Padre de bondad y de ternura, gracias porque si no te hubieras revelado con toda la fuerza de tu misericordia no sé qué sería de mí. Si no te hubieras hecho tan frágil como soy yo, si no hubieras llorado y sufrido como lo hago yo, si no hubieras muerto en la cruz por amor, yo no sería capaz de experimentar ni tu ternura ni tu amor. ¡Señor, te doy gracias porque me amas tanto!.
Te doy gracias porque al mismo tiempo me muestras con tu ternura esa cercanía que necesito para caminar. Gracias porque me muestras tu divinidad al mismo tiempo que me presentas tu humanidad. Te doy gracias, Padre, porque me acompañas siempre y me llevas de la mano y esto me da mucha seguridad! ¡Ayúdame, también, a llevar tu ternura a los demás! Amén.
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