Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

lunes, 9 de octubre de 2017

EL AMOR RESPONSABILIZA

Solemos confundir el amor con protección. En las familias suele ocurrir mucho. Se protege a los hijos y se termina perjudicándoles. Amar consiste en dar lo que se necesita para salir de un problema, de una situación desesperada o de unas circunstancias que te impiden progresar, desarrollarte o crecer progresivamente. Amar es ayudarte a salir de ese apuro o tragedia que te ha tocado vivir y de la que tú solo no puedes salir. Pero nada de protegerte y darte la solución a tus problemas.

El amor responsabiliza a aquel que lo recibes. Así nos ama Dios, nuestro Padre. Es un amor comprometido que nos demanda respuesta y esfuerzo por nuestra parte a hacer un tanto lo mismo. Un amor que nos exige también a nosotros amar de la misma manera que somos amados. Lo descubrimos en el Amor de Dios. Él nos ama, pero nos da lo que necesitamos para merecer ese amor y rebotarlo hacia los demás.

El amor es un compromiso que no se apoya en la belleza, ni en la pasión, ni en el interés, ni en el gusto, ni en los sentimiento, caprichos, bienestar, riqueza y muchas cosas más. El amor está apoyado en el bien y en el interés de buscar la verdad, la justicia y la paz. El amor desea tu felicidad, y esa felicidad no es sino procurar que tú te sientas bien, en pleno gozo y en paz. Y eso no se encuentra en el poder, ni en las fuerzas, ni en las riquezas.

Tampoco está en el tener y poseer. La felicidad es el resultado de saber dar y despojarte de todo aquello que, siendo bueno, ayuda a otros a sentirse bien y a disfrutar y a experimentarse personas. Ser feliz no consiste en tener abundancia, sino saber medir lo que realmente necesitas y compartir lo demás. Porque, en el dar y hacer el bien se esconde la única y verdadera felicidad, que colma plenamente tu vida y te llena de gozo y vida eterna.

Dichosos y bienaventurados aquellos que son capaces de partir sus vidas y darse en trocitos, cada día, para sanar las heridas de todos los que, como aquel hombre asaltado y paleado, sufren los malos tratos de otros.

domingo, 8 de octubre de 2017

CONSERVAR TU REINO

Hay un tesoro que, empezará a ser Tesoro cuando realmente lo descubra, porque, mientras permanezca como algo que me pertenece o no conozca de dónde me ha venido, seguirá siendo un tesoro con minúscula. Posiblemente, a aquellos empleados de la Viña les sucedió eso. No tomaron conciencia de que esa viña se les había regalado para trabajarlo y producir frutos. Y nació en ellos la tentación de apropiársela. Y mataron a los siervos enviados a recoger sus frutos y, también, al hijo.

Necesitamos darnos cuenta de quienes somos y de donde venimos. Necesitamos descubrir que somos empleados de la Viña del Señor. Él nos ha creado y nos ha puesto en este mundo y todos dependemos de Él. Luego, a Él tendremos que rendir culto y tributo, porque de Él hemos recibido todo lo que somos, desde la vida a todo lo que necesitamos para vivir.

Y nuestro trabajo, Señor, consiste en conservar tu Reino. Un Reino de justicia, de verdad y de paz. Un Reino de amor. Trabajar, pues, en el Reino es nuestra misión, pero trabajar según la Voluntad de Dios. Eso es lo que tenemos que hacer y lo que también queremos. Danos, Señor, la sabiduría, no de tanto saber y conocer, sino de querer siempre hacer tu Voluntad. 

Porque, queriendo, el Señor nos dará la fuerza, el impulso y la sabiduría para cultivar esos frutos de amor que Él espera de cada uno de nosotros. Sí, Señor, queremos, como tu Madre, completar ese rosario de nuestra vida en vivir tus misterios desde la actitud de imitar tu vida. Pero, no queremos quedarnos estancados en unas normas y rutinas de cumplimientos instalados, sino vivir intensamente el deseo de cumplir tu Voluntad y cultivar esa parte de Viña que has dejado a mi cargo.

Quiero, Señor, y para eso te pido tu Gracia, pues sin ella no podría hacer nada, producir en mi vida esos frutos de amor que Tú esperas de mí, y, cuando me llames a tu presencia, ofrecértelos humildemente con todo mi amor. Porque, sé y confío que, simplemente queriendo y poniendo mi empeño, Tú pondrás tu Amor para que mi tierra sea fértil y dé hermosos y buenos frutos. Amén.

sábado, 7 de octubre de 2017

APRENDER A MIRARNOS EN MARÍA



Una madre es siempre un espejo donde mirarnos. Seguro que todos tenemos mucho de nuestras madres. No sólo la herencia que corresponde a nuestra genética, sino también a todo lo que, a lo largo de sus vidas, nos han transmitido y testimoniado.

Pero, a parte de nuestras madres de la tierra, tenemos también todos, por la Gracia de Dios, una Madre en el Cielo. Una Madre digna de mirar y recordar, pero también de imitar. María es la Madre buena, sencilla, atenta, fuerte, humilde, entregada, comprensiva, alentadora..., pero, sobre todo, disponible. Es esa la virtud más importante, la que Dios le pidió cuando fue elegida para ser la Madre de su Hijo. 

Y, María, dijo "Sí". Pidámosle también nosotros al Espíritu que por intersección de María, también nosotros respondamos al Señor, porque también nos elige y nos llama a cada uno, "sí". Un "sí" de corazón, abierto y entregado a, poco a poco, ir respondiendo a lo que Él quiere de cada uno de nosotros. Un "sí" que ponga en Manos del Espíritu todo lo que hemos recibido del Señor, sin dejar nada para nuestra gloria personal y para nuestro disfrute particular.

Un "sí" que nos lleve a proclamar, como ella, ¡eh aquí el esclavo del Señor, hágase en mí según tu Palabra! Amén.