Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

lunes, 20 de noviembre de 2017

INTERESADO EN ENCONTRAR A JESÚS

lucas 18_35-43 - ciego
Sucede que muchas personas se topan con Jesús, pero no están interesados en conocerlo. A muchos invitamos a conocerle, y, algunos, acuden, pero pronto se van. No les interesa lo que oyen o no están interesado en saberlo. Simplemente se sienten bien y no necesitan médico. Será difícil motivarlos y descubrirle que somos esclavos y necesitamos al médico que nos libere de esa esclavitud.

Y eso no se experimenta en unos ejercicios, asambleas o celebraciones. Puede experimentarse, pero por regla general no ocurre. La experiencia nos dice que muchas personas lo experimentan y se quedan igual y dejan de acercarse. Posiblemente buscaban otra cosa o en otro lugar. No es el caso del ciego del Evangelio de hoy. Ese sí estaba atento y, a pesar de no ver, estaba vigilante a la escucha de que ese Jesús, del que él había oído hablar pasara por allí.

Y sucedió, como nos cuenta el Evangelio que ocurrió, y, Bartimeo, que así se llamaba el ciego, empezó a gritar y a llamar la atención de Jesús. No le importaba que le reprendieran o le mandaran a callar. Él quería ver a Jesús, pues confiaba que podía abrir sus ojos si Él lo quería. Y su insistencia fue tal que logró atraer la atención de Jesús.

No quiero pararme en lo que sucedió después, sino en reflexionar sobre la actitud que tenemos nosotros. ¿Es como la de aquel ciego? ¿Queremos y buscamos a Jesús para que nos abra los ojos y poder ver la luz que nos ilumina el camino de conversión? ¿Estamos en esa actitud hasta el punto que no nos importa la dificultades que tengamos para llegar a Él?

Pidamos esa actitud y pongamos todo lo que está de nuestra parte estando atentos, vigilantes y dispuestos a dejarnos encontrar con el Señor. El quiere curarnos de esa nuestra ceguera suficiente e iluminarnos para que reconozcamos nuestra indigencia y necesidad de sanación. ¡Señor, que vea la luz que realmente nos salva y nos conduce a Ti! Amén.

domingo, 19 de noviembre de 2017

ACEPTO LO QUE DIOS ME HA DADO

Cuando hablamos de talentos, también podemos pensar de aquellos que Dios no me ha dado. Es decir, tanto tendremos que negociar con los recibidos como también con los no recibidos. Significa esto que tan importante es responder de aquellos que hemos recibido, como de aceptar de lo que no hemos recibido. Eso cambia la situación, porque, a veces, no nos conformamos con lo que tenemos o con lo que somos y queremos ser más de lo que estamos llamados a ser.

En eso entra la humildad y la aceptación. Aceptar tal y como Dios me ha hecho es responder a su llamada y al compromiso de rendir cuentas sobre todo lo recibido. Cuando uno va descubriendo sus talentos, pero, al mismo tiempo, sus limitaciones, uno toma conciencia de lo que puede hacer y a donde no llega. Entonces, buscar el equilibrio y dar el cien por cien de lo recibido es la perfecta respuesta.

Es indudable que el que recibió cinco ha recibido una capacidad para dar diez. Pero, de la misma forma, quien recibió dos no puede dar sino dos. Y el de uno, uno. Extralimitarse y querer dar más es tan negativo como no dar el cien de lo recibido. Y esa es nuestra oración de hoy. Danos, Señor, la capacidad de discernir lo recibido y la proporcionalidad de nuestra respuesta. Que verdaderamente seamos capaces de dar todo lo que hemos recibido y no extralimitarnos queriendo ser mejor que lo que Dios espera de nosotros.

Tratemos de conformarnos, te lo pedimos, Señor, con lo que Tú has querido darnos, y pidamos que tengamos siempre la fortaleza y el compromiso de nunca enterrar esos talentos que hemos recibido, ni tampoco querer aparentar más de lo que hemos recibido. Aceptar lo que nos has dado es aceptar tu Voluntad, y eso es lo que te pedimos, Padre Dios, para, a la hora de rendirte cuenta, cumplir con tus deseos y tu Voluntad.

Gracias, Señor, por ser como soy. Danos la sabiduría de aceptarnos y alegrarnos de ser como somos, porque eso es lo que Tú has querido que seamos. Nos has hecho a imagen tuya y eso, con los talentos recibidos, lo que debemos hacer auxiliados por el Espíritu Santo que nos asiste y acompaña. Amén.

sábado, 18 de noviembre de 2017

DAME, SEÑOR, LA CAPACIDAD DE SER PERSEVERANTE


Tengo que confesar que me cuesta ser perseverante e insistir. Sucede que uno de mis prontos y debilidades es huir de la insistencia. Confieso que me cuesta insistir, incluso, me duele machacar, a pesar de que sea para su bien, a otra persona con el fin de que se avenga a lo que le quiero aconsejar o hacerle ver. Creo que confundo insistencia con imposición, y no se trata de eso, sino de insistir a aquel que tiene poder para darme lo que realmente necesito.

Porque hay dos clases de insistir. a) la de pedir la solución de algún problema; b) la de ofrecer la solución a todos los problemas, es decir, la salvación. Tanto una como la otra son necesarias y, por nuestro compromiso de Bautismo, estamos llamados a esa insistencia o perseverancia. Y ambas formas de insistir podemos hacerlas desde la palabra y desde la vida. Una no puede vivir sin la otra. Las dos son vitales y necesarias para que la petición o proclamación lleguen al corazón del otro.

La parábola que el Señor nos expone hoy nos refleja esa necesidad de insistir. Insistir porque el Señor quiere que le demostremos nuestra fe en Él. La insistencia esconde la prueba de esa fe, y si un juez, que no cree en Dios ni en los hombres, accede a hacer justicia por la pertinaz insistencia de esa viuda, cuanto más tu Padre Dios, que se ha hecho Hombre para, entregado a una muerte de Cruz, liberarte de tus pecados y ofrecerte la Gloria Eterna en su presencia.

Se trata, pues, de pedir por todos nuestras necesidades, materiales y espirituales. Nos hace falta el pan, el agua, ahora en estos momentos tan necesitada en muchos lugares del mundo, el trabajo, la paz, la sabiduría de saber discernir lo bueno de lo malo, la justicia para evitar enfrentamientos y guerras que oprimen y matan a muchos pueblos. Necesitamos pedir, pero también proclamar que Dios, nuestro Padre,  nos escucha, nos quiere salvar y nos atiende.

Pidamos que aumente nuestra fe en Él y que siendo confiados en su Palabra, insistamos, como Él nos ha dicho, en perseverar en la oración de petición de todo lo que necesitamos para vivir en su presencia y ser testigos dignos de su Palabra para otros. Amén.