Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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domingo, 12 de diciembre de 2021

¿VIVIMOS EN PERMANENTE ADVIENTO?

 

 

Estamos y seguimos esperando. Nuestra vida es una espera permanente. Y una espera, no de brazos cruzados, sino en constante movimiento de conversión. Desde la hora de nuestro bautismo estamos en movimiento y un movimiento de conversión. Y, ¿qué significa conversión? Pues, un esfuerzo, asistido en el Espíritu Santo - recibido en nuestro bautismo - de ir creciendo en la fe y seguimiento a nuestro Señor Jesús. Ese Mesías prometido que nos anunció Juan y nos preparó el camino para recibirlo.

Y ese esfuerzo - conversión - no terminará nunca hasta la hora del encuentro eterno con el Señor. Por tanto, nuestro camino será un camino permanente y constante de conversión. Es decir, una permanente actitud de adviento. O lo que es lo mismo, de preparación para que el Señor more en nuestro corazón y sea la opción principal de nuestro peregrinar.

Pidamos, pues, sostenernos, por la Gracia de Dios, en permanente actitud de conversión preparando nuestro propio camino y compartiéndolo con los demás, tal y como nos sugiere hoy Juan el Bautista en el Evangelio. Un compartir solidario con los más necesitados; un compartir desde lo que tenemos y podemos con justicia y dignidad. Pidamos, pues, que la Gracia del Señor vaya transformando, cada día, nuestros corazones y convirtiéndolos, con nuestra libre voluntad y consentimiento, pues hemos sido creados libres, en unos corazones arrepentidos y solidarios.

Pidamos, siguiendo la propuesta y anuncio de Juan el Bautista, que, cada día, nuestros corazones estén más convertidos y fortalecidos en la fe y seguimiento al Señor. Amén.

martes, 23 de noviembre de 2021

¿ESTAMOS SEGUROS DE PARADERO DE NUESTRO SER?

 

Pensemos que nos pregunta: ¿Cree usted que nuestra vida – paso por este mundo – se termina con la muerte? Y, supongo que estaremos de acuerdo que, casi todas las respuestas coincidirán en que algo hay detrás de la muerte. O, dicho de otra forma y más concreto, hay otro mundo. 

A partir de ahí, tú puedes optar por donde quieras ir, pero, si examinas tu interior y le escucha, tu corazón te dice que aspira a una vida mejor, gozosa y feliz y eterna. ¿No te parece que debes, al menos, informarte, buscar y conocer bien lo que dice Jesús a ese respecto?

Pensar lo contrario no es coherente, y quienes lo defienden, obedece más a una respuesta sometida a sus pasiones, esclavitudes y debilidades que a la realidad de lo que realmente piensas. Todo acaba y empieza desde el momento que dejamos que la duda entre en nuestro corazón y, desde esa debilidad e incertidumbre, reconocer nuestra pequeñez y, humildemente, suplicar luz y sabiduría para, al menos, si no entender, si fiarnos y creer – fe – coherentemente con lo que experimentamos desde la profundidad de nuestro corazón.

Todos sabemos que aquí no se queda nada, y, como dice Jesús en el Evangelio: “Todo quedará reducido a piedra sobre piedra”. Sólo nuestra vida pasará a ser eterna. Pero, ¿en gozo y plenitud o en dolor y sufrimiento? Eso dependerá de a quien escuchemos y de quien nos fiaremos. Por eso, pidamos al Señor que nos dé la Gracia de fiarnos y creer en su Palabra y seguir sus enseñanzas y mandatos. Amén.

lunes, 15 de marzo de 2021

CREER SUPONE PONERSE EN CAMINO

 

Indudablemente, nos cuesta creer. Y digo eso, porque somos muy capaces de decir que creemos, pero nuestra vida se queda igual, no cambia ni hace nada que refrende esa fe que decimos tener. Es decir, nuestra fe la proclamamos con palabras, pero, nuestra vida sigue el rumbo y ritmo que ponemos nosotros. La conclusión es que nos falta fe.

Y este rincón de oración es una nueva oportunidad para, humildemente postrarnos ante Ti, Señor, y suplicarte que nos des ese don de la fe para poner nuestra vida en tus Manos. Danos, Señor, esa fe que manifestó aquel funcionario real y tantos otros que te han seguido abriéndose a tu Palabra y conformando sus vidas según tu Voluntad. Danos, te lo pedimos, la sabiduría de saber elegir el camino que marca tu Voluntad y la fortaleza de ponernos en marcha.

Aumenta, cada día, un poco más nuestra fe hasta el punto que seamos capaces de mejorar nuestra capacidad de amar. Amarte a Ti y amar al prójimo, porque todo consistirá en eso. Creer en Ti, Señor, es apostar nuestra vida en pro de dejarnos amar por Ti y, por tu Gracia, dejarnos transformar en mejores personas capaces de amar como Tú nos amas. Por todo ello, Señor, te damos las gracias y confiamos que, tal y como hizo aquel funcionario, confiamos en tu Palabra a pesar de la aparente distancia, lejanía y de no verte. Amén. 

miércoles, 3 de febrero de 2021

LA FE NO SE PUEDE COMPRAR, SOLO SE PUEDE PEDIR

 

La fe es un don de Dios y solo pidiéndosela la podemos recibir por su Gracia. El pelo se nos vuelve blanco y no nos damos cuenta. Lo advertimos con el paso del tiempo. La semilla plantada en la tierra crece y se hace grande sin nosotros intervenir ni darnos cuenta. De la misma forma, la fe es un don de Dios y nace en nuestro corazón y va creciendo sin darnos cuenta. 

¿Y no tenemos que hacer nada? ¡No tanto como eso, claro que tendremos que poner de nuestra parte! Se nos ha dado la libertad para elegir o rechazar. Pues bien, podemos elegir la fe abriendo nuestro corazón a la Palabra, a la escucha y a las enseñanzas de Jesús. Es decir, en otras palabras, preparar la tierra de nuestro corazón, abonándola y disponiéndola para que la semilla de la Palabra germine y dé frutos.

Entonces, la fe, por la Gracia de Dios, irá echando raíces profundas que arraigaran esa fe afirmándola y depositándola en tu corazón. E irá creciendo hasta el punto que advertirás un día que tu fe está presente en tu corazón y empieza a crecer. Advierte que has abierto tu corazón y has elegido perseverar y seguir el camino de las enseñanzas de Jesús - hoy en la Iglesia - para que entren en tu corazón. Pregúntate, ¿no es eso pedir la fe? ¿No estás, con tu actitud y disponibilidad, rogándole al Señor que te dé la fe?

¡Claro que sí! La fe hay que pedirla y, no solo con la lengua sino con las obras de tu vida. Pedirla y hacer los gestos y obras que confirma esa petición. Y, por supuesto, que vendrá a ti, porque, eso es lo que quiere Jesús, que confíes y creas en Él. Para eso expresamente ha venido, para que creas en Él y te salves. Pidamos, pues, el don de la fe con esperanza, paciencia y perseverancia. Precisamente, en el Evangelio de hoy, Jesús se maravilló de su falta de fe. Y recorría los pueblos del contorno enseñando.

miércoles, 16 de diciembre de 2020

DISIPA, SEÑOR, LAS DUDAS DE MI CORAZÓN


Soy consciente de que las dudas me acompañan toda mi vida. La fe no puede venir por mí mismo. Es superior a mi razón y entendimiento porque está por encima de mi capacidad intelectiva. Cuando te fías te arriesgas a creer sin saber ni ver. Es como lanzarse al abismo sin red ni ninguna protección. Creer es abandonarme en las manos del Señor.

De cualquier forma, la fe la podemos razonar y hay una y mil razón para, al menos, creer. Creer en Alguien que ha creado el mundo y que ha encendido la llama - en mi corazón -  del deseo de felicidad y eternidad. Creer es experimentar que dentro de ti hay un deseo - corazón - que busca amar y que goza cuando realmente ama. Un amor que arde en deseos de buscar el bien del ser amado, y un amor que se afana en darse en servicio y generosidad. Un amor que experimenta más alegría y felicidad en dar que en recibir.

Pero, a pesar de todo, necesitamos ver y experimentar para creer. Y eso solo lo puedes recibir de tu Padre Dios. Sin embargo, eres libres, por su Gracia, y eso esconde una responsabilidad que te exige dar un paso, tal es el de fiarte y abrirte, a pesar de tus dudas a la Gracia de Dios.

Esa es, precisamente, la fe que Dios te pide y que, en la medida que te corresponde tu corazón se iluminará con su Gracia. Cerremos nuestros ojos y, abierto nuestro corazón, pidamos al Señor esa fe que necesitamos para sostenernos firmes en su presencia y abiertos a su Palabra. Amén.

miércoles, 7 de agosto de 2019

AUEMENTA, SEÑOR, NUESTRA FE

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Sin lugar a duda, la fe es nuestra salvación, porque en la medida que creamos en el Señor nuestra vida se orientará hacia la vivencia y cumplimiento de su Palabra. Pero, también sabemos por propia experiencia que la fe no la podemos adquirir con el hábito de la frecuencia de los sacramentos y oraciones. La fe es un don de Dios. Eso sí, tenemos y debemos pedírselo y permanecer en silencio y dócil a su Voluntad.

No es fácil soportar la espera ni aceptar las dudas de la fe, ni tampoco padecer los sufrimientos y adversidades. Necesitamos mucha paciencia y, sobre todo, fe. Esa fe que en silencio y postrado ante Él aguardamos nos sea concedida cuando quiera y como quiera.  Por eso, Señor, de nuevo volvemos a pedirte que, no sólo nos sostengas en tu fe, sino que nos la aumentes. Te pedimos que nos des una fe tenaz para seguirte y no pasar de insistir y pedírtela. Insistir hasta arrancarte, Señor, una respuesta y, no mereciéndola, suplicarte que nos la aumentes hasta confiar plenamente en Ti.

Porque, por tu Palabra, Señor, nos has revelado que estamos salvados todos aquellos que creen en Ti, y, nosotros, Señor, queremos creer en Ti a pesar de que experimentamos que nuestra naturaleza humana, herida y tentada por el pecado, necesita de tu Gracia para liberarse y abrirse a tu Fe. Danos, Señor, el don de la fe. Amén.

sábado, 27 de abril de 2019

SEÑOR, DANOS UN CORAZÓN IGUAL AL TUYO

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Confieso, Señor, que mi fe no es la que me gustaría que fuese. Muchas veces me asaltan dudas y camino en medio de la oscuridad. Otras, la apatía, el tedio y mis propias pasiones me tientan y amenazan con alejarme de tu camino. En otros momentos mis propias debilidades y fragilidad me impiden seguirte con firmeza y fortaleza. Entonces, me siento débil, pequeño, pobre y muy alejado de Ti, Señor.

Experimento una fe que ante cualquier amenaza se tambalea, se desmorona y se derrumba. Una fe que no se sostiene con firmeza y que se siente amenazada y vencida ante las tentaciones que el mundo le propone y en las que se experimenta seducido y debilitado. Por eso y ante eso, Señor, acudo a Ti con la esperanza de encontrar fortaleza para la lucha y salir victorioso.

Es verdad que, en otras ocasiones y circunstancias mi fe se agranda y se siente estimulada y emocionada. Experimento, en esos momentos, alegría y fortaleza y me lleno de gran esperanza. Algo así como experimentar, desde aquí abajo, el gozo y la alegría a la que aspiro vivir junto a Ti, Señor, para toda la eternidad. 

El camino se hace duro y difícil. Hay etapas de oscuridad, de sentirnos alejados y de estar descontentos con nosotros mismos. Perdemos el norte y no nos aceptamos cuando es Dios quien nos ha creado así, nos conoce y sabe todo respecto a nosotros. Es así como nos ha querido y nos quiere y sólo nos propone mejorar y perfeccionarnos contando con su Gracia, porque, por nosotros mismos no podremos lograrlo.

Por lo tanto, Señor, consciente de todo eso te confesamos como el Hijo de Dios Vivo y te pedimos tu Gracia para caminar hacia ese camino de perfección hasta llegar a Ti. Ayúdanos, Señor, a mantenernos unido a Ti y a saber poner nuestra vida, que es Tuya, en tus Manos. Danos el don de la fe. Amén.