Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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sábado, 23 de octubre de 2021

CREADOS PARA DAR BUENOS FRUTOS

 

Cuando llega tu momento y experimentas tu dignidad de hijo, sientes y deseas responder a ese amor recibido gratuitamente e incondicional por tus padres. ¿No es así? Deseas expresar, no solo con palabras, sino, también con hechos todo el amor recibido. Pues, exactamente lo mismo, pero elevado al infinito, sucede con nuestro Creador y Padre Dios. Él nos ha dado todo, empezando por la vida y todo lo que somos.

Incluso, nos ha creado libre para que seamos nosotros mismos los que decidamos sobre nuestra liberación y salvación. Precisamente, con esos frutos de amor que nuestro Padre Dios espera de sus hijos. No unos frutos como paga de su Amor, sino unos frutos de amor mutuo, sin condiciones y gratuito. Porque, de ser cultivado como pago por su amor se desvirtúa y deja de ser amor convirtiéndose en egoísmo e interés.

Señor, reconociendo mis limitaciones; conociendo mis flaquezas, debilidades y pecados, quiero aprovechar este rincón de oración para pedirte que inundes mi corazón de frutos de amor para provecho y bien de todos. Dame la entereza y firmeza de dar frutos bañados de amor y misericordia. Amén.

miércoles, 23 de junio de 2021

FERTILIZA SEÑOR, MI COSECHA PARA QUE DÉ BUENOS FRUTOS

 

Soy mal agricultor y por mis debilidades, descuidos y errores que se esconden en mis pecados, mis frutos son siempre de mala calidad. No llegan a alcanzar el suficiente sabor y la aroma que desprende la humildad, la sencillez, la bondad, la misericordia y, sobre todo, la caridad.

 Necesito tu Mano generosa para que la tierra de mi corazón se fertilice con tu Gracia. Así, de esta manera, mis frutos serán hermosos y llevaran esas vitaminas que da tu Gracia.

No quiero engañarte, Señor. Quiero dar buenos frutos, como pienso que les sucede a todos los hombres y mujeres de este mundo, pero que, seducidos por el mundo, demonio y carne, los grandes peligros del alma, abandonan sus tierras para que sean sembradas por el maligno. 

Por eso, Señor, acudo a Ti y, en nombre propio y en el de todos los que como yo buscan responderte con buenos frutos, te pido que fertilices nuestras pobres cosecha con tu Gracia para que se conviertan en buenos frutos.

Danos, Señor, la paciencia y la sabiduría de saber distinguir al buen labrador del mal labrador, para salvar nuestra tierra de las malas hierbas que puedan contaminar nuestros corazones y estropear nuestros frutos. Danos la fortaleza de sostenernos firmes como buen árbol que, injertado en Ti, produzca buenos frutos. Amén.

miércoles, 5 de mayo de 2021

LA PODA EXIGE DOLOR Y SUFRIMIENTO

 

Sabida es la frase: "Renovarse o morir". Todos consideramos conveniente renovarnos, porque, el no hacerlo amenaza con quedarnos obsoletos, anticuados y fuera o excluido de la inercia y avance de nuestra propia vida. Diríamos que es obligado renovarse e ir cambiando todo aquello que, en nuestra vida,  se oxida, es innecesario y dificulta el avance y perfección.

Porque la perfección exige tiempo, y el tiempo exige renovación. El ejemplo lo tenemos en el águila y su renovación. Llegada su hora se plantea el seguir o morir. También nosotros tenemos esos momentos en los que debemos plantearnos nuestra propia poda. Necesitamos renovarnos y podar todo aquello que, con el paso de los años, empieza a acomodar nuestra vida, a instalarnos y a quedarnos ya establecidos resignándonos a seguir dando frutos. 

La fábula del águila puede ayudarnos a aclarar nuestro camino ascendente y morir a ese hombre viejo que siempre está acechándonos para envejecer nuestro espíritu, que sí, sabemos que nuestro cuerpo muere con el tiempo, pero nuestro espíritu siempre es joven y renovador. Se hace necesario podar nuestras murmuraciones, envidias, odios y toda clase de plumas malas intencionadas que adornan nuestra vida y que nos impiden avanzar y crecer perfeccionando nuestro amar y compartir.

Pero, a diferencia del águila que lo hace llevado por su instinto de supervivencia, tú y yo, solos no podemos. Necesitamos, quizás apartarnos, pero nunca solos. Necesitamos permanecer en el Señor. Él es la Vid y nosotros los sarmientos que, despegados de la vid, se secan y mueren. Necesitamos estar abiertos a la acción del Espíritu Santo, dejarnos asistir y auxiliar renovándonos por su Gracia. 

Porque, Señor, nosotros no sabemos que nos conviene podar y sí lo sabe el Espíritu Santo. Ven Espíritu Santo, entra en nuestros corazones y llénanos de tu Gracia para que sepamos depurar todo aquello que no contamina y nos impide avanzar hacia la Casa del Padre para llevarle esos frutos de amor que espera de cada uno de nosotros. Amén.

jueves, 14 de mayo de 2020

ALEJADOS DE JESÚS QUEDAMOS A MERCED DEL MUNDO

Juan (15,9 - 11) by Al Velasco on SoundCloud - Hear the world's sounds
Lo hemos experimentado de muchas maneras y con bastante frecuencia. El caminar por este mundo alejado de Jesús equivale a quedarnos a merced del príncipe del mundo - demonio -. Y esto significa que nuestros frutos serán malos o escasos, por no decir ninguno.

Y es que, caminar solo y sin la presencia del Señor, es entregarnos a los placeres, engaños y tentaciones que el mundo nos presenta. A pesar de nuestra voluntad y nuestra lucha, el mundo nos puede y nos vence.

Necesitamos permanecer en el Señor. El mismo nos lo dice: «Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor».  Está claro, si quiero dar frutos necesito permanecer en la Vid - el Señor - y dejarme alimentar hasta que su savia riegue todo el sarmiento y dé origen al fruto. 

Y esta permanencia, como nos ha dicho el Santo Padre Francisco, debe ser una permanencia activa, inquieta y disponible a dejarse llevar e impulsar por la acción del Espíritu Santo. Un Espíritu Santo que nos fortalecerá y nos dará la voluntad necesaria para entregarnos al servicio, por amor, a los más necesitados y pobres. Que, muchas veces, pueden estar muy cerca de nosotros y, quizás, no los veamos o no percibamos sus carencias y necesidades.

No pensemos en árboles, hablando metafóricamente, que presentan deterioros físicos y en apariencias graves, sino en otros que, aparentemente en buen estado, sus raíces están podridas y necesitadas de una limpieza y abono para poder revitalizarse y dar frutos. Pidamos la luz y la fortaleza que nos den la vitalidad y la sabiduría para detectar donde podemos dar esos frutos de amor. Amén.

miércoles, 2 de mayo de 2018

NECESITO VIVIR CADA INSTANTE DE MI VIDA EN TU PRESENCIA

Resultado de imagen de Jn 15,1-8 según Fano
No puedo imaginarme dar un paso sin tu presencia, Señor. Sin embargo, mi humanidad es tan pobre y pecadora que me distraigo y el mundo me despista y me desorienta. ¿Cómo puedo dar verdaderos frutos de amor, porque en eso consiste dar frutos, sin estar conectado al único y verdadero Amor? Sin Ti, ya me lo dices Tú, Señor, no puedo hacer nada, y sería un disparate y una cabezonería atreverme a hacerlo.

Dame, Señor, la sabiduría de discernir la verdadera elección de mi camino, que no puede ser otra que seguirte a Ti, porque sólo Tú eres el Camino, Verdad y Vida. Seguirte permaneciendo en Ti cada instante de mi vida y cada paso. Pero, ¿dónde puedo encontrarte? También eso, Señor, me lo has dejado bastante y meridianamente claro:  junto a los hermanos en la fe, hoy la parroquia, y en los grupos que allí se unen para compartir su fe y trabajar para dar frutos.

Pero, sobre todo, en la Eucaristía, que Él nos dejó en su última Cena invitándonos a celebrarla en su memoria. Ese pan y ese vino que tras la acción del Espíritu Santo, epíclesis, se convierten en su Cuerpo y en su Sangre, y del cual tomamos nosotros el alimento espiritual para fortalecernos en la lucha diaria contra las seducciones y tentaciones que el mundo nos presenta. 

Eso es permanecer. No significa recordarlo y acordarnos de Él, ni hacer algunas oraciones cada día o leer las escrituras. Significa todo eso, pero sobre todo, alimentarnos de ese alimento Eucarístico que nos transmite su misma vida y nos da fuerza para continuar el camino. Sobre todo si podemos y está al alcance de poder hacerlo diariamente. Necesitamos al Señor, pero también necesitamos poner todo lo que está de nuestra parte, pues para eso nos ha creado libres.

Y esa debe ser fundamentalmente nuestra oración, pedirte Padre que nos des la luz y la capacidad de discernir cada momento de nuestra vida en tu presencia. Contar contigo para decidir todas nuestras acciones y ponernos en tus Manos para que se haga tu Voluntad y no la nuestra. Amén.

miércoles, 24 de enero de 2018

NECESITAMOS CULTIVARNOS

Nuestra semilla ha sido sembrada en nuestros corazones, pero no sólo es cuestión de dejarla ahí, hay que cultivarla y hundirla en tierra buena y profunda para que eche raíces y dé frutos. Sí, no podemos quedarnos en el camino, ni en terreno pedregoso, y menos aún entre abrojos. Tenemos que acercarnos y librarnos de lo pedregoso y abrojos a tierra buena. A tierra abonada que nos dé la oportunidad de fructificar y dar buenos y hermosos frutos.

Y eso se consigue acercándonos al Señor e injertándonos en el Espíritu Santo. Y dejarnos cultivar por Él para que nuestra vida germine y dé buenos frutos. Es por tanto, tiempo de oración y de trato íntimo con el Señor para que nuestra semilla, plantada en nuestro corazón, muera y dé frutos. Y eso es lo que pedimos a grito en este humilde rincón de oración.

Danos, Señor, un corazón humilde, fuerte y cultivado con la oración, el sacrificio y la renuncia, porque somos muy adictos a la comodidad, a lo fácil y a no preocuparnos por los que sufren y lo pasan mal; porque somos muy egoístas y ambiciosos y pensamos sólo en nosotros mostrándonos indiferente a los demás. Porque nos volvemos posesivos y no compartimos los frutos que producimos; porque, queremos todo para nosotros y damos lo que nos sobra o no nos gusta.

Por todo eso, Señor, queremos cultivar nuestra semilla de otra forma y preparar nuestro corazón para que nuestros frutos estén para el servicio de los demás. Insistimos, Señor, y te pedimos que nos des sabiduría y fortaleza para, primero, estar íntimamente unido a Ti, y segundo, reflejar ese amor a Ti en los demás, porque sólo de esa forma podremos conseguir dar frutos y que esos frutos sirvan para el disfrute y el servicio de los demás.

Por eso, Señor, te pedimos que llenes nuestro pobre y humilde corazón de tierra buena, para que la semilla que Tú siembras en él sean capaces de echar raíces y dar buenos frutos. Amén.

domingo, 8 de octubre de 2017

CONSERVAR TU REINO

Hay un tesoro que, empezará a ser Tesoro cuando realmente lo descubra, porque, mientras permanezca como algo que me pertenece o no conozca de dónde me ha venido, seguirá siendo un tesoro con minúscula. Posiblemente, a aquellos empleados de la Viña les sucedió eso. No tomaron conciencia de que esa viña se les había regalado para trabajarlo y producir frutos. Y nació en ellos la tentación de apropiársela. Y mataron a los siervos enviados a recoger sus frutos y, también, al hijo.

Necesitamos darnos cuenta de quienes somos y de donde venimos. Necesitamos descubrir que somos empleados de la Viña del Señor. Él nos ha creado y nos ha puesto en este mundo y todos dependemos de Él. Luego, a Él tendremos que rendir culto y tributo, porque de Él hemos recibido todo lo que somos, desde la vida a todo lo que necesitamos para vivir.

Y nuestro trabajo, Señor, consiste en conservar tu Reino. Un Reino de justicia, de verdad y de paz. Un Reino de amor. Trabajar, pues, en el Reino es nuestra misión, pero trabajar según la Voluntad de Dios. Eso es lo que tenemos que hacer y lo que también queremos. Danos, Señor, la sabiduría, no de tanto saber y conocer, sino de querer siempre hacer tu Voluntad. 

Porque, queriendo, el Señor nos dará la fuerza, el impulso y la sabiduría para cultivar esos frutos de amor que Él espera de cada uno de nosotros. Sí, Señor, queremos, como tu Madre, completar ese rosario de nuestra vida en vivir tus misterios desde la actitud de imitar tu vida. Pero, no queremos quedarnos estancados en unas normas y rutinas de cumplimientos instalados, sino vivir intensamente el deseo de cumplir tu Voluntad y cultivar esa parte de Viña que has dejado a mi cargo.

Quiero, Señor, y para eso te pido tu Gracia, pues sin ella no podría hacer nada, producir en mi vida esos frutos de amor que Tú esperas de mí, y, cuando me llames a tu presencia, ofrecértelos humildemente con todo mi amor. Porque, sé y confío que, simplemente queriendo y poniendo mi empeño, Tú pondrás tu Amor para que mi tierra sea fértil y dé hermosos y buenos frutos. Amén.

viernes, 28 de julio de 2017

UN CORAZÓN ENDURECIDO

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDA



Mi corazón, Señor, no es el apropiado para acoger tu Palabra. Está endurecido por el mundo en el que vive, y su tierra está contaminada por las seducciones que le rodean. Sufre muchas tentaciones que le debilitan y le alejan de dar buenos frutos. Es un corazón de piedra, que no deja que sus raíces se hundan en la tierra. Y necesito al buen Sembrador que hunda mis semillas en tierra buena para que den frutos.

Tú, Señor, eres quien puedes cambiar mi corazón. Y convertirlo de piedra en un corazón de carne, suave y misericordioso e inundado de amor. Sácame, Señor, de esas indecisiones que me separan de Ti; despójame de todas esas tentaciones e inclinaciones terrenales que debilitan mis raíces y, apartándome, impiden que dé buenos frutos. Dame, pues, Señor, un corazón bueno, bien abonado y lleno de amor, para que, por tu el agua de tu Gracia, sea fértil y dé buenos frutos.

Ayúdanos, Señor, a regar cada día nuestros corazones de tu Palabra, pero, también, a entenderla y a obedecer. Ayúdanos a llevarla a nuestras vidas y a cultivarlas con la Gracia de los Sacramentos. Ayúndanos a permanecer y perseverar en la Iglesia, para que nuestras raíces no se debiliten y se sostengas fuertes y fortalecidas a la buena tierra para dar buenos frutos.

Se nos hace imposible conseguirlo sin Ti, Señor. Necesitamos el riego de tu Gracia y de tu Palabra, y que nos abras nuestras mentes, para que podamos escucharte con nuestros oídos y verte con nuestros ojos. Pero, sobre todo, hacer que la semilla de tu Palabra crezca y dé frutos en nuestros corazones. Amén.

domingo, 16 de julio de 2017

REGANDO TU VIDA

Cuando cae agua nace la posibilidad de que la tierra dé frutos. Sin agua esa posibilidad es nula, pero con agua crece muchos enteros. No es seguro del todo, porque hay lugares que, a pesar de la lluvia, la tierra no germina ni da frutos. Hay una condición, que sea tierra buena.

Porque, teniendo agua en abundancia, tu tierra puede ser estéril y no dar frutos. Porque, puedes oír la Palabra, pero no entenderla ni esforzarte en hacerlo, y, pronto, el Maligno, te alejará y dejará estéril ante la Palabra. Son los pajarillos que se comen tus semillas. Puedes tener oportunidad de escuchar la Palabra, pero llenar tu corazón de cosas mundanas y no hacer lugar para las cosas de Dios. Y puedes conocer la Palabra y hasta estar dispuesto a vivirla y entusiasmarte con ella, pero la seducción del mundo y las riquezas terminaran por alejarte y desistir.

Son muchas las tentaciones y los peligros que pueden alejarnos de la Palabra y del camino que conduce al Señor. Y, sobre todo, a dar frutos que testimonien nuestro amor y nuestra fe. Por eso, Señor, te pedimos que nos riegues nuestras vidas con tu Gracia y nos mantengas siempre en el camino. Te pedimos, Señor, que abras nuestros corazones y dejemos que tu Palabra los fecunde y los haga fructificar y dar frutos. Te pedimos, Señor, que conviertas nuestro corazón en tierra buena, fértilmente abonada, para que sea frondosa y fértil a dar hermosos y buenos frutos.

Riega, Señor, nuestras vidas y conviértela en jardines que den hermosas flores, llenas de colorido que irradien paz y serenidad. En fructíferos árboles que desprendan hermosos frutos que alimenten el amor y la fraternidad entre los hombres y favorezcan la justicia y la paz. Y en tierra que persevere, que se mantenga abonada y abierta a la lluvia de la Gracia que, con y por los Sacramentos de tu santa Iglesia, nos sostengan siempre fuertes y decididos a seguir sembrando la tierra de nuestra vida con buenos frutos. Amén.

miércoles, 28 de junio de 2017

RODEADOS DE LOBOS

El mundo está rodeado de peligros. Cuando vemos los documentales de la selva y la vida de los animales, en la que impera la ley del más fuerte, experimentamos lo difícil que es mantenerse vivo y subsistir en esas circunstancias. Unos se devoran a otros formando un equilibrio alimenticio y necesario para que haya vida. Y pensamos que nosotros estamos excluidos de esa cadena y somos seres aparte. Y pensamos bien.

Somos las criaturas de Dios por excelencia. Creadas a su imagen y semejanza, y destinada a vivir a su lado, por amor, para la eternidad. Pero, no cabe duda que, el corazón del hombre, inclinado al mal por el pecado, se degenera y origina  peligro de muerte. Y un peligro que amenaza y esclaviza hasta matar. 

El hombre se convierte en la mayor amenaza, tanto para los animales como para el planeta. Y una amenaza sin límites, que, sin darse cuenta, se convierte en su propia muerte y se destruye a sí mismo. Somos nuestros mayores peligros y nuestra mayor amenaza. Necesitamos cambiar nuestro corazón. No sólo para salvarnos nosotros, sino también para dejarles un mundo habitable y en condiciones a nuestros descendientes. Y eso, que nos puede parecer factible y al alcance de la mano, no lo podremos conseguir sin levantar la mirada al Creador, nuestro Padre Dios, y abandonarnos a su Gracia y Misericordia.

Reconocernos pecadores y cultivadores de malos frutos, es el primer paso para que nuestro cosecha empiece a mejorar y a producir buenos frutos. Pidamos al Señor que nos de la sabiduría de mirar para dentro, para el interior de nuestros corazones, y pongámoslo en sus Manos, a fin de que en Él sean convertidos en buenos y hermosos frutos. Amén.

sábado, 17 de septiembre de 2016

PRIMERO MORIR, PARA LUEGO VIVIR



La vida necesita ser sembrada para nacer, y lo sembrado necesita, primero morir, para luego dar vida. Igual nos ocurre a nosotros, necesitamos morir, para luego dar vida. Pero morir no es fácil, ni un instante. Morir es un proceso que exige tiempo, paciencia, fe y aceptación, y mucho amor. 

María, la Virgen, Madre de Dios y también Madre nuestra, nos sirve de ejemplo. Su vida fue un camino de muerte a sí mismo, renunciando a todo para hacer la Voluntad de Dios hasta llegar al pie de la Cruz. Seguir a María es seguir a Jesús, su Hijo, porque ella nos lleva irremediablemente a Él. En ella aprendemos a ser semilla que se deja morir, por la acción del Espíritu Santo, para dar frutos para Gloria de Dios.

Danos, Señor, la paciencia y perseverancia de tu Madre, María, nuestra Madre, para ser semilla como ella y perseverar también como ella en buena tierra y, hundiendo nuestras raíces en ella, dar los frutos que, Tú, Señor, por la acción del Espíritu Santo, esperas de nosotros.

Infunde en nuestros corazones la fortaleza y voluntad necesaria para resistir y rechazar las tentaciones de la mala tierra de este mundo, que pretende ahogar nuestra esperanza y nuestra fe. Riega, Señor, nuestra vida con esa agua que ofreciste a la samaritana, que salta hasta la Vida Eterna, para que nuestro vivir sea un morir a esta vida para, dando frutos, vivir para la Eternidad. Amén.

sábado, 19 de septiembre de 2015

SEMILLAS DE FRUTOS



Quiero ser Señor semilla que dé buenos frutos. Pero no los frutos que espera y son de este mundo. No quiero frutos de éxitos mundanos, ni placeres y privilegios que me hagan la vida más hermosa y llevadera. ¡No!, porque esos frutos son frutos de perdición.

Simplemente te pido Señor los frutos que vienen del Amor. De ese Amor Tuyo que nos salva y nos transforma, y que nos invade de gozo y de paz. Frutos de un amor que, aun escondiendo dolor y sufrimientos, rebozan paz y gozo. El amor que nos revela nuestra propia conciencia y que nos desvela su conformidad con la Voluntad de Dios. Un amor que tras las amarguras, dolores  y sufrimientos hay esperanzas de paz y felicidad eternas.

Convierte Señor la semilla de nuestra vida en semilla buena que hunda sus raíces en lo más profundo de tu Amor y se abra a la acción de tu Gracia para que, cultivada en tu Palabra y tu Amor, dé los frutos buenos a los que está llamada. Amén.