“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el ... |
Que decían: "Cuanto más te acerque a Jesús, más nítido irás viendo la suciedad y vergüenza que llevas encima. ¡Y es verdad!, cada día siento más vergüenza de mis pecados, de mis defectos e imperfecciones.
Aquel tiempo, cuando todo mi ser era pura basura, la suciedad no se veía tan clara. Estaba acostumbrado a verme así que la limpieza la había confundido con la suciedad. Verme en la oscuridad llegó a ser algo tan natural como ver un amanecer o caer el agua del cielo.
Pero ahora, Dios mío, cuando trato de acercarme a Ti, y descubro que me abres los brazos y estabas esperándome, me da vergüenza correr hacia Ti. ¡Sí, me veo con vestidos más limpios!, pero aprecio con mayor claridad algunas manchas que, aunque pequeñas, son negras y profundas. Y me resultan pesadas, me delatan y me dan mucha vergüenza.
No me siento nada cómodo, pero empiezo a comprender que eso puede resultar bueno. Mira, al menos esa vergüenza me mantiene activo, en movimiento, tratando de ser mejor, de ver mis errores, mis pecados, mis equivocaciones, mi falta de caridad, de someter todo a mi juicios, de establecer una escala de perdón...
Y me doy cuenta que tengo que seguir lavándome en el agua de tu Costado, y purificándome en tu Sangre Redentora. Pues, ¡ahora resulta que lo que me ocurre es una bendición!, empujones de tu Gracia para meterme, así sea con calzador, por tu propuesta de puerta estrecha. Al final, Señor, como siempre tengo que darte gracias, y me sale de dentro dártelas, porque me siento bien y gozoso. ¡Cuánto me quieres, y cómo me lo demuestras!
Solo te pido paciencia, Dios mío, paciencia para dejarme llevar, paciencia para no desesperar, paciencia para seguirte y dejarme empujar en dirección a la puerta angosta, aquella por donde Tú quieres llevarme. Amén.
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