Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

miércoles, 27 de junio de 2012

¿QUIERES APRENDER A MEDITAR? 1ª PARTE




Me ha pedido una amiga cibernética que explique la diferencia de la meditación para el católico de la meditación utilizada por la Nueva Era. Esta amiga está realmente preocupada… comprendo su preocupación.
Hay tanta confusión que fácilmente un católico puede creer que estoy avalando la meditación de la Nueva Era como aceptable.
 De nuestra meditación a la meditación de la Nueva Era hay un inmenso abismo… Dejo al  Padre Saturnino nos explique en sus propias palabras como los católicos meditamos.


PASOS PARA UNA BUENA MEDITACIÓN

Padre Saturnino Junquera, S.I.

Antes de la meditación: Escoge la visita que vas a meditar. – Recógete un momento.—Ponte en la presencia de Dios y adórale con humildad y fervor. –Reza la siguiente oración preparatoria.
“Señor mío y Dios mío: Yo creo firmemente que estas aquí presente, te adoro y amo con todo mi corazón: te doy humildemente perdón de todos mis pecados. Dadme vuestra, luz y gracia para hacer con fruto estos minutos de meditación. Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confió. Dulce Corazón de María, Ángel de mi Guarda y Santos de mi devoción, interceded por mí para que haga bien esta meditación.”  (Padrenuestro…) 

Durante la meditación: Lee atentamente una frase de la meditación. Reflexiona con calma sobre lo que acabas de leer. No tengas prisa por pasar a otra frase, sino detente en la que estas meditando, mientras en su consideración halles significaciones, comparaciones, gusto y consolación. 

Pregúntate: ¿Qué fruto debo sacar de esta verdad? ¿Me he portado como veo que me debo portar? ¿Qué debo hacer en adelante? ¿Qué medios debo tomar? En fervoroso coloquio arrepiéntete, promete, consulta y suplica a los Santos, a la Virgen y a Dios. — Has propósitos concretos y para hoy. 

Después de la meditación: Examínate cómo has hecho la meditación. Arrepiéntete de las faltas cometidas durante ella, y da gracias por las luces que durante ella te haya concedido el Señor. No te disipes durante el día, y pon en práctica los propósitos de la meditación.

(Continuara)

Desde la Soledad del Sagrario

martes, 26 de junio de 2012

RAZÓN TENÍAN AQUELLOS...

 “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el ...


Que decían: "Cuanto más te acerque a Jesús, más nítido irás viendo la suciedad y vergüenza que llevas encima. ¡Y es verdad!, cada día siento más vergüenza de mis pecados, de mis defectos e imperfecciones.

Aquel tiempo, cuando todo mi ser era pura basura, la suciedad no se veía tan clara. Estaba acostumbrado a verme así que la limpieza la había confundido con la suciedad. Verme en la oscuridad llegó a ser algo tan natural como ver un amanecer o caer el agua del cielo.

Pero ahora, Dios mío, cuando trato de acercarme a Ti, y descubro que me abres los brazos y estabas esperándome, me da vergüenza correr hacia Ti. ¡Sí, me veo con vestidos más limpios!, pero aprecio con mayor claridad algunas manchas que, aunque pequeñas, son negras y profundas. Y me resultan pesadas, me delatan y me dan mucha vergüenza.

No me siento nada cómodo, pero empiezo a comprender que eso puede resultar bueno. Mira, al menos esa vergüenza me mantiene activo, en movimiento, tratando de ser mejor, de ver mis errores, mis pecados, mis equivocaciones, mi falta de caridad, de someter todo a mi juicios, de establecer una escala de perdón...

Y me doy cuenta que tengo que seguir lavándome en el agua de tu Costado, y purificándome en tu Sangre Redentora. Pues, ¡ahora resulta que lo que me ocurre es una bendición!, empujones de tu Gracia para meterme, así sea con calzador, por tu propuesta de puerta estrecha. Al final, Señor, como siempre tengo que darte gracias, y me sale de dentro dártelas, porque me siento bien y gozoso. ¡Cuánto me quieres, y cómo me lo demuestras!

Solo te pido paciencia, Dios mío, paciencia para dejarme llevar, paciencia para no desesperar, paciencia para seguirte y dejarme empujar en dirección a la puerta angosta, aquella por donde Tú quieres llevarme. Amén.

lunes, 25 de junio de 2012

¡PADRE, PERDONA TODOS MIS JUICIOS!

No juzguen, para no ser juzgados

Porque he hecho muchos juicios de forma muy ligera y creyéndome en la razón. Ahora, por tu Gracia, me doy cuenta de mi barbaridad. Quisiera que mi lengua se callara antes de atreverme a juzgar a nadie. Quizás pueda dar mi humilde opinión, puede ser, pero nunca juzgar ni emitir juicios que condenen o reprueben lo que otros hagan.

Incluso creyendo que pueda tener razón, porque en el fondo nunca podré saber, eso solo le toca a Dios, lo que se esconde dentro de lo más profundo de cada persona. Pero, también me doy cuenta que lo que quiero prometerte y cumplir me será muy difícil. No estoy seguro de mis fuerzas, ni creo tener voluntad para poder resistirme a la tentación de emitir juicios sobre otros.

Es posible, que fuera de mí, no me dé cuenta de juzgar en muchos momentos, pero creo que por mi cuenta tendré muchos fallos. Por eso, Señor, me pongo en tus Manos, y te pido que dirijas mi vida a través del Espíritu Santo.

 Lo has enviado en tu lugar, cuando Tú te fuiste, y su misión es asistirme y guiarme por el camino de hacer tu Voluntad y no la mía. Tengo que entregarle mi voluntad, y dejarme guiar. Solo así puede hacer de mi vida los frutos que Tú esperas de mí. Yo quiero y estoy dispuesto, pero hasta en eso dependo de Ti.

Sin embargo, Dios mío, seguiré esforzándome y, con paciencia, confiando en tu Palabra con esperanza y fe. Amén.