María, Madre, cuánto tengo que aprender de Ti, que junto a la Cruz alcanzaste la máxima expresión de tu Amor por Jesús, tu fidelidad a la voluntad del Padre. María, tú me enseñas la importancia de confiar y de creer, de ser firme en la fe, para entregarme en mi vida cristiana. De tu mano, María, me es más fácil aceptarlo todo y estar de acuerdo con todo lo que sucede en mi vida.
En este tiempo, María, ayúdame a profundizar como hiciste Tú en la Palabra de Dios, a ser más constante y fiel en la oración, a retener y meditar en lo más profundo de mi corazón todo lo que el Padre quiere transmitirme. Concédeme, María, la fuerza para responder cada día a la llamada de Dios con autenticidad y responsabilidad. Ayúdame, María, a seguir los pasos de Jesús, a ser como Él, a crecer en la cosas de Dios, a aumentar mi fe, a esperar en la esperanza y a vivir en el amor. Gracias, María, por caminar junto a mí en el camino de la Cruz. Amén.