Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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domingo, 13 de junio de 2021

ENSÉÑAME, SEÑOR, A SER BUENA TIERRA PARA LA SEMILLA PLANTADA EN MI CORAZÓN

 

No tengo ninguna duda que hayas dejado dentro de mi corazón, Señor, la huella de tu Amor. Y, hasta sin querer, esa semilla por tu Gracia y Voluntad, crece y me impulsa a parecerme a Ti. Experimento, Señor, que hay muchas cosas en los hombres y mujeres de este mundo que se parecen a Ti.

Sin embargo, a pesar de eso muchos no quieren reconocerlo y a otros ni le importa. Sin embargo, a pesar de eso tu semilla, sembrada en nuestros corazones, continua impertérrita su desarrollo esperando a que despertemos y nos demos cuenta que Tú, mi Señor, eres nuestra única salvación. Y todo por tu Infinito Amor Misericordioso. Es tan grande el misterio que no nos damos cuenta que nos das todo de forma gratuita y sin condiciones. Así y todo, nos regalas la oportunidad de que, también por tu Gracia y Amor, elijamos libremente nuestra salvación eterna.

Te pedimos, Señor, la Gracia de darnos cuenta de tu presencia amorosa dentro de nuestros corazones, pero, también, la fortaleza y voluntad de sostenernos firmes y motivados ante las seducciones, placeres y tentaciones que nos presenta este mundo y a nuestras propias apetencias y pasiones que, como la cizaña ahogan nuestra fe. Gracias, Señor.

sábado, 22 de septiembre de 2018

EL RIEGO DE CADA DÍA

Resultado de imagen de Lc 8,4-15
Es importante que la semilla de tu corazón caiga en tierra buena. Una tierra bien abonada y regada que permita hundir profundamente tus raíces y dar buenos frutos. Una tierra que hay que cuidar y mantener bien protegida de todas las plagas que la amenazan con contaminarla y secarla.

La tierra de nuestro corazón necesita estar bien fijada y firme para protegerse de los vientos y corrientes que tratan de llevarsela y de dejar nuestro corazón lleno de abrojos, cizaña y otras malas hierbas que, ahogándo la semilla plantada le impide dar buenos frutos. Se hace necesario perseverar y sostenerse firme alimentado en y por la Gracia del Señor.

Y eso consiste en permanecer unido al Señor en la oración y, sobre todo, en la Eucaristía. Pero, hay más en dar buenos frutos causados y producidos por causa del verdadero amor. Un amor no sólo de fraternidad, sino un amor en clave de ágape. Porque, si no somos capaces de dar esos frutos, nuestros cuidados y riegos caen en saco roto.

Necesitamos permanecer injertados en el Señor y acompañados y asistidos por el Espíritu Santo. sólo así podemos dar esos verdaderos frutos de amor. Señor, sostén siempre mi semilla en tierra buena, para que dé buenos frutos y manténla preservada de todo peligro que pueda secarla y ahogarla. La pongo en tus Manos par queTú, el Buen Sembrador, la riegue con la Vida de la Gracia y la hagas fructificar con los mejores frutos que has preparado de mi cosecha. En tus Manos, Señor, me pongo. Amén.

martes, 31 de octubre de 2017

SEÑOR, RIÉGAME CON TU GRACIA

Dame la sabiduría, Señor, de saberme una simple y pequeña semilla, que crece despacio y que necesita agua. No cualquier agua, sino el agua que viene de Ti, Señor, que es la que realmente da la vida. Porque, Señor, saberme semilla sembrada por Ti me da esperanza y me ayuda a perseverar y a ser paciente.

Señor, me cuesta crecer y madurar para dar frutos. Posiblemente, los árboles son más fuertes que yo y soportan las inclemencias del tiempo, y dan frutos. Yo me experimento más débil y tentado a dejarme vencer por las tempestades y sequías. No siento mi crecimiento ni veo la posibilidad de dar frutos. Me tienta la desesperanza y no noto que mi tierra pueda ser buen abono para fertilizar la semilla de mi vida. Me canso y agoto, y experimento que no muero para dar frutos.

Los días pasan y todo me parece igual. Mis palabras se escuchan repetidas y empiezan a perder fuerza. No dejes, Señor, que mi vida se interrumpa por la apariencia y el desaliento. Háblame, Señor, y descubre tu presencia en mí para que pueda retomar fuerza y seguir esperándote confiado y esperanzado. Riégame con tu agua de la Gracia y revitaliza en mí tu fuerza y poder para que pueda soportar el tedio y la rutina en la que está aprisionada mi vida.

Sácame, Señor, de la rutina de mi vida y dale sentido. Dame la sabiduría de que, al menos, a pesar de no dar los frutos esperados, hago lo que Tú quieres que haga. A pesar de no dar la medida de mis posibilidades y no poner plenamente los talentos que he recibido. Imprime en mi corazón la fuerza y el poder de dar el cien por cien de los talentos recibidos, pero, también, de aceptar todos mis fracasos, mi pequeñez y mis torpezas.

Descúbreme, Señor, mi fragilidad, mi suficiencia y mis pecados, para que, sabiéndome pobre y pequeño, sepa reconocer que Tú eres mi Padre, mi Creador y Señor, y mi Salvador. En tus Manos, Dios mío, me abandono y a tu Infinita Misericordia me confío. Amén.

sábado, 23 de septiembre de 2017

¡TRANSFORMAME, SEÑOR, EN BUENA SEMILLA!

Soy semilla lanzada a boleo sobre la tierra. Y, también soy consciente que puedo caer en tierra buena, pero también en tierra mala. Puede, incluso, quedarse sobre la orilla del campo y ser alimento de pajarillos del campo. Hoy te pido, Señor, que hundas mi pobre vida en tierra buena. En esa tierra donde pueda echar raíces profundas hasta el punto de, bien abonada y alimentada por el agua de la Vida de la Gracia, ser fértil y dar buenos y hermosos frutos.

Soy consciente, Señor, de mi pobreza y de mi vulnerabilidad. Soy tierra seca, de poca profundidad; terreno pedregoso, lleno de zarzas y sin posibilidad de dar buenos frutos. Por eso, mi súplica de hoy va dirigida precisamente a eso, a pedirte que conviertas mi tierra mala en tierra buena y fértil. Necesito esa tierra buena de la Vida de la Gracia, que sólo Tú, Señor, puedes darme.

Riega mi humilde tierra con tu Gracia, Señor, y fertilizada. No permitas que, distraído por las apetencias y pasiones que me inclinan a este mundo sea arrastrado a mala tierra, y mis pobres raíces se queden al borde de los caminos y sean devoradas por los pajarillos del campo; o en terreno pedregoso que, siendo poco profundos, me ahoguen y sequen por falta de humedad. No permitas, Señor, que mis frutos queden en la mediocridad de una vida instalada, tibia y sin esfuerzo quedándose en la esterilidad.

Dame la paciencia y la perseverancia  de soportar mis debilidades y levantarme desde mi fragilidad herida y tocada por el pecado. Fortaléceme en la esperanza y afirma mi débil fe, Señor. Apóyala sobre roca, esa roca de tu Palabra, y revísteme de tu Gracia para que ilumine mi pobre vida y la asista con la sabiduría del discernimiento, diferenciando lo bueno y lo malo; lo hermoso y lo mediocre.

Yo, Señor, quiero ser semilla buena y, hundida mis raíces en ella, dar hermosos y buenos frutos para tu Gloria. Pero, no basta sólo con mi voluntad. Necesito tu Gracia, Señor, porque sin Ti nada soy. Tú, Señor, eres mi Creador y mi Hacedor, y sólo en Ti podré vencer mis miedos, mis debilidades, y mis pecados. Dame, pues, Señor, la Gracia de ser semilla plantada en tierra buena, para que mis frutos sean también buenos. Amén.

viernes, 28 de julio de 2017

UN CORAZÓN ENDURECIDO

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDA



Mi corazón, Señor, no es el apropiado para acoger tu Palabra. Está endurecido por el mundo en el que vive, y su tierra está contaminada por las seducciones que le rodean. Sufre muchas tentaciones que le debilitan y le alejan de dar buenos frutos. Es un corazón de piedra, que no deja que sus raíces se hundan en la tierra. Y necesito al buen Sembrador que hunda mis semillas en tierra buena para que den frutos.

Tú, Señor, eres quien puedes cambiar mi corazón. Y convertirlo de piedra en un corazón de carne, suave y misericordioso e inundado de amor. Sácame, Señor, de esas indecisiones que me separan de Ti; despójame de todas esas tentaciones e inclinaciones terrenales que debilitan mis raíces y, apartándome, impiden que dé buenos frutos. Dame, pues, Señor, un corazón bueno, bien abonado y lleno de amor, para que, por tu el agua de tu Gracia, sea fértil y dé buenos frutos.

Ayúdanos, Señor, a regar cada día nuestros corazones de tu Palabra, pero, también, a entenderla y a obedecer. Ayúdanos a llevarla a nuestras vidas y a cultivarlas con la Gracia de los Sacramentos. Ayúndanos a permanecer y perseverar en la Iglesia, para que nuestras raíces no se debiliten y se sostengas fuertes y fortalecidas a la buena tierra para dar buenos frutos.

Se nos hace imposible conseguirlo sin Ti, Señor. Necesitamos el riego de tu Gracia y de tu Palabra, y que nos abras nuestras mentes, para que podamos escucharte con nuestros oídos y verte con nuestros ojos. Pero, sobre todo, hacer que la semilla de tu Palabra crezca y dé frutos en nuestros corazones. Amén.

miércoles, 26 de julio de 2017

¿QUÉ TIPO DE TIERRA ERES?

Un labrador prepara su tierra. Sería impensable que no la cuidara y la mimara hasta exigir de ella frutos. De la misma forma, Dios no puede habernos creados para dejarnos estériles y sin dar frutos. Ya, en el pueblo de Israel si señalaba como una maldición ser estéril. Dios nos ha creado y ha sembrado en nuestros corazones la semilla de su Palabra.

Y hoy nos habla en parábola explicándonoslo, para que despertemos y tratemos de acoger, en nuestra tierra particular, esa semilla plantada. Él es ese Sembrador que ha sembrado esa semilla y nosotros seremos esa tierra que la acoge, la fertiliza y la hace dar frutos, por medio de su Gracia. 

Necesitamos abrirnos a su Palabra y dejar que nos fecunde y nos, muriendo, haga fructificar y dar buenos y hermosos frutos. Pero, para eso, necesitamos estar atentos, escuchantes, abrir nuestros oídos y disponibles a su siembra. Y eso es lo que te pedimos hoy, Señor. Danos esa capacidad de acoger tu Palabra, y también de discernirla y de aplicarla a nuestra tierra para que dé frutos.

Sin tu Gracia nada podemos hacer, ni ningún frutos podemos dar. Necesitamos la oración y la atenta y paciente escucha, pero acompañada de tu Gracia, Señor. Porque, sin Ti nada podemos hacer. Siempre repetimos las mismas palabras. Y es que no sabemos decir otra cosa. Insistimos confiados en tus Palabras, que nos has animado a ser constante e insistentes. No dejaremos de pedírtelo.

Danos la fortaleza, la sabiduría, la capacidad, la voluntad, la paciencia, la esperanza y la constancia de no desfallecer y sostenernos en tu Palabra. A pesar de no entenderla en muchas ocasiones; a pesar de no poder llevarla a nuestras viciadas y débiles vidas; a pesar de descubrirnos pobres labradores, indignos de ser campos y tierras donde Tú, Señor, has dejado tu semilla. Perdónanos, Señor, y riega nuestras pobres y estériles tierras, para que, por tu Gracia, puedan dar los frutos que Tú Misericordiosamente, esperas de cada uno de nosotros. Amén.

miércoles, 20 de julio de 2016

EN CONSTANTE REBELDÍA



Siempre tengo alguna queja. Me resisto a aceptar mi propia tierra. Y esa actitud es la que provoca envidias, odio y criticas negativas que provocan enfrentamientos y lejanías. Quiero la tierra del vecino, los frutos que produce el otro. Quiero todo lo del otro porque no me contento con lo mío. Quiero más y lo mejor.

Y en ese querer me distraigo y olvido de recoger las semillas a la orilla del camino y llevarlas a tierras donde puedan crecer y dar frutos. Y no lucho en las tierras del pedregal dejando que la raíz se seque por la poca profundidad de la tierra. ¿No se puede hacer algo y añadir más tierra? O, abandono y dejo que los abrojos ahoguen la semillas mientras las contemplo con los brazos cruzados. Todo menos aceptar el reto y camino de tu vida con la esperanza de salvarla para la eternidad.

La cuestión es transformar todos esos inhóspitos lugares, que terminaran por matar la semilla buena plantada en mi corazón, en buenas tierras para que bien fertilizadas por el buen Sembrador den los frutos apetecidos y esperados. Y eso lo puedes hacer confiando y poniéndote en Manos del Espíritu Santo que, enviado por el Padre, el Señor nos regala para que nos auxilie y asista en esa lucha constante por el camino de nuestra vida.

Pidamos esa Gracia y pongamos nuestra confianza en la Palabra del Señor, que nos alumbra y describe el camino con sus peligros y tentaciones para que los podamos sortear y, de su Mano, alcanzar la fortaleza y capacidad de transformar la tierra de nuestro corazón en buena tierra que dé los frutos que el buen Sembrador espera.

Danos, Señor, la sabiduría y la paciencia para, aceptando la clase de tierra que me has dado en este mundo, sepa transformarla con tu Gracia en la tierra buena que tu esperas recibir y que yo, por tu Amor y salvación, quiero darte. Amén.

sábado, 19 de septiembre de 2015

SEMILLAS DE FRUTOS



Quiero ser Señor semilla que dé buenos frutos. Pero no los frutos que espera y son de este mundo. No quiero frutos de éxitos mundanos, ni placeres y privilegios que me hagan la vida más hermosa y llevadera. ¡No!, porque esos frutos son frutos de perdición.

Simplemente te pido Señor los frutos que vienen del Amor. De ese Amor Tuyo que nos salva y nos transforma, y que nos invade de gozo y de paz. Frutos de un amor que, aun escondiendo dolor y sufrimientos, rebozan paz y gozo. El amor que nos revela nuestra propia conciencia y que nos desvela su conformidad con la Voluntad de Dios. Un amor que tras las amarguras, dolores  y sufrimientos hay esperanzas de paz y felicidad eternas.

Convierte Señor la semilla de nuestra vida en semilla buena que hunda sus raíces en lo más profundo de tu Amor y se abra a la acción de tu Gracia para que, cultivada en tu Palabra y tu Amor, dé los frutos buenos a los que está llamada. Amén.

viernes, 30 de enero de 2015

SOMOS TIERRA SEMBRADA POR BUENA SEMILLA

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA UNIDA Y DEFENSA DE LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS




Dentro de cada hombre hay una semilla de amor plantada. Por algo, en el libro del génesis se dice al principio que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Si somos semejanza de Dios tenemos muchas cosas de Dios. Por eso sentimos amor y nos llena de gozo hacer el bien; por eso sentimos compasión, y también deseos de misericordia.

Pero también sentimos deseos de hacer justicia, de que haya paz, y de que todos los hombres se sientan hermanos y vivan de forma fraterna. Pero todo esto se estropea cuando el hombre empieza a sentir egoísmo, y quiere ser el mejor, y disfrutar más que los otros y que, los otros, le sirvan y estén bajo sus órdenes. Son los síntomas del pecado, de la soberbia y avaricia.

Necesitamos fumigar nuestra particular tierra para que, limpia y protegida, la semilla crezca fuerte y bien cultivada y dé los frutos esperados. Pero es necesario atenderla, regarla y abonarla con mucho cuidado y atención. Y eso nos exige estar unido al Sembrador, que sabe de nuestras debilidades, de nuestros defectos, enfermedades y pecados y está dispuesto, por amor, a perdonarnos y a ayudarnos a dar frutos.

Cuidemos nuestra huerta con la asidua frecuencia de la Eucaristía y la Penitencia, para que el abono y la lluvia de la Gracia nos empapen hasta tal punto que nuestra tierra quede bien abonada y fértil para dar los frutos que de ella se esperan. Amén.

domingo, 20 de julio de 2014

TIERRA DE LOBOS



Todos sabemos que atravesar lugares salvajes donde habitan lobos u otros depredadores y que buscan como saciar su hambre, son lugares difíciles de recorrer y menos subsistir. La vida está en constante peligro y en cualquier instante puedes convertirte en la comida de otro.

Se nos hace difícil extrapolar y comparar ese mundo salvaje con este otro mundo donde vivimos. Pensamos, a bote pronto, que nuestro mundo civilizado es un mundo garantizado, donde podemos vivir en paz. Pero no es así, a poco que profundizamos, encontramos que vivimos en una tierra de lobos tan peligrosa como la de esa selva incontrolada y salvaje. Hay lobos más difíciles de vencer, porque son lobos inteligentes que razonan y meditan sus ataques y defensas.

El hombre se ha convertido en el depredador más grande y peligroso. Sólo conocer los datos estadísticos de los millones de niños asesinados y condenados a muerte en el mismo vientre de sus madres asusta. Las injusticias y explotaciones que sufren los más desfavorecidos, los excluidos, los pobres y desamparados son alarmantes. Un mundo donde se mata. Ahora mismo está ocurriendo en muchos lugares, por ejemplo Gaza. Y donde los más débiles, los niños, ancianos y pobres son siempre los más sufridos y desfavorecidos.

La cizaña crece junto a la semilla. El mal contra el bien. Sabemos que ese es nuestro recorrido, pero sabemos que el Sembrador cuida su siembra y la semilla que permanece pegada a la tierra y se abre al agua de la Gracia de la Palabra que la cultiva, logra crecer, pegarse a la raíz y dar frutos.

Gracias Señor, por tus Palabras. Gracias, Señor, por la esperanza de experimentarte cercano y comprometido en nuestra salvación. Gracias, Señor, por tu promesa de que vendrás y separarás la buena semilla de la mala cizaña, y gracias, Señor, por tu Amor gratuito, incondicional e indigno por nuestra parte de merecer. Gracias, Señor, inmensas gracias por tu Infinita y Eterna Misericordia.