Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

miércoles, 31 de enero de 2018

INSISTO, SEÑOR, Y VUELVO, COMO CADA DÍA, A PEDIRTE QUE VEA TU VERDAD

No se trata de mi verdad. Verdad errónea y limitada, ni tampoco la de algún otro, que por mucha sabiduría e intelectualidad, no abarca la verdad absoluta. Sólo Tú, Señor, eres la Verdad Absoluta, fuente de gozo y felicidad. Pero, somos tan obstinados, tan necios e ignorantes que preferimos las luces de las tinieblas, opacas y oscuras, que nos llevan a la perdición, que la Luz, clara y diáfana, que viene de Ti y nos lleva a la plenitud y gozo eterno.

Tendremos que ser muy necios e ignorantes, Señor, para no verte. Por todo ello, lo primero que quiero pedirte es que mi fe alcance el tamaño de un grano de mostaza. Es lo mínimo que Tú me has pedido, y yo, que no aspiro a mucho y me considero pecador y poca cosa, me conformaría con eso, Señor. Dame, Señor, una fe como un grano de mostaza. 

Porque la fe es el elixir que necesito para responderte y corresponder a esa capacidad libre de elegir hacerlo o no hacerlo. Un regalo gratuito, y una oportunidad de responderte meritoriamente a la confianza que Tú has depositado en mí. Porque, aunque todo me viene de Ti gratuitamente, has querido que yo tome parte y responda a esa confianza fiándome de Ti. 

Pero, me doy cuenta Señor que soy muy débil, y estoy sometido a mis pecados: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza, y necesito tu Gracia, recibida en mi Bautismo, para transformarme, por la acción del Espíritu Santo, en un hombre nuevo, lleno de caridad, gozo, paz, paciencia, longaminidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad. Frutos del Espíritu Santo que también me dará sus dones: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.

Por eso, Señor, insisto y te suplico que aumentes mi fe hasta un grano de mostaza. Con eso podré mover montañas y responder a tu Palabra y hacer tu Voluntad. Transformame, Señor, en un hombre nuevo que revestido con los frutos y dones del Espíritu Santo viva en tu Palabra y haga tu Voluntad. Amén.

martes, 30 de enero de 2018

JESÚS BUSCA ENCONTRARSE CONTIGO

Jesús no quiere dejar pasar a aquella persona que le ha tocado su manto. Él se ha dado cuenta y se vuelve. Los apóstoles le dicen que caminamos muchos y al ir muy juntos lógico es que nos demos algún roce. Pero, Jesús sabe que alguien que le necesita le ha tocado, y lo ha hecho con fe, esperando curarse al tocarle. Quiere verla, encontrarse con ella y darle un saludo de paz y esperanza.

Y la llama, y ella atemorizada y notándose curada confiesa sus intenciones y su problema. Y Jesús la despide cariñosamente dándole la paz y anunciándole que su fe la ha salvado, le curó de su enfermedad. ¿No crees tú y también yo que Jesús nos cura y nos salva también a nosotros? ¿Por qué a esa mujer sí y a nosotros no? ¿Por qué a la hija de Jairo, y a ti y a mí no? Jesús ha venido para salvarnos a todos.

Claro, que esta enfermedad de esa mujer  y esa resurrección de la hija de Jairo no fueron definitivas. Ambas tuvieron que enfermar y morir de nuevo, porque el puente para entrar en el Reino es la muerte, pero una muerte que ya hemos visto que no es la última palabra. Jesús nos resucita como lo hizo con esa muchacha, hija de Jairo. Como también lo hizo con su amigo Lázaro o el hijo de la viuda de Naím. También lo hará contigo y conmigo.

Simplemente se trata de creérnoslo y de acercarnos a Él. Nos está llamado en cada instante, y, quizás, de la manera que tú menos espera. No esperes grandes emisarios, ni personajes ilustres. Quizás sea ese amigo que tienes al lado y al que no le das gran importancia. O a ese otro que te ha pasado una invitación, o al párroco que te invita y te llama. Son muchas las maneras en las que Jesús te llama, pero necesita que escuches.

Aprovecho esta página de oración para pedir por ti y por todos los que siendo invitados y llamados por el Señor para que abran sus corazones y como Jairo o la mujer enferma crean que el Señor es su solución y salvación. Amén



lunes, 29 de enero de 2018

INDIFERENTES ANTE EL SUFRIMIENTO DE LOS DEMÁS

Sucede que nos preocupamos mucho cuando experimentamos una pérdida de algo material, y no ocurre lo mismo cuando observamos el sufrimiento de los demás. Con esta apreciación quiero significar la importancia que damos a nuestros propios intereses materiales y lo poco a casi nada a los valores espirituales con respecto a las personas y a sus derechos.

No nos molesta tanto que otros sufran y sus derechos sean pisoteados cuanto nuestras pertenencias y bienes materiales sean dañados o perjudicados. Es la lección que hoy podemos deducir y reflexionar del Evangelio que leemos. Aquellos hombres y aquel pueblo dio más importancia al valor de los cerdos que a la curación y liberación  de aquel endemoniado. Es decir, importa más lo crematístico que la vida y salud de aquella persona.

Y eso queremos pedirte, Señor. Danos la sabiduría de poner cada cosa en su lugar y de valorar más la vida de las personas que la de lo puramente material. Danos el conocimiento y sentido común de saber distinguir entre lo material y espiritual, entre el objeto y la persona. Ilumínanos para ver claramente la diferencia entre lo inerte, la materia, llamado a la caducidad,  y lo vivo, la vida, que la has creado para vivir eternamente. Enséñanos, Señor, a valorar a la persona humana, creada por tu Amor y semejante a Ti, y a la que has salvado enviando a tu Hijo Predilecto para que, entregando su Vida, liberarla del pecado. Y a las cosas materiales y seres vivos que has puesto para, sometidos al bien de los hombres, sirvieran para su beneficio.

Danos esa sabiduría para, conociendo esa diferencia y ese valor, sepamos darle a cada cosa su lugar y su jerarquía. Pero, sobre todo, sin dejar de mirarte a Ti, Señor del Universo, para vivir en tu Voluntad y actuar según tu Palabra. Con esa esperanza, Señor, te suplicamos nos ilumines dándonos la fortaleza para saber siempre poner a la persona humana por encima de todas las demás cosas según Tú lo has dispuesto. 

Danos tu Gracia, Señor, para movidos por ella sepamos actuar según tu Voluntad y administrar todo lo que hemos recibido según Tú has dispuesto. Amén.