Señor, dame un corazón grande de ánimo capaz de hacer el bien, repartir lo propio, devolver más de lo que recibo, ser prudente en mis acciones, manifestar siempre la verdad, no quejarme nunca, perdonar de corazón, amar sin contrapartidas, preocuparme más de la verdad que de los chismes y de la opinión parcial, no gloriarme por el triunfo o por la alabanza de los demás, estimar poco el poder, desapegarme de lo material.
Gracias, Señor, porque pones a mi lado amigos de corazón que saben con palabras sencillas y gestos amorosos corregir mi corazón tantas veces soberbio y egoísta. Espíritu Santo, dame grandeza de alma para buscar siempre lo honroso y honorable de mi vida y tender siempre hacia las cosas grandes. Concédeme, Espíritu Santo, la gracia de hacer grandes actos desde la humildad y utilizar los dones que Dios me ha otorgado de la mejor manera y siempre a su servicio. Amén.