Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

jueves, 9 de noviembre de 2017

H I M N O

Basílica de San Juan de Letrán


Piedra angular y fundamento es Cristo
del templo espiritual que al Padre alaba,
en comunión de amor con el Espíritu
viviente, en lo más íntimo del alma.

Piedras vivas son todos los cristianos,
ciudad, reino de Dios edificándose,
entre sonoros cánticos de júbilo,
al Rey del universo, templo santo.

El cosmos de alegría se estremece
en latido vital de nueva savia,
al pregustar el gozo y la alegría
de un cielo y una tierra renovados.

Cantad, hijos de Dios, adelantados
del Cristo total, humanidad salvada,
en la que Dios en todos será todo,
comunión viva en plenitud colmada.

Demos gracias al Padre, que nos llama
a ser sus hijos en el Hijo amado,
abramos nuestro espíritu al Espíritu,
adoremos a Dios que a todos salva. Amén.

La dedicación de la Basílica de Letrán, fiesta
                                                                                                                                                     Común de la dedicación de una iglesia

miércoles, 8 de noviembre de 2017

LA RENUNCIA ES LA LUCHA DE CADA DÍA

Somos invitados al Banquete cada día. Con la noche termina un día, pero con el amanecer empieza otro. Así vamos recorriendo el camino de nuestra vida. Y cada día es una lucha entre la renuncia y la aceptado. Porque hay muchas tentaciones que se nos presentan cada día y que nuestro corazón detecta que son malas, posesivas y egoístas. En él están escrita las buenas y las malas, y sabemos diferenciar lo bueno de lo malo, o en su lugar, discernir y preguntar.

Posiblemente, algunas veces tendremos dudas, pero otros podrán sacarnos de ellas. El discernimiento nos ayuda a distinguir lo bueno de lo malo, y la oración nos ayuda a aclararnos. El Espíritu Santo nos asiste y nos va aclarando el camino. Lo que si es cierto es que tú y yo sabemos cuando el camino se llena de piedras y no nos deja avanzar. Necesitamos limpiarlo y renunciar a todas esas comodidades y egoísmos que nos tientan con sentarnos y pararnos.

Debemos saber medir nuestras fuerzas y cuando apartarnos o desviarnos de los peligros que amenazan con distraernos y hasta confundirnos. Pero, sobre todo, no dejar nunca la poderosa arma de la oración, ella nos hace fuerte y nos llena de luz y sabiduría para discernir bien y saber la medida de nuestras fuerzas. Luego, la voluntad, otra de las grandes virtudes que tenemos, nos libera de seguir ese camino peligroso y optar por el verdadero y auténtico que es Xto. Jesús.

Él es nuestra Referencia y nuestra Salvación. Repetidas veces nos ha llamado e invitado y nos ha dicho que Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Pues, no perdamos ni un instante de pedir fuerza y voluntad para renunciar a todo aquello que el mundo nos presenta como excusa y justificación para seguir sus pasos, y seamos firmes y dispuestos a no perderlo nunca de vista. 

Él debe ser nuestra prioridad en todo, incluso antes que nuestra vida, porque, Él es realmente la Vida, y sin Él estamos muertos. Pidamos ser fuertes para renunciar a todo aquello que nos separa de Él. Amén.

martes, 7 de noviembre de 2017

UNA INVITACIÓN DE CADA DÍA

Cada día amanece con una nueva invitación en tu mesa de noche. Te acuestas y te levantas y la invitación sigue constante en tu mesa de noche. Que maravilla de amor y que misterio. Cuanto nos quiere el Señor y nos lo demuestra constantemente. Estás invitado a su Banquete, yo también. Ahora, ¿qué contestamos? ¿Ponemos por delante nuestras aficiones, nuestros intereses, nuestras familias, nuestras ocupaciones, nuestros trabajos...etc? ¿Cuál es nuestra elección?

Al final del Evangelio se nos responde muy duramente: Dijo el señor al siervo: ‘Sal a los caminos y cercas, y obliga a entrar hasta que se llene mi casa’. Porque os digo que ninguno de aquellos invitados probará mi cena. 

Son terrible esas Palabras del Señor, porque nos está diciendo que de no aceptar la invitación no probaremos su cena. Y eso equivale a decirnos que no estaremos con Él en su casa. Y eso supone la mayor desdicha que nos puede pasar, que se hace eterna y no hay manera de cambiarla. Por eso, estamos en un momento muy importante de nuestra vida. Este momento es tiempo de salvación. Dentro de unos instantes no sabemos. 

Debemos, pues, de aprovechar cada instante, porque en él nos jugamos nuestra felicidad y nuestro gozo eterno. Y, por tanto, estar disponible y abiertos a aceptar la invitación al Banquete que el Señor nos prepara y nos invita. Dejemos a un lado las cosas de este mundo, puras banalidades, caducas y de poco valor, porque todo lo que muere es limitado. Y corramos al Banquete que nuestro Señor nos tiene preparado, porque allí seremos felices eternamente.

Pidamos al Señor la sabiduría de saber responderle y de poner todas nuestras cosas en su lugar. Todo sometido al Señor, dueño de todo lo creado, tanto visible como invisible. Porque, nada tiene sentido si no hace referencia a Él. Gracias, Señor, por tanto amor inmerecido y por tanta insistencia para salvarnos. Pongo en tus Manos, Señor, mi vida, para que, en el Espíritu Santo, Tú la dirijas y la lleves a ese Banquete que has preparado para mí.