Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

miércoles, 15 de febrero de 2017

LIMPIA MI CORAZÓN, SEÑOR, PARA VER SEGÚN EL TUYO

Muchas veces nos empeñamos en ver con nuestros propios ojos. Y cuando digo con nuestros propios ojos me refiero a que vemos las cosas según nuestras ideas, nuestros criterios y nuestros intereses. Nuestra mirada no está limpia, la mancha el pecado. Por lo tanto, nuestro ojos no ven las cosas con un corazón limpio y su vista se emborrona y distorsiona la realidad.

Es la mirada de aquel ciego que le han acercado a Jesús. Impuestas las manos del Señor, después de poner salva en sus ojos  y preguntado si ve, declara: «Veo a los hombres, pues los veo como árboles, pero que andan». Podemos adivinar y deducir que su mirada, todavía, no está limpia del todo. Quizás el Señor nos quiere indicar que a veces nos cuesta y hay que insistir. No siempre la fe es instantánea sino que a veces la vamos viendo poco a poco.

Y eso venimos hoy a pedirte, Señor. Enciende nuestra fe y despeja nuestra mirada para que veamos el mundo con tus Ojos, tal y como Tú quiere que veamos. Porque esa es nuestra intención, mirar como Tú miras, con una mirada llena de paciencia, de comprensión, de humildad, de suavidad y bondad para así, de esta forma, ver a los hombres, detrás de sus apariencias, como Tú los ves, y poder apreciar la bondad de cada uno. Cierra nuestros oídos a toda murmuración, guarda nuestras lenguas de toda maledicencia, que sólo los pensamientos que bendiga permanezcan en nosotros. Queremos ser tan bien intencionados y justo para que todos los que se acerquen a nosotros sientan tu presencia.

Revístenos de tu bondad, Señor, y haz que durante este día, todos nosotros te reflejemos (letra cursiva tomada del libro encuentro, del Padre Ignacio Larrañaga). Amén.

martes, 14 de febrero de 2017

CONSCIENTES DE TU PRESENCIA, SEÑOR.

El sabernos acompañados nos da seguridad y confianza. Pero, el saber que eres Tú, Señor, nos fortalece y nos anima a enfrentarnos a todas las dificultades que se nos presenta. Hoy, sabedores que, por nuestro compromiso bautismal, estamos llamados a ser testigos de la fe y proclamarla dando testimonio, te pedimos, Señor, que nos llenes de tu Amor, y nos des fortaleza y sabiduría para ser luz y sal, como Tú quieres, en este mundo que te ha dado la espalda y te rechaza.

Conscientes de que eres Tú que sigues evangelizándonos, tomando como instrumento nuestras miserias y humildes palabras, nos atrevemos a acomete tu loable misión, tal es, la de proclamar al mundo la salvación rescatada con tu Pasión y por la Misericordia del Padre.

Te pedimos esa Gracia y nos disponemos y abrimos a la acción del Espíritu Santo confiados en su poder y en su Gracia. Te pedimos, Padre, que enciendas en nosotros la llama de tu Amor y nos des la fuerza para soportar, comprender, escuchar y, sobre todo, amar.

Madre de Dios, Virgen pura y casta, acompáñanos y asesóranos para, como tú, hacer la Voluntad del tu Hijo. Intercede por todos nosotros para que nuestra fe se vea reforzada y aumentada en la vivencia de cada día y reconozcamos en tu Hijo, al Mesías y salvador, y abierto a su Gracia sepamos dar testimonio de su Palabra con nuestras obras y testimonios.

 Abre nuestros ojos y oídos para ver en todo momento los signos de amor que Jesús, tu Hijo, derrama en nosotros, y confiados a su Palabra le seamos fiel. Amén.

lunes, 13 de febrero de 2017

¿BUSCAMOS NOSOTROS TAMBIÉN SEÑALES?

Es posible que a nosotros nos ocurra lo mismo. Estamos deseosos de oír algún trabajo para afianzar nuestra fe en Jesús. Quizás también buscamos pruebas, indagamos escritos y ansiamos conocer o que nos digan cosas que nos afirmen en la fe en nuestro Señor. ¿Nos diferenciamos de aquellos fariseos? ¿O estamos a la misma altura y nivel de fe?

Muchos de nosotros enviamos noticias con alegría de que un científico dijo esto o ha comprobado lo otro. Y eso nos regocija y nos apuntala. Pero, ¿es que nos hace falta más prueba? ¿Acaso la Palabra de Jesús, el Mesías enviado, no nos basta? ¿Necesitamos alguna prueba que nos saque de esas tribulaciones y dudas? Pero, es más, las pedimos, aunque de forma algo oculta y no publica, pero sentimos dentro de nosotros ese deseo de demostrarnos la divinidad de Jesús.

Pidamos, con verdadera humildad, sabiduría y fe reconociendo nuestras debilidades y limitaciones. Pidamos perdón al Señor y, postrados a sus pies tratemos de abandonarnos en sus Manos y, a pesar de nuestras dudas, sigamos adelante tras sus pasos. Miremos a María, la Madre, y agarrados a ella confiemos en la Misericordia del Padre y en la obediencia que nuestra Madre nos muestra. Unidos fortalezcamos y compartamos nuestra fe apoyándonos unos en otros y perseverando en la oración.

Pidamos al Espíritu Santo su asistencia y su Gracia para fortalecernos en la voluntad y seguir con pasos firmes en el camino del Señor. Afirmémonos en Él y confiemos en su Palabra y en su Misericordia. Él llenará nuestro corazón de abundante dones que nos harán más fuertes, más pacientes, más confiados y llenos de fe. Y dispuestos a darnos y a amar, tal y como Él quiere que hagamos. Amén.