Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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domingo, 31 de marzo de 2019

UN PADRE QUE BORRA Y SE OLVIDA DE MIS PECADOS

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No nos acordamos de nuestros padres sino cuando nos hacen falta. Es un mal del hombre de todos los tiempos. Somos ingratos y aunque estemos agradecidos, a la hora de la verdad nos cuesta responder de la misma forma. Nuestro Padre del Cielo nos ha dado todo, nos ha regalado la vida y no mira sino por nuestra felicidad, pero nosotros no correspondemos de la misma forma.

Aquel hijo había perdido todo lo que en su día le había exigido a su padre sin ningún derecho. Pero, quizás, para él su padre estaba ya muerto. Se acuerda cuando pasa hambre. No porque esté arrepentido y le duela haber ofendido a su padre, sino porque pasa hambre. Y desde ese sufrimiento decide volver a la casa del padre para pedirle que le trate como a un criado.

Y, a pesar de todo eso, su padre le busca y espera que regrese. Y cuando lo divisa lo acepta olvidándose de sus ofensas y aceptándolo como hijo. Manda a ponerle una túnica, signo con la que cubre y tapa todas sus miserias; manda a que le ponga un anillo, signo con el que restaura la alianza rota por su hijo al considerarle muerto e irse de casa y restaura la filiación divina. Ordena que lo calcen con unas sandalias, signo de un nuevo camino con el que se inicia una nueva etapa de conversión, y manda a matar el ternero cebado para celebrar una gran fiesta, signo del regreso del hijo que se había perdido y ha vuelto.

Pero, nos cuesta reconocer a los que vienen de afuera, incluso aunque hayan estado dentro. También somos el hermano mayor que siempre ha estado con el padre, pero no en el padre ni en el corazón del padre. Eso es otra cosa. La envidia y su soberbia le descubren que su filiación con el padre no es segura ni la tiene clara. No soporta la conducta de su hermano y eso le hace permanecer afuera de la casa. 

No queremos compartir con los demás porque pensamos que lo que tenemos dentro de la casa es nuestro y para nosotros. No reconocemos que los demás son también hijos. ¡Padre, nos hemos dado cuenta de muchas cosas que nos falta todavía! ¡Padre, danos la paciencia para permanecer a tu lado e ir dándonos cuenta de que tenemos que cambiar mucho! Ayúdanos a seguir un camino de verdadera conversión. Amén.

sábado, 3 de marzo de 2018

DE REGRESO A LA CASA DEL PADRE

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Esta parábola del Padre amoroso, como también se le conoce, es la manifestación del Amor de Dios. Un Amor incondicional, gratuito y total. Un Amor que no exige, sino que libera y busca el bien del amado. Un Amor que enciende el corazón de quien lo recibe y le motiva para amar él también. Un Amor que esconde la felicidad en el gozo de dar y descubre que sólo dándose se puede llegar a ser feliz.

Ese es el objetivo del Padre, enseñarnos a amar dándose Él primero. Y enseñándonos a hacerlo gratis, tal y como Él nos lo regala. Experimentar ese Amor del Padre nos llena de esperanza y nos fortalece, hasta el punto de levantarnos de nuestras miserias y caídas para emprender el camino de regreso a la Casa del Padre.

 Porque, sólo Dios nos quiere de esa forma hasta el punto de dar la vida por cada uno de nosotros. Un Padre que nunca falla ni se equivoca. Un Padre que nos da Vida Eterna en plenitud de gozo y felicidad y que colma todas nuestras esperanzas y deseos. Realmente, cuando vives esa experiencia de encuentro con ese Padre que te ama, experimentas que no hay otro camino mejor que el camino, valga la redundancia, hacia la Casa del Padre.

Porque, entre otras cosas, no estaremos mejor allí que en ninguna otro lugar. Ese es nuestra meta, a pesar de ser ignorada por muchos y obviada por otros. Porque, lo que buscamos precisamente está allí, junto al Padre. Es este momento de Cuaresma, tiempo propicio, Señor, para pedirte esa Gracia que nos sostenga vivos, esperanzados y en camino hacia la Casa del Padre. Porque, no hay otro lugar donde podamos calmar nuestra se, purificar nuestros pecados y llenar nuestros corazones de gozo, alegría y paz.

Por eso te pedimos, Señor, la Gracia  de sabernos tus hijos amados y redimidos por la Muerte y Resurrección de tu Hijo, nuestro Señor, el Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, enviado a pagar por nuestro rescate. Danos, Señor, esa generosidad, capaz de acoger y perdonar a los hombres como verdaderos hermanos. Y a compartir todo lo que de Ti hemos recibido generosamente, sabiendo que todo lo Tuyo no lo has dado gratuitamente invitándonos a compartir tu Gloria contigo. Amén. 

sábado, 27 de febrero de 2016

BUSCAR SÓLO, SEÑOR, ES ERRAR EL CAMINO



La tentación del hijo menor de la parábola del Padre amoroso, o del hijo pródigo, es una tentación muy común. Sentirnos suficientes y dueños de buscar nuestra propia felicidad, es la experiencia de casi todos los hombres. 

Queremos ser felices, pero creemos y queremos buscar esa felicidad por nosotros mismos. Estamos convencidos que somos nosotros quienes sabemos y debemos hacerlo .y, rechazando la oferta y proposición que nos hace nuestro Padre del Cielo, emprendemos el camino nosotros solos.

Es nuestro camino, porque nadie nos lo ha trazado ni enseñado. Y lo hacemos según hemos pensado y convenido. Buscando siempre nuestro interés de ser feliz. Pero, ocurre que las cosas no salen tal y como habíamos creído, y, al final, la experiencia nos descubre nuestros propios errores. El mundo va mal porque camina solo según sus criterios e intereses. Y es víctima de su egoísmo.

Sin el Espíritu de Dios nunca encontraremos el único y verdadero camino de felicidad eterna. Y es el Hijo, Jesús, el enviado, quien se nos ofrece de guía para enseñarnos y conducirnos a la meta deseada, la Casa del Padre.

Pidamos la Gracia de, en Manos del Espíritu Santo, dejarnos llevar y guiar a la Casa del Padre, lugar de gozo y plenitud Eterna. Amén.