de mi ser no me termino por creérmelo de verdad. Al menos no parece que mi vida refleja esa fe con claridad meridiana o eso es lo que a mí me parece. Por eso, te pido, Señor, que me des la sabiduría de saberlo, de discernirlo correctamente y de reforzarla con valentía y firmeza.

Te pido, Señor, que me aclares todo eso y que alumbres mi camino para recorrerlo con decisión, con disponibilidad, con alegría, con firmeza, con seguridad y esperanza. Amén.

miércoles, 23 de enero de 2019

¿DÓNDE ESTÁN MIS PARÁLISIS?


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Es posible que no hayamos descubierto nuestras parálisis. Quizás están muy ocultas dentro de nosotros y pasan desapercibidas. Aparentemente estamos saludables y nuestras piernas se mueven rápidas al ritmo que nuestros músculos tiran de ellas. Incluso, hacemos deporte y nuestra elasticidad corporal responde muy bien. No hay síntomas de parálisis. Y si eso es lo que parece y vemos no tenemos necesidad de recurrir al médico.

Sin embargo, tenemos dificultad para escuchar a alguna persona amiga que necesita ser escuchada. Tenemos dificultad para compartir con quien lo necesita y grandes problemas con nuestra solidaridad y generosidad con los demás. Sobre todo con los que sufre. Igual no nos hemos dado cuenta, pero pensamos solo en nosotros y, lo más, nos apenamos o compadecemos de los sufrimientos que padecen otros o que las noticias nos descubren.

Pero, lo hacemos desde otro ángulo, como mero espectadores y sin tomar parte activa en ello. Ni siquiera con nuestra preocupación y oración. Cosa que ni siquiera creemos en ella o no le damos mayor importancia. Las parálisis no están en la inmovilidad de nuestros músculos, al menos las importantes, sino en nuestro corazón. Quizás esté apagado, empapado de esa agua insípida, estancada y casi muerta. Necesita ser transformada, purificada y convertida en ese vino nuevo que trae vida nueva, generosa, compartida, alegre, y renovada.

Hay algunos santos que, estando inmovilizados, se han movido mucho. Ha corrido con su generoso corazón y han alcanzado la cima hasta encontrarse y llegar a Dios. Sí, después de este recorrido he descubierto que yo también tengo muchas parálisis que necesito curar, y tiendo mi mano, Señor, me atrevo a ponerla delante de Ti. Quizás, sin tu permiso, pero confiado en que Tú la advertirás y la sanarás.  Y es eso lo que te pido, Señor, cura mis parálisis que me impiden llegar y encontrarme contigo. Amén.

martes, 2 de enero de 2018

ES CUESTIÓN DE PEDIR

Tomemos en serio la sugerencia del Señor. Él nos ha dicho que pidamos y recibiremos -Mt 21, 22- y siempre cumple su Palabra. Luego, no hay ningún problema, pues recibiremos lo que pidamos. Eso sí, comprenderemos que no nos dará nada que nos perjudique, sino todo lo contrario. Nos dará lo que necesitemos para madurar, para crecer y para, sobre todo amar.

Y, en muchos momentos de nuestra vida eso pasará por convertirse en una cruz. ¿No nos ocurre lo mismo respecto a nuestro crecimiento físico y natural? ¿No nacemos con dolor y sufrimiento tanto de nosotros, que lo expresamos con llantos, como de nuestras propias madres? ¿No nos cuesta sudor y sacrificio progresar, formarnos y prepararnos para enfrentarnos con la vida?

Nuestro Padre del Cielo nos dará todo lo que necesitemos para, en cada momento, superar y soportar los sacrificios, los dolores, así como también saber contener las alegrías y emociones. Tendremos que pasar por un camino de cruz, tal y como Él lo pasó también. Porque, ese camino es el que nos forjará y nos preparará para darnos y sacrificarnos por los demás. 

Y eso no es sino corresponder a lo que Jesús hace por nosotros a cada instante. Porque, no mereciéndonos ser amados, Él nos ama. Quizás, por eso nos pide que experimentemos nosotros lo que supone amar a los que no merecen ser amados. Es decir, perdonar aunque no merezcan ese perdón. ¿No somos nosotros perdonados y salvados por la Misericordia de Dios? Eso lo explica todo.

Pidamos sabiduría para entenderlo y para ser, como Juan Bautista, testimonio de ese perdón y misericordia que Dios quiere que demos y experimentemos con los demás. Pidamos llenarnos de paciencia, fortaleza y esperanza, para, soportando las adversidades y disfrutando las alegría, tengamos siempre presente y claro que Jesús, el Señor, es nuestro Salvador y Redentor. Amén.

domingo, 16 de octubre de 2016

AUMENTA MI FE Y MI CONFIANZA, SEÑOR, PARA NO DEJAR DE PEDIRTE


Pedir requiere perseverancia y fuerza de voluntad. Porque cuando pides y no recibes, te cansas y terminas por abandonar. Experimentamos en nuestra vida silencios, que nos parecen interminables, con respecto al Señor. Supongo que muchos de nosotros estamos cansados o, quizás algo desesperanzado con aquello que llevamos tiempo pidiéndole al Señor. Y no vemos resultados.

Nuestros hijos no se convierte ni cambian de actitud ante la fe; nuestra fe no parece que aumente; nuestro testimonio no llega a nuestros amigos o entorno; no apreciamos adelanto en nuestra forma de vivir y nos parece que siempre hacemos lo mismo. Estas y otras peticiones pueden ser algunas de las nuestras, o, si no lo son, pueden parecerse. En ellas, yo, me veo reflejado.

Y es verdad que se nos pasa por la cabeza que no lo vamos a conseguir. O que Dios no nos va a ayudar o no nos escucha. Y también, muchos se cansan y se alejan. Supongo que hay de todo. Pero una cosa es cierta. Dios nos escucha y sabe que necesitamos. Pero también espera que tú y yo confiemos en Él. Nos ha dado libertad, pero, sobre todo, voluntad para insistir y sostenernos en la fe. Y puede ser que Él espera hasta ver probada esa fe.

Miremos la vida de muchos que le han seguido y perseverado confiadamente en Él. Han aguantado en la oscuridad abandonados en sus brazos. María guardaba estas cosas, quizás incomprendidas, en su corazón y confío siempre en el Señor. Él sabe el momento y nuestra hora y se no revelará cuando sea ese momento que nosotros nunca entenderemos ni sabremos. 

Nos toca ahora escucharle, sentirle y hacer su Voluntad hasta que llegue nuestro momento, que empezará cuando llegue nuestra hora. Una hora que esperamos, quizás con miedo, pero con mucha confianza y esperanza, porque nuestro Padre es Padre Misericordioso. ´Tenemos muchas razones para confiar en Él. Pidámosle que las mantengamos hasta estar en su presencia. Amén.

miércoles, 29 de junio de 2016

REZAMOS POR EL PAPA



Primero te pedimos, Señor, que nos fortalezcas nuestra fe y que optamos por seguirte. Y que queremos hacerlo con todas las consecuencias. Y sabemos que somos débiles y que tememos defraudarte y no estar a la altura de la circunstancias. Pero también confiamos en tu Misericordia y tu Gracia para sentirnos fuertes y capaces de seguirte como Pedro y los apóstoles.

Pero, también, te pedimos por el Papa Francisco, hoy sucesor directo de Pedro, para que tenga la fuerza, la voluntad y la sabiduría de cumplir con la misión que Tú, en la Persona de Pedro, le has encargado como sucesor de él, apacentar y pastorear tu Iglesia. 

Sabemos de las dificultades y peligros que nuestro mundo de hoy nos presenta. Sabemos de los peligros que acechan a todos los que te siguen, Señor, y también, de forma especial, a nuestro Papa Francisco. Y, confiados en tu Palabra y Poder, descansamos y esperamos que tu Iglesia siga con paso firme protegida contra los poderes del Infierno, para cumplir con su misión.

Por eso, unidos a nuestro Papa Francisco, con todos los Obispos y presbíteros; con todos los religiosos y religiosas, órdenes, asociaciones y seglares, te pedimos que nos concedas la Gracia de sostenernos en la obediencia y en la unidad, para que tu Iglesia pueda dar testimonio y evangelizar siguiendo tus enseñanzas y mandatos. 

También te pedimos que mandes obreros a tu mies, porque la tarea es ingente y los obreros pocos. Despierta, Señor, vocaciones y compromisos, tanto para el sacramento del orden como para la evangelización y la tarea de los seglares. Necesitamos agentes de pastoral comprometidos desde la vida y la oración y según tu Palabra. 

Confiados en que nos escuchas y que nos darás lo que necesitamos, continuamos el camino esforzándonos injertados en Ti para responder, cada día, según tu Palabra. Amén. 

martes, 24 de febrero de 2015

¿DÓNDE ELEVAMOS NUESTRA MIRADA PARA PEDIR?



No podemos esconder las necesidades que tenemos. Si es verdad que solemos esconder nuestras carencias ante la presencia de los demás. Vivimos de la apariencia y nos apetece presentarnos delante de los demás sin nuestras carencias y necesidades.

En el fondo nos descubrimos suficientes. Porque suficientes no es ser y creerse más que los demás, sino también aparentar serlo escondiendo nuestras necesidades. Pero, tarde o temprano, no podremos ocultarlo ni resistirlo, y levantaremos la mirada para pedir ayuda. Y sólo a Ti, Padre del Cielo, podremos recurrir.

Porque la verdadera ayuda que necesitamos sólo nos la puede dar Tú, Señor. Porque sólo Tú nos conoces; porque sólo Tú eres bueno y puedes darnos lo que realmente necesitamos; porque sólo Tú tienes Palabra de Vida Eterna y Misericordia Infinita que nos perdona y nos das la verdadera Vida plena de gozo y eternidad.

Gracias Señor por hacerte presente en nuestra Vida. Gracias, Señor, porque nos acompañas y nos perdona, y nos espera pacientemente a que volvamos a Ti. Gracias Señor por aguantar nuestros rechazos, nuestras dudas, nuestras rebeldías y, sobre todo, nuestra ignorancia. Porque en el fondo somos unos pobres ignorantes que no entendemos la maravilla de tu Amor.

Perdona Señor nuestro atrevimiento e ignorante osadía. Perdona nuestra incapacidad de entenderte y de, incluso, exigirte nuestras apetencias y caprichos. Perdona Señor por tanta pobreza y pecados. Danos la sabiduría de ponernos en tu presencia y humildemente aceptar todo lo bueno que Tú quieras darnos. Amén.

jueves, 12 de febrero de 2015

ORAR ES PEDIR BIEN



Podemos orar y no conseguir nada. Es verdad que nunca sabremos los resultados de nuestra oración, si bien, en ocasiones se cumple lo que pedimos. Pero siempre quedará la duda de si ha sido el Señor quien nos ha respondido. Eso piensan los no creyentes. Sin embargo, los creyentes creemos que el Señor está, y si está nos responde.

El Evangelio de hoy nos da una de las muchas pruebas del resultado de la oración. Una oración de petición de ayuda, pero de insistencia y búsqueda hasta conseguirlo. Y una oración de respuesta, a pesar de quedar despreciada y comparada con los perrillos que comen las migajas que caen de la mesa de sus amos. Una oración que salta todas las dificultades, porque lo que persigue es la curación de su hija.

Una oración que esconde amor sin condiciones. Nos preguntamos: ¿es nuestra oración así? O al menos intentamos que sea así. La oración, en mi humilde opinión, más importante es la de petición. Y digo esto porque somos seres necesitados. Necesitados de salud, de alimento y de curaciones, pero también, quizás lo más importante y lo más ignorado por nuestra naturaleza caída, de salvación.

Necesitamos pedir, pero pedir bien. Pedir, porque no podemos escapar a las necesidades que tiene nuestra materialidad corporal, pero pedir por nuestra verdadera salud y salvación, tal es el bien de nuestra alma. Pedir por todo aquello que representa lo mejor para vivir en el Amor y Voluntad de Dios, porque esa será nuestra principal y verdadera salud y salvación.

Por todo eso, Señor, te pedimos que nos ilumines, nos des fuerza y voluntad para, llenos de tu sabiduría, saber conducirnos por el camino verdadero que nos conduce a Ti. Amén.

sábado, 7 de junio de 2014

POSTRADO ANTE TI SEÑOR



Me postro ante ti Señor sin condiciones. Tú eres la única Verdad, el Camino y la Vida, y sabes dar a cada uno lo que mejor le conviene y le hace feliz eternamente. No me atrevo a pedirte nada, entre otras cosas porque no sabría que es lo que más necesito. Lo dejo en tus Manos.

Hay muchas cosas que me gustarían, pero no sé si son las que más necesito y me convienen. Dejo todo en tus Manos, confiado a tu Misericordia y a tu Amor. Y, eso sí, te pido perseverancia, paciencia y fuerzas para aceptar lo que Tú vayas poniendo en mi vida, a pesar de mis rechazos, mis apariencias o apetencias, que buscan otras cosas y metas antes que las que Tú me propones.

Cambia mi corazón Señor, de un corazón endurecido que juzga, señala, sugiere y aprueba o condena, a un corazón humilde, callado, que acepta, propone y sirve sin diferencias, ni juicios, ni rechazos sino con amor. en tus Manos Señor pongo todas mis esperanzas. Amén.

martes, 18 de febrero de 2014

DAME LO QUE NECESITO, NO LO QUE DESEO



Se me ocurre pensar que hay bastante diferencia entre la necesidad y los deseos. Porque puedo desear muchas cosas, que incluso algunas puedes ser necesarias o no sobran al menos, pero sin las que me puedo pasar. Sin embargo, hay cosas que si las necesito de forma muy importante o casi vital.

También es verdad que solemos pedir muchas cosas deseadas sin mirar su verdadera necesidad, y cuando se trata de pedir gratuitamente, como es el caso de pedir a nuestro Padre Dios, solemos hincar la lista de los deseos ante que las necesidades. Bien, es verdad que a veces pedimos lo que, al menos, creemos que es verdadera necesidad, pero no por eso será lo que más nos conviene.

Será bueno, aunque nos costará más, disponer nuestro corazón a la Voluntad de Dios, entre otras cosas porque es Él el único que sabe realmente que necesitamos y que nos viene mejor para cada uno de sus hijos. 

Por eso, hoy, aprovechando esta humilde reflexión les invito a unir nuestras oraciones para pedirle sabiduría, como hizo el rey Salomón, en saber discernir lo que tenemos que pedir y separar aquello que aunque sea deseo no nos sea tan necesario.

jueves, 21 de febrero de 2013

ENSÉÑAME A PEDIR



Porque, si me dejas pedir a mí, desaprovecho mis pedidos. Pido cosas que no me van a servir para mucho. Sí, aparentemente, y en principio parecen buenas, pero luego se desvanecen como el tiempo y desaparecen. Mi humanidad pecadora ansía cosas caducas, que se esconden en la materialidad de lo apetecido y de mis egoísmos. Por eso, pido mal porque no sé lo que me conviene.

Y conviene adherirme y abrirme al Espíritu Santo, pues solo Él será capaz de cribar mis peticiones y de abrir mi boca para suplicar aquello, que alimentará mi alma y la guardará para la eternidad gozosa. Por eso, Padre, te imploro con confianza que me enseñes a pedir, a pedir según tu Voluntad, porque yo no sé lo que me conviene.

Dame la perseverancia de aguardar y confiar en tus señales, en tus silencios, en tus negativas, en tus caminos, en tus deseos... Porque ellos serán los buenos, los que me salvarán y me permitirán gozar de tu presencia en la dicha eterna de vivir contigo. Enséñame a pedir según tu Voluntad, a santificarte y a apetecer las cosas de tu Reino según la vivencia de tu Amor y de la misma forma que Tú me perdonas.