Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

viernes, 19 de agosto de 2016

LA PLENITUD ES EL AMOR

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS

No hay que darle muchas vueltas a la Ley. Está clara y tú y yo lo sabemos. Quizás el problema esté en que nos fastidia darle cumplimiento y utilizamos la demagogia para justificarnos. Es decir, nos auto engañamos. Porque amar no es mirar para mí, sino mirar para el otro. Eso fue lo que hizo Jesús. Vino a dar a los demás, no a darse a sí mismo.

Su camino fue un plantearse que necesitabas tú y yo para ser felices. Y eso fue lo que hizo, dar su Vida para que tú y yo fuésemos felices. Ahora, la sorpresa es que la hemos rechazado, o que la miramos con lupa para aceptarla. Es verdad, y Jesús lo sabe, que tenemos una gran dificultad, el pecado. Y nuestra naturaleza humana está tocada y fácilmente vencible por las tentaciones y vicios de este mundo. El principal nuestro egoísmo.

Pero, Jesús, sabía eso, y no nos dejó a la deriva ni solos. Se ha quedado para que, tú y yo, pudiésemos cumplir con ese hermoso y pleno mandato del amor. Empezando, para cumplir el primero, por amar a los que tenemos enfrente. No es que sea este el primero, sino que para cumplir el primero, es decir el Amor a Dios sobre todas las cosas, hay que ejercitarse en el segundo, en el prójimo. 

Sin el primero nos sería imposible encontrar fuerzas para vivir el segundo. Pero el segundo es la prueba de que estamos viviendo y amando a Dios. Por eso, siguiendo la actitud de la reflexión en el Evangelio, hagamos ahora nuestra propia oración, y, si puedes y te atreves, compartela con todos. Gracias, porque ayudarás a encender y fortalecer nuestra fe. Amén.

jueves, 18 de agosto de 2016

GRACIAS, SEÑOR POR INVITARME A TU CASA



No somos conscientes de nuestra suerte ni del Misterio Infinito del Amor de Dios. Un Amor que nos salva a pesar de no merecerlo: Un Amor que nos invita, a pesar de nuestro rechazo, a tener la oportunidad de, revestidos de la Gracia y arrepentidos de nuestros pecados, alcanzar la Misericordia de Dios. No lo sabemos, porque no actuamos en consecuencia ni respondemos a su invitación.

Quedaríamos asombrados de cómo actuamos y respondemos a la invitación que el Señor nos manda si fuésemos capaces de entender. Por eso, sabido que no comprendemos. Y es más, conscientes de que no alcanzamos a comprender, te pedimos, Señor, que nos ilumines y nos des del don de la Gracia de darnos cuenta de lo que hacemos  y valoremos la oportunidad infinita que Tú nos regala por tu Amor.

Gracias, Señor, por esta infinita invitación que no merecemos ni llegamos a comprender en toda su valoración. Arranca de nuestro endurecido corazón la soberbia y el orgullo que nos ciega y nos predispone a rechazarte y a ignorar tu invitación. Abre nuestros ojos a esa barbaridad a punto de cometer contra tu invitación. Perdónanos nuestra ignorancia y osadía altanera de creernos con derecho y merecedores de negarte y rechazarte.

Danos la humildad de abajarnos, de reconocer nuestros pecados, nuestra pequeñez y pobreza,  para que, humillados y postrados ante tu grandeza y Amor, seamos capaces de adorarte y reconocerte Señor y Creador de todo lo visible e invisible. Pero, sobre todo, Padre. Padre bueno que nos salva y que nos quieres. Y que nos haces tus hijos por los méritos de Jesús, tu Verdadero y único Hijo, el Mesías, el enviado, que entregando su Vida, ha rescatado la nuestra para la Gloria Eterna.

Gracias, Padre, dame la sabiduría de rebuscar en el fondo de mi corazón y desenterrar esa hermosa y valiosa invitación al Banquete de tu Hijo Jesús, para que, revestido con la Gracias de tu salvación, asista humildemente y lleno de gratitud al banquete del Cielo prometido. Amén.

miércoles, 17 de agosto de 2016

LLAMADOS PARA EL CIELO



Jesús es el Propietario que busca obreros para su Viña. Es decir, busca a hombres y mujeres para el Reino de Dios. No se queda quieto esperando que tú y yo vayamos a apuntarnos, sino que Él ya nos tiene apuntado desde el principio, y ahora viene a decírnoslo. Y nos busca a todas horas.

Es verdad que todos no estamos en el mismo lugar, ni tampoco en la misma situación. Unos necesita el trabajo, es decir, la salvación, con más urgencia que otros. Y son contratados desde las primeras horas de la mañana. Pero otros están más remisos o más gandules, y les llega la noticia de que les buscan para el trabajo a medio día. Y otros acuden a las últimas horas de la tarde. 

Sin embargo, todos han sido invitados. Es posible que algunos se hayan negado a ir instalados en sus comodidades y placeres. Pero, a pesar de eso, el Señor ha salido a buscarlos e invitarlos. Miremos para nosotros y preguntemonos: ¿He aceptado yo la invitación del Señor a trabajar en su Viña? ¿Y sé realmente que clase de trabajo tengo que hacer? ¿O qué es lo que Él me pide?

A veces pedimos sin ni siquiera saber que tenemos que hacer. Nos molestamos porque a otros le dan la misma paga que a nosotros. ¿Acaso somos nosotros quienes pagamos? ¿Nos han pagado menos que lo que nos han prometido? 

Perdóname, Señor, por tanta osadía y tanto descaro. Perdóname, Señor, por tanta rebeldía y orgullo creyendo que merezco lo que me dás y los otros no. Perdóname, Señor, por mi ceguera y mi necedad. Dame la sabiduría de entender que Tú eres el Señor de la Vida y la Muerte, y que todo te pertenece, incluyéndome a mí y a todos los hombres. Amén.