La buena Noticia es la Palabra que nos trae Jesús. Es la Noticia de la salvación, del triunfo de la vida sobre la muerte, porque, la muerte es la mala noticia y la que todos tememos. El ser humano lucha contra la muerte y contra la vejez, porque, hacerse viejo es acercarse a la muerte y la muerte es el fin de la vida. Por eso, el don de la vida es el tesoro más preciado.
Y que nos dice y anuncia el mensaje del nacimiento de Jesús. Pues, precisamente anunciarnos el triunfo de la vida sobre la muerte. Esa es la gran Noticia de salvación. Vencer la muerte y gozar plenamente de la felicidad eterna. Pero, para eso buena Noticia, primero hay que conocerla y tratar de vivirla. Para conocerla tenemos que acercarnos a Jesús y escucharle, y, luego, tratar de obedecerle. Eso es lo que hace Jesús después de saber que Juan está preso. Comienza Él a anunciar el mensaje de salvación y nos invita a convertirnos y a hacer penitencia.
No es fácil iniciar y perseverar en el camino. Amar exige mucho y solos no podremos vencer las exigencias de nuestra naturaleza herida y sometida al pecado. Por naturaleza somos egoístas, ambicioso, vanidosos e inclinados a las apetencias carnales. Nos cuesta vencernos y, para amar hay que renunciar a todas estas inclinaciones que nos lo pone difícil. Convertirse sería darle la vuelta a todo eso y quedarnos con el amor que se da y entrega gratuitamente y pacientemente. Y eso, repito nos resulta muy difícil.
Tan difícil que, por experiencia, sabemos que solos no podemos vencer. Necesitamos la ayuda del Espíritu Santo que hemos recibido en el momento de nuestro bautismo. Y eso nos exige acercarnos a la Palabra del Evangelio y a la oración para permanecer cerca y en contacto con el Señor. Sólo de esa forma iremos logrando esa conversión que necesitamos y que realizaremos poco a poco con el esfuerzo de cada día.
Pidamos con insistencia cada día que no nos falte la Gracia de Dios y que tengamos sabiduría, humildad y voluntad para esforzarnos en ser mejores según la Palabra que nos enseña el camino. Que tu Luz, Jesús, ilumine el mundo, que tu Voz resuene en nuestros corazones, que tú paz llene los corazones, y alcance a toda la tierra tu pregón. Amén.