Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

jueves, 21 de diciembre de 2017

¡SALTO YO DE ALEGRÍA COMO JUAN?

No se puede explicar, sino por la acción del Espíritu Santo, que, desde el vientre de su madre Isabel, Juan saltará de gozo y alegría al sentir la presencia del Mesías en el vientre de María. Sin intermediar aviso ni palabra, Isabel, llena de Espíritu Santo, conoció que el vientre de María era morada del Hijo de Dios. ¿No es esto un milagro? ¿Es qué queremos ver lo que a nosotros se nos antoja y queremos? ¿No fue Zacarías silenciado de su lengua por exigir pruebas y desconfianza a lo que el Ángel Gabriel le anunciaba? También nosotros seremos olvidados y marginados por no creer y confiar en lo que el Señor nos dice.

Por eso, Señor, te pedimos que nos aumente nuestra fe, y, como tu Madre María, danos la fortaleza, la sabiduría y la voluntad de dejarnos invadir por tu Gracia y ser dócil a tu Palabra. Danos también la valentía de salir corriendo y contagiar todo lo que palpita a nuestro derredor y llenarlo de tu Gracia, como sucedió con María e Isabel.

Líbranos, Señor, de tantas tentaciones y de todo aquello que nos aleja del verdadero amor que significa darse y amar el bien y la verdad para ser justo con los demás. Danos, Señor, la agilidad que tuvo María, tu Madre, para salir corriendo al servicio de todo aquel que lo necesita, sin miramientos de ninguna clase y sin amedrentarse por los riesgos e incertidumbre que el propio camino le presentaba.

Así, Señor, quiero yo saltar también de alegría. Saltar de gozo y alegría como Juan en el camino de mi vida en este momento. Contagiar y proclamar que Tú naces cada día en el corazón de todo aquel que se abre a tu Palabra y que, escuchándola, se esfuerza en hacerla vida en su vida. Pero, consciente de que sin Ti nada puedo hacer, pero que contigo sólo basta, te pido que no dejes de pasar por mi pobre corazón y, allí, prepararte un humilde pesebre para que yo también pueda nacer en Ti y vivir a tu estilo amando como Tú me amas. 

Gracias, Señor, por tu visita acompañado de tu Madre. Porque, es ella con la que vas a todas partes y por la que te has hecho presente en este mundo. Y todo por amor y para darnos vida eterna. Amén.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

¿CUÁ ES NUESTRA MIRADA?

Cuando titulo esta reflexión, "cuál es nuestra mirada", quiero significar y descubrir el sentido de cómo miramos nosotros este acontecimiento de la anunciación. ¿Lo miramos como algo sucedido en la lejanía y con cierto sarcasmo que nos trae la duda? ¿O también como algo que se cuenta y se dice, pero que no se sabe si en realidad sucedió? ¿O con la indiferencia de que es un cuento más de los muchos que la historia narra? ¿O con cierta credibilidad, pero que no trasciende en mi vida, ni me mueve ni compromete a nada?

Es posible que algunas de esas miradas estén en tu corazón, u otras que solo las sabes tú, pero la única mirada que te permitirá dejar nacer al Niño Dios en tu corazón es la de contemplar a María en su dolor gozoso al ser anunciada como la elegida para prestar su vientre al nacimiento del Hijo de Dios. Y digo dolor porque ella antepone la Voluntad de Dios a su´dolor ante la incertidumbre de no saber la respuesta de José y la de su familia.

María sufre la incertidumbre de no ser comprendida, ni por José ni por su entorno familiar y social. María, dentro del gozo de compartir con su prima Isabel la alegría de ser la Madre de Dios, experimenta el riesgo y la amenaza de no saber qué va a ocurrir. Su vida está en peligro ante la posible y lógica repudia de José, pero, destaca un cosa, que nos sirve de ejemplo y testimonio para también nuestras adversidades, su fe en la Palabra y promesa de Dios.

El saludo del Ángel Gabriel: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin» 

Ese "No temas, María..." es guardado plenamente en su corazón y en él se abandona y confía. María se fía de Dios y, a pesar de todo lo que se le viene encima, manifiesta su Sí y acepta la Voluntad de Dios. ¿También es nuestra mirada de esa forma? Conscientes de nuestras debilidades y pecados, pidamos que estas navidades nuestra mirada sea como la de María, Y no tengamos miedo, porque también cada uno de nosotros tenemos nuestro propio ángel de la Guarda. Amén.

martes, 19 de diciembre de 2017

HÁGASE TU VOLUNTAD, SEÑOR

Nunca podré entender muchas cosas, ni saber el cómo y el por qué, pero sé, Señor, y eso me basta, que Tú eres mi Creador y Señor. Sé que Tú me quieres y deseas llevarme contigo para que sea feliz eternamente. Experimento en mi vida tu grandeza, Señor, y veo tu Mano Misericordiosa actuar en los acontecimientos de mi vida. Sé que me escuchas y actúas.

Posiblemente, no lo vea como a mí me gustaría, ni con la rapidez que deseo, pero yo sé que mis planes no son los Tuyos, ni tampoco puedo comprenderlos. Tú, Señor, eres el Creador de todo lo que el hombre puede ver, y también de todo aquello que se le esconde a su vista. Y tu Poder puede alterar las leyes naturales establecidas, pues has sido puestas por Ti para regir al mundo.

Gracias, Señor, porque lo que escribo me lo dicta tu Espíritu, pues sería incapaz de hacerlo por mí mismo. Sin tu permiso no podríamos pronunciar tu nombre. Gracias, Señor, porque mi boca y mis labios se mueven en alabanza hacia Ti, Creador del Cielo y la Tierra, y te proclaman como único Dios del Universo. Gracias, Señor, porque, asistido por el Espíritu Santo, acepto tu Voluntad, y confiado en ella me abandono en tus brazos.

Y en este momento de oración, a ejemplo de tu Madre, y por intercesión de ella, que nos acompaña y nos cuida, nos llene de fortaleza, paciencia y fe para, rendidos a tus pies, perseveremos en la obediencia a tu Voluntad. Te pedimos, Señor, que, a pesar de nuestras debilidades, nuestros pecados y fracasos, nos hagas fuerte para no rechazarte y aceptar el dolor o sufrimiento que nos quiere arrebatar de tu presencia.

Sabemos, aunque eso nos produzca dolor, que sólo en Ti está nuestra alegría y gozo eterno. Por eso, confiamos en Ti, Dios mío, y queremos dejarte nuestro corazón para que Tú lo modeles y lo llenes de fortaleza, sabiduría y paz según tu Voluntad. Amén.

lunes, 18 de diciembre de 2017

PIDAMOS LUZ PARA ENTENDER

Nos cuesta trabajo entender el sacrificio y la renuncia de José, y también de María, respecto a aceptar y realizar la Voluntad de Dios. Nos cuesta mucho, repito, entenderlo. Sólo basta mirarnos un poco e imaginar que el Señor nos indique una misión concreta que cambie todos nuestros planes mundanos y altere totalmente nuestro rumbo en la vida. ¿Lo aceptaríamos? ¿Cuántas disculpas, justificaciones y autoengaños tendríamos a punto en nuestros labios para presentar nuestro rechazo?

Ponernos en esa situación nos ayudaría algo a comprender la situación de José y María. Porque, ¿cuándo estamos seguro que nos habla el Señor? ¿Cómo distinguir la voz de Dios tratándose de tomar un camino opuesto al que habíamos decidido tomar? ¿Te ha ocurrido esto en tu vida? ¿Adviertes la voz del Espíritu Santo que te sugiere un camino?

A través del tiempo me he dado cuenta de alguna cosa, y también, de lo difícil que es advertirlo. En mi adultez, sólo en mi adultez, repito, me he dado cuenta que el Señor no me ha llamado por el camino del sacramento del orden. ¿Por qué?, porque siendo joven nunca me lo planteé, al menos seriamente. Y sí por el del matrimonio, porque siempre pensé en casarme y formar una familia. Además, lo confieso con total seguridad, tremendamente enamorado y comprometido. Y sigo estándolo. Porque, el amor no sabe de pasiones ni de apetencias, sino de compromiso en verdad y justicia. Así como nos quiere Dios.

Por eso, ruego a San José, esposo casto y obediente de nuestra Madre, María, que interceda por todos nosotros y nos ayude a comprender y advertir la Voz del Señor. Una Voz que nos puede llegar a través de un amigo; de un acontecimiento; de un ejemplo o testimonio, o de un ángel. O por donde el Espíritu Santo quiera tocarnos.

Ruego también a nuestra Madre que, unida a su esposo José, intercedan por todos nosotros, para que descubramos la llamada del Señor y sepamos llenarnos de paciencia, serenidad, confianza y fe para discernir y esperar los signos e indicaciones que el Espíritu de Dios nos quiera transmitir. Amén.

domingo, 17 de diciembre de 2017

¿Y CÓMO PROCLAMO YO?

Igual nos desesperamos, nos confundimos o nos desanimamos. No sabemos qué hacer ni cómo proclamar que Dios se hace Hombre para estar entre nosotros. No sabemos qué decir para gritar que es Navidad, no sólo ahora en estas fechas próximas, sino cualquier día. Y, ahora, Señor, queremos pedírtelo, enséñanos a darte a conocer y a proclamar que has venido al mundo a salvar a todos los hombres.

Porque, todos no somos Juan el Bautista, ni tenemos su misma fuerza y voluntad. Y porque el mundo ha cambiado mucho y ahora será difícil llamar la atención con tantas luces que encandilan y distraen al hombre. Y, sobre todo, porque ahora, el hombre apagada su sed de búsqueda, yace dormido en un mundo hedonista que proclama vivir la vida que son cuatro días. Y, el hombre, adormecido se deleita en tantas ofertas de placer que se le hace difícil escuchar la voz del que le grita y proclama que nace el Señor para liberarle de esa esclavitud y darle la vida.

Ilumina, Señor, nuestras vidas para que reflejándola demos testimonio de tu presencia. Danos la sabiduría que viene de Ti para que viviéndola en el mundo en el que estamos inmersos seamos voz, como la de Juan, que te proclame y anuncie. Llénanos de paz, sabiduría y fortaleza, para que iniciemos cada día con la ilusión y la alegría de gritar al mundo que Tú, Señor, estás entre nosotros y te has hecho Hombre para darnos la vida eterna en gozo y plenitud.

Haz, Señor, que nuestras vidas sean reflejos de la Tuya, para que todos aquellos que se acerquen a nosotros descubran tu presencia. Así, como Juan el Bautista, daremos testimonio de tu Palabra y proclamaremos al mundo que Tú estás entre nosotros y has venido a rescatarnos del pecado para darnos la salvación eterna. Por eso, Señor, queremos abrirte nuestro corazón y dejar que cada instante de cada día Tú nazcas en nosotros, porque cuando hacemos algo bueno por el hombre pobre y necesitado, estamos permitiendo que Tú, Señor, nazcas también en nuestros corazones. Amén.

sábado, 16 de diciembre de 2017

¿Y A QUIÉN ESPERO YO?

Una buena pregunta que nos podemos hacer es la siguiente: ¿A quién estoy esperando yo? Porque, dependiendo de su respuesta será también mi actitud de espera. Puedo preguntarme: ¿espero yo a un líder poderoso para que someta a todos sus enemigos? ¿O un líder que, entregado por amor, e incomprendido por los hombres de este mundo, sea sometido al sufrimiento de la Cruz?

Realmente, ¿a quién espero? Esa es la pregunta que en este tiempo de Adviento debo reflexionar, porque en actitud a esa reflexión preparé mi corazón con humildad o suficiencia; con docilidad o con prepotencia; con amor o con poder de venganza. 

¿Estoy esperando a un Mesías que castiga, que viene en pie de guerra a someter a todos aquellos que no le reconozcan, o, por el contrario, espero a un Mesías amoroso y misericordioso? En ese debate y reflexión debe andar la preparación de este tiempo de adviento. Realmente, ¿a quién estoy esperando?

Y las preguntas vienen a clarificarme donde estoy poniendo en acento dentro de mi corazón. ¿Lo pongo en el odio, venganza, o en el amor? Y esa es la petición, Señor que te pedimos hoy. Queremos que ablandes nuestros corazones y los suavices para que seamos capaces de amar, incluso a nuestros enemigos. Porque ese es tu mandato y lo que Tú viniste, Señor, a proclamarnos.

Por eso, te entregaste a una muerte de Cruz y sufriste tu Pasión, para que los hombres despertaran al amor, única medicina que salva. Ese es el ruego de hoy, Señor:  Danos un corazón misericordioso, esperanzado y dispuesto a amar. Porque, sabemos que sin Ti no podemos alcanzarlo. Necesitamos tu Gracia, para que revestidos de ella podamos, injertado en Ti, ser instrumento de perdón y misericordia. Amén.

viernes, 15 de diciembre de 2017

HAZME DÓCIL A TU PALABRA, SEÑOR


HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS.


María fue obediente. Y no porque entendiera todo, sino porque confío en tu Palabra, Señor. Ella bailó, por significarlo de alguna manera coloquial que nos ayude a entender, al ritmo de tu Mensaje a través del Ángel Gabriel. Ella se dejó invadir por tu Palabra y por tu Amor y su corazón se abrió de par en par a tus mandatos.

También, Señor, yo quiero ser como mi Madre María, dócil a tu Palabra y bailar al ritmo que ella me marque y me toque. Porque, esa melodía es la que me da paz y gozo, y la vida eterna. Sí, Señor, sólo en Ti encuentro la paz que, buscándola en el mundo, no la encuentro. Experimento como, a lo largo de mi vida, me he ilusionado con muchas cosas, pero, de la misma forma que llega, desaparece. Y siempre están en agitada búsqueda sin llegar a ninguna parte.

Y, en esos menesteres se me va la vida. Dame, Señor, la paz y el sosiego que anticipan tu presencia y que me invaden de serenidad, de brisa suave y de gozo contenido pero eterno. Dame, Señor, esa sabiduría, que viene de arriba, de saberme en tu presencia, en tus cuidados, en tu beneplácito y bañado por tu Misericordia y tu Gracia. Dame, Señor, la conciencia de saberme mirado, mimado, bendecido y agraciado por tu bondad y por tu gratuito Amor.

Amor, Señor, que no merezco ni puedo pagar. Amor que soy indigno de merecer y que me llega por tu Infinita Misericordia, que nunca podré entender hasta que, estando en tu presencia, Tú, mi Señor, permitas que lo entienda. Por eso, Señor, sosténme firme, perseverante, dócil y fiel a tu música para que siempre esté dispuesto a bailar al ritmo de tu Misericordia y Amor. 

Dame la sabiduría divina de no hacerme preguntas ni escuchar todo lo que no venga de Ti, Señor. Quiero, a ejemplo de mi Madre María, seguirte ciegamente porque confío en Ti y porque sólo Tú, Señor, tienes Palabra de Vida Eterna. Amén.