Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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domingo, 12 de diciembre de 2021

¿VIVIMOS EN PERMANENTE ADVIENTO?

 

 

Estamos y seguimos esperando. Nuestra vida es una espera permanente. Y una espera, no de brazos cruzados, sino en constante movimiento de conversión. Desde la hora de nuestro bautismo estamos en movimiento y un movimiento de conversión. Y, ¿qué significa conversión? Pues, un esfuerzo, asistido en el Espíritu Santo - recibido en nuestro bautismo - de ir creciendo en la fe y seguimiento a nuestro Señor Jesús. Ese Mesías prometido que nos anunció Juan y nos preparó el camino para recibirlo.

Y ese esfuerzo - conversión - no terminará nunca hasta la hora del encuentro eterno con el Señor. Por tanto, nuestro camino será un camino permanente y constante de conversión. Es decir, una permanente actitud de adviento. O lo que es lo mismo, de preparación para que el Señor more en nuestro corazón y sea la opción principal de nuestro peregrinar.

Pidamos, pues, sostenernos, por la Gracia de Dios, en permanente actitud de conversión preparando nuestro propio camino y compartiéndolo con los demás, tal y como nos sugiere hoy Juan el Bautista en el Evangelio. Un compartir solidario con los más necesitados; un compartir desde lo que tenemos y podemos con justicia y dignidad. Pidamos, pues, que la Gracia del Señor vaya transformando, cada día, nuestros corazones y convirtiéndolos, con nuestra libre voluntad y consentimiento, pues hemos sido creados libres, en unos corazones arrepentidos y solidarios.

Pidamos, siguiendo la propuesta y anuncio de Juan el Bautista, que, cada día, nuestros corazones estén más convertidos y fortalecidos en la fe y seguimiento al Señor. Amén.

miércoles, 1 de diciembre de 2021

DESCUBRIR QUIEN SOY Y QUE TENGO

 

Suele ocurrir que si no sé quién soy y que realmente tengo, no puedo darme ni dar lo que realmente puedo. Porque, Dios no me exigirá sino lo que realmente puedo dar. Eso son los talentos que Él me ha dado y los que yo, descubiertos, he de poner en sus Manos para provecho y bien de todos.

Pidamos sabiduría de discernimiento para descubrir lo que he recibido de mi Padre Dios y, sobre todo, la caridad de ofrecerlo de forma incondicional y gratuita al servicio de los que lo necesitan. Pidamos descubrir la necesidad de acercarnos al Señor para, por su Gracia, incentivar y darnos plenamente en entrega gratuita y por amor, al bien de los demás.

Pidamos la conversión de nuestro corazón aprovechando en estos momentos de comienzo del Adviento, tiempo de preparación para la venida del Señor. Acerquémonos a María, la Madre que prepara la venida de su Hijo y pidamos que el Espíritu Santo convierta nuestros endurecidos corazones en unos corazones misericordiosos y generosos. Amén.

domingo, 29 de agosto de 2021

ME DESCUBRO HIPÓCRITA EN MUCHOS MOMENTOS DE MI VIDA

 

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS. 

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De nada me vale ocultarlo. Sí, los cristianos, o al menos los que así queremos llamarnos, somos conscientes, al menos yo, de que en muchos momentos de mi vida he actuado de forma hipócrita. Sí, tratamos de cumplir con tradiciones, piedad y celebraciones rituales que luego no tienen sucesión y trascendencia en nuestras vidas de cada día.

Hablamos de amor y somos incapaces de amar. ¿Qué no lo adviertes? Aquel día que te niegas a hacer algún favor a tu hijo, a pesar de sea su vicio, encargándote de tu nieto y liberándolo para que acuda a su afición. Te niegas porque tú también quieres disfrutar de tu afición y de estar liberado para ver fútbol o cualquier otra distracción que te apetece. ¡Y cuántos egoísmos más! 

Pero, ¿qué entiendes por amar? ¿Acaso no te está tu Padre Dios soportando tantos vicios, aficiones o caprichos superfluos por los que tú le dejas plantado? ¿Acaso no te espera, soporta y se llena de paciencia para encajar todas tus protestas, rechazos y rebeldías? ¿Y tú, no eres capaz de sacrificarte por nadie? Sin embargo, luego acudes a las celebraciones de piedad, ritos y romerías con una devoción que pareces un santo. ¿No estamos también incluidos en esos hipócritas que Jesús llama hoy duramente en el Evangelio?

Aprovechemos este rincón de oración para descubrir y abrir de par en par nuestros corazones y suplicarte Señor que conviertas esos nuestros corazones hipócritas en corazones suaves, generosos y, sobre todo, coherentes con nuestros actos ritos y actos de piedad que, deben servirnos para fortalecer nuestras obras y nuestro vivir de cada día en estrecha sintonía con tu Amor, volcándonos en nuestra relación amorosa y misericordiosa con los demás. 

Conviértenos, Señor, poco a poco, utilizando nuestro humilde esfuerzo que tomamos de Ti cada día en nuestras Eucaristías. Nos llenamos de esperanza confiados en tu Palabra y en tu Infinita Misericordia. Amén.

sábado, 21 de agosto de 2021

TU PALABRA EXIGE IR DE ACUERDO CON TU VIDA

 

No se entiende que la palabra tome un camino y tu vida vaya por otro. No tiene sentido que tus palabras no tengan respuestas con tu vida. ¿Qué pueden decir de ti quienes observen que lo que dices no se corresponde con lo que haces? ¿Crees que hablarán bien de ti? Se supone que no entenderán nada de lo que dices y haces y, en consecuencia, no creerán en tu palabra. Supongo que estarás de acuerdo, tu palabra quedará infravalorada y desacreditada.

Experimentaremos que nuestras vidas serán un engaño cuando no exista, al menos un esfuerzo, coherencia entre tu palabra y tu vida. Te puede valer la apariencia, pero, sabemos que eso es andar por tierra movediza y, tarde o temprano terminarás hundiéndote en el lodazal de la perdición y la mentira. Y, también sabemos de nuestras debilidades, errores, fracasos y egoísmos. Reconocemos que estamos en todo momento tentados al engaño, a la mentira y la apariencia. Y, lo peor, que nos experimentamos sometidos y esclavizados a aparentar y engañar.

Queremos ser más de lo que somos y buscamos ser ensalzados. Y volvemos a caer en la apariencia y en el decir pero no hacer. Necesitamos abrir nuestro corazón y presentarnos delante del Señor para pedir clemencia, misericordia y humildad. Convierte, Señor, nuestro corazón endurecido e inclinado a gustar de ser ensalzado, por un corazón humillado y abierto al servicio para que, por tu Gracia y Misericordia, y para tu Gloria, sea ensalzado.

¡Oh, Señor, limpia mi corazón de toda apariencia para que sea capaz de ver a tus hijos como Tú los ves y pueda amarlos como Tú, mi Señor, los ama!. Hazme humilde, paciente, comprensivo, suave y bueno para desterrar de mi corazón toda apariencia, mentira y engaño y sea coherente entre mi palabra, que quiere ser la Tuya, y mi vida según tu Voluntad. Amén.

miércoles, 17 de febrero de 2021

¿DÓNDE ESTÁ TU PÚBLICO?


Descubrir que lo verdaderamente importante está dentro de ti será el gran y mayor descubrimiento que podamos hacer, porque, de él dependerá nuestra verdadera conversión. Hoy empezamos la Cuaresma, tiempo de conversión. Y es tiempo muy importante que nos advierte la necesidad de mirarnos interiormente. Y, ¿por qué interiormente? Porque es ahí - dentro de nosotros - donde se encuentra escondido ese gran Tesoro que tendremos que desenterrar, descubrir y sacar a flote.

Esa pregunta nos interpela, ¿dónde está tu público? Porque, dependiendo de dónde lo busques, ahí pondrás tu corazón. Y si tu público es el éxito en este mundo, el aplauso de los hombres, la fama, el poder, el prestigio... Tus actos, tus oraciones y todas tus obras las exhibirá para conseguir ese aplauso que - Jesús te advierte - salda tu paga.

Y la Cuaresma, tiempo que iniciamos hoy - miércoles de ceniza - es todo lo contrario. Porque, si decides que tu público es Dios, la Cuaresma  es tiempo para potenciar y reforzar más nuestra conversión. Una conversión que nace desde nuestra interioridad y desde las profundidades del corazón. Lo verdaderamente importante es lo que nos motive a actuar, porque si nos motiva el éxito, la fama, los aplausos, nuestros actos quedarán ya pagados y, al final, vacíos. La felicidad no está en el éxito de este mundo.

Pero, si por el contrario, lo que motiva nuestro actuar es la presencia de Dios, que ve en lo oculto nuestro sincero actuar, escondido a los demás, estamos en el buen camino. Porque, ese es el camino verdadero de conversión, un camino de silencio, de despojo, de ocultamiento a la exhibición, fama y éxito ante los demás. Un camino de limosna y de ayuno.

Y eso, Señor, es lo que queremos pedirte ahora que empieza la Cuaresma. No para este tiempo solamente, sino para todo el camino de nuestra vida. Y hoy, en esta fecha cuaresmal queremos potenciar y reforzar más nuestro camino potenciándolo en tu presencia y con tu auxilio y Gracia. Amén.

domingo, 6 de diciembre de 2020

CONVERSIÓN

Muere el jesuita Ignacio Iglesias, gran colaborador del padre Arrupe
Ignacio Iglesias, SJ


Sigue curvado sobre mí, Señor,

remodelándome,

aunque yo me resista.

¡Qué atrevido pensar

que tengo yo mi llave!

¡Si no sé de mí mismo!

Si nadie como Tú puede decirme

lo que llevo en mi dentro.

Ni nadie hacer que vuelva

de mis caminos

que no son como los tuyos.

Sigue curvado sobre mí,

tallándome,

aunque a veces de dolor te grite.

Soy pura debilidad, Tú bien lo

sabes.

Tanta, que, a ratos,

hasta me duelen tus caricias.

Lábrame los ojos y las manos,

la mente y la memoria,

y el corazón, que es mi sagrado,

al que no Te dejo entrar

cuando me llamas.
Entra, Señor, sin llamar,

sin mi permiso.

Tú tienes otra llave,

además de la mía,

que en mi día primero Tú me diste,

y que empleo, pueril, para

cerrarme.

Que sienta sobre mí tu ‘conversión’

y se encienda la mía

del fuego de la Tuya,

que arde siempre,

allá en mi dentro.

Y empiece a ser hermano,

a ser humano,

a ser persona.

Ignacio Iglesias, SJ

martes, 17 de noviembre de 2020

CONVIERTE MI CORAZÓN, SEÑOR


Posiblemente, nosotros tengamos una idea de conversión diferente a la que nuestro Padre Dios quiere de nosotros. En ese sentido, perdemos la paciencia y llegamos a desesperarnos y a pensar que Dios nos abandona y que nos ha dejado en el camino. Queremos, quizás precipitados, convertirnos según nuestras ideas y manera de ver las cosas, e interpretamos nuestra manera de actuar según nuestra forma de ver y enjuiciar las cosas. ¿No nos damos cuenta de nuestra condición pecadora? ¿Cómo podemos pensar que nosotros sabemos qué nos conviene y qué debemos hacer?

Los planes de Dios no son los nuestros y están muy por encima de los que nosotros podemos pensar y tener. Supongo que Zaqueo no imaginaba lo que iba a sucederle. Sin embargo, Jesús si intuía que Zaqueo quería conocerle y estaba deseoso de hablar con Él. Jesús le llama y le pide ir a comer a su casa. Sabía que Zaqueo necesitaba hablar con Él.

Igual puede ocurrirnos a nosotros. Tratemos de bajarnos de nuestro árbol, de nuestro pedestal y, desalojado de toda esclavitud, resentimiento y cerrazón, abramos nuestros corazones a la Palabra del Señor. Porque, es su Palabra la que irá transformando nuestros corazones y convirtiéndonos al estilo del de Jesús, nuestro Señor. Y ese es el Camino, seguir a Jesús, Camino, Verdad y Vida sin pestañear ni desfallecer. Él ha venido para eso, para suavizar nuestros corazones y para darnos el gozo y la felicidad de permanecer eternamente junto a nuestro Padre Dios, porque, realmente en eso está y se esconde nuestra felicidad. Pidámosle esa Gracia de buscarle y de estar atentos a su paso por nosotros. Amèn.

martes, 14 de julio de 2020

UNA CONVERSIÓN PROGRESIVA

Mateo 11,20-24 - Sodoma será tratada con menos rigor | Señor ...
Hoy, cuando se oye mucho hablar de progresismo, sobre todo en términos políticos, entendemos que nuestra vida no debe ni puede quedarse parada, menos quieta e inactiva. Porque, eso se entendería como retroceso y e ir hacia tras. Sin embargo, si en la política esas actitudes y promesas están apoyadas en tierras movedizas, donde la mentira reina por doquier, en la conversión y acogida de la Palabra de Dios es necesaria y fundamental una actitud sincera apoyada en la verdad.

Sin embargo, el ser humano, pecador por antonomasia, necesita estar en constante actitud de conversión para ir perfeccionando sus defectos, sus pasiones y corregir sus pecados. Pero, esa actitud de lucha contra sí mismo y con el ambiente que le rodea tiene que estar sedimentada en el Espíritu Santo que, recibido en nuestro bautismo, nos acompaña, nos auxilia y nos fortalece para salir victorioso en nuestra lucha de cada día.

Y eso nos exige una escucha atenta a la Palabra de Dios y a la Buena Noticia que Jesús nos trae y nos anuncia para que, oyéndole y llevando a nuestra vida sus enseñanzas podamos alcanzar esa Vida Eterna que nos regala. Una Palabra refrendada con los milagros que a lo largo de su vida realizó por aquellas ciudades por las que pasó. ¿Cómo es posible que aquellos que, conociéndole y viendo sus milagros, no respondieran a seguir las enseñanzas de su Palabra? 

Pero, es que hoy nos pasa lo mismo. Por eso, Señor, humildemente te pedimos que nos des la sabiduría y la fortaleza necesaria para darnos cuenta de lo que hacemos y de lo que nos estamos perdiendo. Te rogamos, Señor, que nos inundes de tu Gracia para acoger tu Palabra y abrir nuestro corazón para vivir de acuerdo con tus enseñanzas y mandatos. Amén.

domingo, 22 de septiembre de 2019

MI CORAZÓN ES DÉBIL Y ESTÁ LLENO DE APETENCIAS

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El problema es que mi corazón es humano, débil y lleno de apetencias. Es un corazón fácil de vencer y de seducir por pasiones y apetencias que viven en su hepicentro. Su conversión pasa por desalojar todo lo que de humano es contrario al amor y sustituirlo por verdadero amor. Ese amor que se da, se olvida de sí mismo hasta el sacrificio por el otro. Ese amor que sorprendentemente, y para sorpresa de uno mismo, esconde el verdadero gozo y felicidad que todo ser humano busca.

Se trata de ir cambiando mis egoísmos por generosidades; se trata del trueque del desamor por el amor; se trata de ir muriendo a mis apetencias y satisfacciones para cambiarlas por la verdad y la justicia frente a los otros. Se trata de no mirar sólo por mí sino mirar para lo que le pasa al otro. Sobre todo al que sufre de manera injusta o es oprimido por otros. Se trata de no guardar para mí, sino compartir con los otros.

Comprendido esto se hace necesario buscar ayuda en quien te puede ayudar. Nadie te podrá ayudar en convertir tu corazón de piedra y egoísta en un corazón suave y amoroso que Jesús. Porque, para convertir hay primero que ser, porque, quien no tienes no puede dar. Se trata primero de ser para, luego, hacer. Y sólo Jesús, el Señor, puede transformar mi corazón egoísta en un corazón amoroso y dado a darse en amor por los demás. 

Es eso, Señor, y no otra cosa la que te pido hoy. Transformas mi corazón de piedra, endurecido por el egoísmo de tener, de poseer, de poder y de satisfacción, en un corazón dado, abierto a comprender y a ayudar y dispuesto a despojarse de todo aquello con lo que pueda aliviar tu dolor y llenarte de amor. Amén.

domingo, 29 de julio de 2018

UN CORAZÓN SEMEJANTE AL TUYO

Resultado de imagen de Jn 6,1-15
Conocemos nuestra miseria y el pecado de nuestro corazón. No podemos liberarnos de las apetencias de nuestro corazón materializado, humanizado, contagiado de pecados, de intereses materialistas, económicos, egoístas, que buscan su propio beneficio o que no puede evitar dar sin esperar recibir. Un corazón dado al trueque, al intercambio, a amar a cambio de algo. Esa es nuestra historia. Diferente en cada uno, pero muy parecidas en lo esencial en todos. Por eso, tú como también yo, nos confesamos pecadores.

Ahora, el camino de conversión empieza cuando estamos dispuestos a arrepentirnos. O, por decirlo de otra forma, a iniciar el sufrido camino de dolor y arrepentimiento abajándonos humildemente hasta el dolor contrito de presentarle nuestras miserias y pecados. Ahí, aunque iniciamos el primer paso, estamos en el camino de desnudarnos ante el Señor y dejar que Él nos alimente, comparta su Cuerpo y Sangre, bajo las especies de pan y vino, con nosotros y empiece la transformación de nuestro corazón humano y psíquico en un nuevo corazón espiritual semejante al suyo.

No nos daremos cuenta ni sabremos, como sucede con la semilla en la tierra, como se irá gestando esos frutos nuevos y buenos en nuestro corazón, pero se irán gestando. La Gracia de Dios hace que tú y yo seamos capaces de darnos y ofrecer nuestra miseria, esos pocos panes y peces, que creíamos nuestro gran tesoro, a todos aquellos que verdaderamente lo necesiten. No se trata de desaprovechar nada y menos derrochar, sino de compartir con equidad y a quien realmente está necesitado.

Y no se trata de alimentos materiales sino también, y quizás más importante, espirituales. Porque, lo espiritual transforma nuestra visión respecto a lo material y, nuestro corazón, apegado se suaviza y convierte en un corazón desprendido y generoso. Pidamos esa Gracia, pero hagámoslo poniéndonos en Manos del Señor. Amén.

sábado, 3 de marzo de 2018

DE REGRESO A LA CASA DEL PADRE

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Esta parábola del Padre amoroso, como también se le conoce, es la manifestación del Amor de Dios. Un Amor incondicional, gratuito y total. Un Amor que no exige, sino que libera y busca el bien del amado. Un Amor que enciende el corazón de quien lo recibe y le motiva para amar él también. Un Amor que esconde la felicidad en el gozo de dar y descubre que sólo dándose se puede llegar a ser feliz.

Ese es el objetivo del Padre, enseñarnos a amar dándose Él primero. Y enseñándonos a hacerlo gratis, tal y como Él nos lo regala. Experimentar ese Amor del Padre nos llena de esperanza y nos fortalece, hasta el punto de levantarnos de nuestras miserias y caídas para emprender el camino de regreso a la Casa del Padre.

 Porque, sólo Dios nos quiere de esa forma hasta el punto de dar la vida por cada uno de nosotros. Un Padre que nunca falla ni se equivoca. Un Padre que nos da Vida Eterna en plenitud de gozo y felicidad y que colma todas nuestras esperanzas y deseos. Realmente, cuando vives esa experiencia de encuentro con ese Padre que te ama, experimentas que no hay otro camino mejor que el camino, valga la redundancia, hacia la Casa del Padre.

Porque, entre otras cosas, no estaremos mejor allí que en ninguna otro lugar. Ese es nuestra meta, a pesar de ser ignorada por muchos y obviada por otros. Porque, lo que buscamos precisamente está allí, junto al Padre. Es este momento de Cuaresma, tiempo propicio, Señor, para pedirte esa Gracia que nos sostenga vivos, esperanzados y en camino hacia la Casa del Padre. Porque, no hay otro lugar donde podamos calmar nuestra se, purificar nuestros pecados y llenar nuestros corazones de gozo, alegría y paz.

Por eso te pedimos, Señor, la Gracia  de sabernos tus hijos amados y redimidos por la Muerte y Resurrección de tu Hijo, nuestro Señor, el Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, enviado a pagar por nuestro rescate. Danos, Señor, esa generosidad, capaz de acoger y perdonar a los hombres como verdaderos hermanos. Y a compartir todo lo que de Ti hemos recibido generosamente, sabiendo que todo lo Tuyo no lo has dado gratuitamente invitándonos a compartir tu Gloria contigo. Amén. 

sábado, 13 de enero de 2018

ABIERTO A TU LLAMADA

No tengo fe y no quiero hacer las cosas por imposición o contra mi voluntad. Son frases y pensamientos que los hemos oídos muchas veces y que también lo experimentamos a lo largo de nuestra travesía. Da la sensación que el sentido común nos dice que la fe es primero, y luego vendrá la conversión. Sin embargo, Jesús empieza por llamarnos a la conversión sin nombrar para nada la fe: "Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio"... -Mc 1, 14-20-.

Confieso que en principio me extrañaba, o, al menos no lo comprendía. Será primero la fe y luego la conversión, me decía. Afortundamente, la Gracia del Espíritu, escuché en una homilía lo que interiormente buscaba de forma inconsciente. Sí, primero es la conversión, y en la medida que te abras a esa conversión, el Espíritu de Dios premiará tu disponibilidad y te inundará de fe. Así ocurrió con María, se abrió sin entender lo que el Ángel Gabriel, enviado por Dios, le proponía, y su fe empezó a nacer y crecer.

Tú, y yo, también tenemos y debemos de dar ese primer paso. No es primero la fe, sino la conversión. Responder al Señor no es cuestión de fe, sino de confianza y de disponibilidad. Su sello está en tu corazón y tú, sin saberlo, le buscas. Cuando te llama, abrete a su Palabra, y la fe se te dará por añadidura. Porque, por ti no podrás nunca encontrarla. La fe es un don de Dios, y la da a quienes se abren a su Palabra.

Por lo tanto, te pedimos Señor que nos empuje a seguirte como hizo Leví, el de Alfeo. Seguir ciegamente a tu insinuación. En nuestro Bautismo nos has configurado como sacerdote, profeta y rey, y hemos recibido la Gracia Trinitaria de tu Amor. El Espíritu Santo, el mismo que recibió tu Hijo predilecto en el Jordán, ha bajado también sobre nosotros. Él nos guiará por el desierto de nuestra vida. Danos, Señor, la fuerza y la voluntad de sostenernos siempre en tu Palabra y de abrirnos a ella, porque, seguro, después vendrá la fe de sabernos en las mejores Manos. 

Porque, Tú eres infinitamente bueno, bondadoso y misericordioso. Y en Ti encontraremos la justicia, la verdad y la paz que nos llenará de gozo y felicidad eterna. Amén.

sábado, 23 de diciembre de 2017

TÚ TAMBIÉN HAS SIDO ELEGIDO

Nuestro nacimiento es también un misterio. Independientemente de que podías haber nacido en otro lugar, en otra familia, continente o de otra raza, la realidad eres quien eres y estás aquí. Y ahora eres quien escribe esta sencilla y humilde reflexión. Has nacido en una familia concreta, con unos hermanos concretos y tu vida tiene un recorrido que en este momento se hace presente en el ahora.

Y en ese recorrido has formado tu propia familia, con tu mujer y los hijos que te ha dado. Esa es tu realidad. Realidad que ha sido seguida por Dios y que te ha elegido para una misión concreta. Está presente en tu vida y espera de ti que cumplas con su Plan. Un Plan que te toca descubrir en el esfuerzo de ir caminando en su presencia y experimentando en la escucha atenta y vigilante a su Palabra.

En el momento de tu Bautismo has sido configurado como sacerdote, profeta y rey por la Gracia de Dios y enviado a proclamarle por todos los lugares por donde recorre tu vida. Sí, realmente tenemos una misión que cumplir como Juan. Será grande o pequeña, pero una misión para la que Dios me ha dotado de lo necesario. Una misión que tengo que descubrir y que darle vida en el camino de mi vida. Una misión cuyo fondo de base está apoyado en el servicio y el amor. 

Pero, una misión que debemos preparar desde nuestra propia conversión y arrepentimiento, y que se transmite en la medida que tu vida se asienta en la verdad, en la justicia, en la fraternidad y en el descubrimiento del rostro del Señor Jesús en cada unos de los hombres que sienten necesidad y que en su pobreza aceptan ser ayudados y asistidos.

Y una misión que pasa por reconocernos pecadores y por la humildad de aceptar ese perdón en y por la Misericordia del Señor. Para eso, sintiéndonos pobres y necesitados, te pedimos, Señor, que nos des la suficiente humildad y el necesario dolor de contrición para que, presentándote todos nuestros pecados, podamos quedar limpios de toda impureza que nos desvíe de tu camino. Amén.

jueves, 19 de octubre de 2017

NO ES ALGO LEJANO A MÍ

Cuando leemos y reflexionamos este pasaje del Evangelio podemos caer en la tentación de creer que no va con nosotros. Nosotros, nos decimos, somos buenos, escuchamos a los enviados y les hacemos caso. Sin embargo, el mundo no parece decir lo mismo. No es que seamos nosotros responsables de todo lo que pueda suceder en el mundo, pero, no por eso, podemos quedarnos tan tranquilos.

Es posible que no hayamos matado a ningún profeta, ni tampoco a ningún enviados en nuestro tiempo, pero, ¿les hemos escuchado y aplicado sus consejos a nuestras vidas? ¿O les hemos dado la espalda sin hacerles caso? Eso es cuestión de reflexión y de mirarnos cada uno personalmente. Posiblemente no estemos a la altura que debemos estar y debamos escuchar y aplicarnos más en nuestras vidas.

Es una llamada de atención, y muy seria la que nos hace el Señor: « ¡Ay de vosotros, porque edificáis los sepulcros de los profetas que vuestros padres mataron! Por tanto, sois testigos y estáis de acuerdo con las obras de vuestros padres; porque ellos los mataron y vosotros edificáis sus sepulcros. Por eso...

Es cuestión de leerlo con atención y abiertos a la Gracia del Señor. Porque, siempre hay tiempo para, por su Gracia, dejarnos convertir y transformarnos, cada día, un poco más. Eso es lo que pedimos, primero perdón por todos nuestros fallos y pecados, y, segundo, la Gracia de ser mejores cada día aplicando a nuestras vidas esa Palabra de Dios que nos hace hermanos y nos une en una convivencia más solidaria y justa.

Pidamos también perseverancia y paciencia, para soportar nuestras limitaciones y dificultades a fin de no desanimarnos ni desfallecer. Pidamos humildad y sabiduría para abrirnos a la Gracia de Dios y dejar que, empapado de ella, seamos transformados y convertidos. Amén.

domingo, 22 de enero de 2017

SOBRE LA CONVERSIÓN

El objetivo es conversión. El camino debe llevarnos a eso, a convertirnos. No podemos caminar y quedarnos tal y como empezamos el camino. La meta es convertirnos. No hay otra, y todo lo que que sea estancarnos es fracasar o perder el tiempo. La conversión no es cosa de un día ni de dos. Se necesita tiempo, y el tiempo de nuestra vida debe bastarnos para convertirnos.

Convertirnos significa volver la mirada hacia el Señor. Es caminar, asistido por el Espíritu de Dios, junto a su Hijo, el predilecto y en el que se complace. Convertirnos significa, no sólo mirar a Jesús, sino escucharle y esforzarnos en hacer lo que Él hace. Es decir, vivir a su estilo y a su forma de pensar y hacer. Y eso significa que debemos seguirle, estar a su lado y conocer bien su pensamiento y su vida.

Esa conversión no se realiza en un instante. Pero, si es cierto, que la chispa prende sin darnos cuenta y nos impulsa a seguirle. Quizás no sabemos decir cuándo, dónde ni cómo, pero si que experimentamos un deseo, un impulso de acercarnos a Él, a su Palabra y a alimentarnos de espiritualmente en la Eucaristía. Y, haciéndolo, con esfuerzo y perseverancia abiertos a la acción del Espíritu Santo vamos, paso a paso, convirtiéndonos.

Porque convertirse es empezar a hacer todo aquello que descubres que debes hacer, con honradez, con justicia, con entusiasmo, con entrega y esfuerzo. Es luchar contra la pereza; contra la desgana; contra el desánimo; contra la apatía; contra la desidia y contra todos aquellos sentimientos que tiendan a acomodarte, a instalarte y a alejarte de la verdad, de la justicia y la paz. Es acercarte con todas tus fuerzas a hacer todo aquello que está de acuerdo con la Voluntad de Dios. Es, en una palabra, amar todo lo que es bueno y verdad para beneficio del hombre.

Por eso, pidamos que cada paso, cada instante, cada avance en nuestro camino se un adelanto en nuestra conversión. Sea un acercarnos más a la Voluntad de Dios. Pidámoslo con fe, con confianza y seguros de que ieremos, cada día, siendo mejores. Y eso significa que nos vamos convirtiendo. Amén.

lunes, 9 de enero de 2017

AHORA HABLA JESÚS

Es el Señor quien, a través de su Iglesia, se manifiesta constantemente al mundo. Son muchos consagrados y seglares que se esfuerzan en dar testimonio de su Palabra, y lo hacen con sus palabras y vidas. Son muchos, pero no están solos sino que cada uno va auxiliado y asistido por la acción del Espíritu Santo. La Iglesia está asistida por el Espíritu de Dios.

Y muchos esperan todavía, como aquellos fariseos de su tiempo, algún acontecimiento grandioso que les habra los ojos. Pero no se les dará, pues ya lo ha dicho Jesús. No se les dará otra señal que la de la Cruz (Lc 11, 29-32). Es tiempo de conversión y esa conversión nos toca a cada uno y también nos interpela.

Pidamos al Señor la Gracia de convertirnos cada día. Una conversión permanente, perseverante y llena de obras de caridad. Una conversión transparente, que se proclama de palabra y de vida. Una conversión en la que vayamos dejando nuestra vida por entregarla, día a día, a los demás. Una conversión que descanse en la  escucha de Palabra, la oración y los sacramentos.

Una conversión humilde, agradecida, pedida, suplicada y aceptada. Una conversión, a pesar de las noches oscuras, de las dudas y contradicciones, de las tentaciones, del cansancio, de la fatiga, de los silencios, de no entender ni comprender. Una conversión como María, de perseverar y confiar en el Señor.

Pidamos ser llenados de la Gracia del Señor con humidad y perseverancia, y llenos de paciencia postrados a sus pies. Aceptando que como Padre nos dará siempre lo mejor y lo que nos conviene para nuestra salvación. Amén.

martes, 3 de enero de 2017

NECESITAMOS LA GRACIA PARA RESPONDERTE, SEÑOR

Una cosa es clara, sin El nada podemos (Jn 15, 5). Necesitamos la Gracia del Señor para poder vencer a las tinieblas y liberarnos de la esclavitud del pecado. Pero para eso necesitamos primero convertirnos. Es la propuesta de Juan Bautista: "Convertirnos a la Gracia del Señor".

Él nos anuncia la llegada del Libertador y nos invita a seguirle en actitud de conversión. Seguirle es vivir en la Vida de la Gracia por medio de los sacramentos. Por el Bautismo, que Juan nos, previamente prepara con agua, pero que nos anuncia que Jesús nos buatizará en el Espíritu Santo, y nos injerta como miembros vivos en Cristo y en su Iglesia (Papa Francisco).

Por la muerte de Jesús somos liberados del pecado, e, injertados en Él tendremos la fortaleza y la Gracia de también entregar nosotros nuestra vida para, añadiéndola a la de Jesús, alcanzar la purificación y salvación eterna. Por eso, como dice el Papa Francisco «No es una formalidad. Es un acto que toca en profundidad nuestra existencia. Un niño bautizado o un niño no bautizado no es lo mismo. No es lo mismo una persona bautizada o una persona no bautizada. Nosotros, con el Bautismo, somos inmersos en esa fuente inagotable de vida que es la muerte de Jesús, el más grande acto de amor de toda la historia; y gracias a este amor podemos vivir una vida nueva, no ya en poder del mal, del pecado y de la muerte, sino en la comunión con Dios y con los hermanos».

El Bautismo nos libera y nos hace hijos de Dios. Por el Bautismo recibimos al Espíritu Santo y estamos asistido y protegidos por su constante presencia. Eso sí, necesitamos abrirle las puertas de nuestros corazones y dejarnos asistir y dirigir por Él. No perdamos tiempo y pidamos esa Gracia, esa fuerza y luz que nos ayude a convertirnos, a darnos, por amor, en Manos del Espíritu Santo, a servir y a vivir humildemente la Palabra cumpliendo la Voluntad de Dios. Amén.

domingo, 4 de diciembre de 2016

HORA DE CONVERSIÓN: PALABRA Y VIDA

La conversión no es reconocer al Señor como nuestro Mesías y Salvador. Eso es un paso, para la verdadera conversión exige un cambio de vida que nos lleva a vivir lo que creemos. Es lo que descubrimos en el Evangelio de hoy cuando Juan el Bautista reprocha a los fariseos y saduceos cuando se acercan para ser bautizados: «Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira inminente? Dad, pues, fruto digno de conversión, y no creáis que basta con decir en vuestro interior: ‘Tenemos por padre a Abraham’; porque os digo que puede Dios de estas piedras dar hijos a Abraham. Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego. Yo os bautizo en agua para conversión; pero aquel que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de llevarle las sandalias. Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. En su mano tiene el bieldo y va a limpiar su era: recogerá su trigo en el granero, pero la paja la quemará con fuego que no se apaga».

Pidamos que no seamos nosotros paja en el granero, sino trigo recogido del fruto, y que nuestra conversión no se pare ni se detenga por las inclemencias de aquellos que rechazan la Palabra de Dios. Pidamos ser parte de la cosecha recogida por el Señor y que estemos nosotros ahí contenidos por haber respondido a su Palabra con nuestro esfuerzo de conversión de cada día.

Pidamos ser perseverantes y capaces de permanecer fieles al Señor, a pesar de nuestras debilidades y caídas ante las tentaciones de este mundo. Que este tiempo de adviento sea un tiempo propicio para la reflexión y preparación, que nos refuerce más para hacerle cada día un lugar más confortable, espacioso y dócil a la llamada del Espíritu que nos interpela y nos convierte. 

Que nos dejemos intervenir por la acción del Espíritu para cumplir fielmente nuestro compromiso de Bautismo. Amén.

viernes, 30 de septiembre de 2016

SEÑOR, CONVIERTE MI CORAZÓN

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS




A veces no se trata solamente de oír, sino de tener la sensibilidad de darnos cuenta de nuestra propia realidad. Todo no consiste en entender, sino de convertir nuestro corazón de piedra en un corazón de carne inocente, pobre, pequeño y humilde. Un corazón de niño. Ya en una ocasíón lo dijo Jesús, Mt 18, 3.

Posiblemente no entendamos lo que es orar, porque, quizás, sin darnos cuenta, entendemos que es estar, concentrado, en actitud de recogimiento y atención y hasta sientiendo gozo. No decimos que eso no sea, pero si decimos que somos muy proclives a distraernos, a perder la concentración y hasta no apetecernos orar. Y nos cuesta mucho pasar un rato con el Señor. Y hasta, me atrevo a decir, que el Señor lo sabe.

En cierta ocasión le pregunté a un padre prior de los Benedictinos que en la oración tendríamos que sentir gozo, y que si no era así algo sucedía. Y creo recordar que él asintió, aunque no lo que me dijo. Y supongo que todo eso es cierto y verdad. Pero lo importante en la oración es nuestra voluntad decidida a orar, a estar con Dios. 

Es el tomar conciencia y darnos cuenta que Dios es lo primero en nuestra vida y al que dedicamos nuestro tiempo. Un tiempo importante de cada día. Ponernos a orar, es decir, a hablar con Dios, es ya oración. Obligarnos a estar un rato con el Señor, a pesar de que se nos vaya el santo al cielo y nos distraígamos, es oración. Orar es la decidida voluntad de querer hablar y escuchar. Sobre todo escuchar lo que Dios quiere de mí. A pesar de todos mis defectos y distracciones.

Posiblemente, eso les faltó a esas ciudades de Corozaín, Betsaida y Cafarnaúm. Su gente no supo o no quiso o no tuvieron voluntad de escuchar a Jesús. ¿Nos ocurre a nosotros lo mismo? Tratemos de hacer silencio en nuestro interior y voluntariamente, porque queremos, a pesar de nuestros despiste, permanezcamos en silencio a la escucha de lo que Dios nos quiere decir. Seguro que empezaremos a entenderle y conocerle, y también a obedecerle. Tengamos confianza en el Espíritu de Dios. Amén.

martes, 10 de mayo de 2016

GRACIAS, SEÑOR, POR LA VIDA ETERNA



Sería absurdo elegir una vida finita antes la posibilidad de elegir una vida eterna. Todos los hombres y mujeres del planeta desean y quieren vivir eternamente. Eso no tiene punto de discusión. El problema empieza cuando esa Vida Eterna es posible. Muchos que la creían imposible, no dan asombro a oír y ver que es posible.

¿Y qué sucede? Sencillamente que esa posibilidad les interpela y les exige un cambio. Es un ofrecimiento gratuito, pero exige un corazón limpio, generoso, desprendido, solidario, paciente, comprensivo, humilde, misericordioso y lleno de amor. Porque sin amor todo lo demás sería imposible derramar. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo. 

Conversión es sinónimo de movimiento o salida. Es un salir de ti para comenzar a ser otro. Es vaciarte del hombre viejo para que nazca en ti el hombre nuevo que viene del fuego y del Espíritu. Es morir a tus ideas, proyectos, principios para dejar lugar a las de Jesucristo. Es lo de Pablo: ‘Ya no vivo yo, es Cristo que vive en mí’ (Gál 2, 20).

Y eso es lo que quiero pedirte hoy, Señor, junto a todos mis compañeros y creyentes que pasen por este humilde rincón de oración. Cambia y transforma nuestro corazón contaminado por los ruidos, perfumes, olores, tentaciones y pecados de este mundo, y, limpios, por la Gracia del Espíritu, Santo ilumina nuestras mentes para reconocer que, Tú, nuestro Señor, vienes como enviado del Padre.

Gracias, Señor, por tus oraciones e intercesión al Padre; por tus cuidados y tu promesa de que volverás a buscarnos para llevarnos contigo. Y gracias por darnos todo lo que has recibido del Padre, revelándonos su gran Amor por cada uno de sus hijos, que en Ti, Señor Jesús, tal alta dignidad hemos alcanzado por los méritos de tu Pasión y Muerte.