Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

viernes, 11 de enero de 2019

DESPUÉS DEL DOMINGO DE EPIFANÍA

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS. 


Resultado de imagen de 11 de enero o viernes después del domingo de Epifanía

Himno

Reyes que venís por ellas,
no busquéis estrellas ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.

Mirando sus luces bellas,
no sigáis la vuestra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.

Aquí parad, que aquí está
quien luz a los cielos da:
Dios es el puerto más cierto,
y si habéis hallado puerto
no busquéis estrellas ya.

No busquéis la estrella ahora:
que su luz ha oscurecido
este Sol recién nacido
en esta Virgen Aurora.

Ya no hallaréis luz en ellas,
el Niño os alumbra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.

Aunque eclipsarse pretende,
no reparéis en su llanto,
porque nunca llueve tanto
como cuando el sol se enciende.

Aquellas lágrimas bellas
la estrella oscurecen ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas. Amén.

jueves, 10 de enero de 2019

CAMINANDO EN Y CON EL ESPÍRITU SANTO

Resultado de imagen de Lc 4,14-22
No se puede ir sin el Espíritu Santo. Él es el paráclito que nos defiende, que nos asesora, que nos auxilia y nos fortalece. Por eso, lo recibimos en nuestro bautismo y desde ese momento camina con nosotros. Claro, hay una condición, no se impone ni se exige. Es una decisión libre que tú y yo tenemos que desear y querer y abrirles las puertas de nuestros corazones.

Tremendo error los que lo ignoran, bien sea por desconocimiento o ignorancia. De ahí la necesidad de acercarnos y formarnos. Y la mejor formación es la escucha de la Palabra cada día. Bien, leyéndola o escuchándola en las homilías de las Eucaristías. La reflexión diaria es sumamente necesaria para formarnos y guiarnos orientándonos en el camino a seguir. Pero, no porque la escuchemos o leamos de alguien en particular, bien o medianamente formado, sino porque lo hacemos desde la confianza, la petición y la fe en el Espíritu Santo. A Él nos encomendamos y en sus Manos nos ponemos.

Cada mañana, es vital llamarlo y abrirnos a su acción. Nos lo ha recomendado el mismo Jesús cuando en su Ascensión dijo a los apóstoles: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré - Jn 16, 7 -.

El Consolador al que Jesús se refiere es el Espíritu Santo, que nos consuela, defiende y nos va señalando el camino y todo lo que nos conviene y nos falta por saber. El Espíritu Santo nos da la sabiduría para decir lo que tenemos que decir en los momentos oportunos aunque nosotros no lo percibamos o no nos demos cuenta. 

Es ahora, después de mucho tiempo y haber sucedido muchas cosas en mi vida cuando te das cuenta que en lo ocurrido en aquel momento estaba el Espíritu Santo. Ahora tomas conciencia de que en muchos momentos sucedió aquello porque el Espíritu Santo actuó. El Espíritu de Dios está entre nosotros y será el que nos llevará a la presencia del Padre si nosotros nos ponemos en sus Manos. Pidamos que siempre estemos dispuestos y abiertos a su acción. Amén.

miércoles, 9 de enero de 2019

LA DIFICULTAD, NUESTRA RAZÓN

Resultado de imagen de Mc 6,45-52
¿No nos damos cuenta que somos simple criaturas? ¿Con qué derecho exigimos entender el misterio que nos ha dado la vida? Porque, ¡vivimos!, ¿no? ¿Esa realidad no la discutiremos? Y, ¿entendemos de donde hemos venido?  Hay muchas explicaciones que al final dejan muchos cabos sueltos y nuestra razón, que no es boba, sabe que tiene que haber una causa primera y de una Inteligencia, que tampoco llegamos a entender, que ha originado nuestra vida.

Y se supone que con mucho amor, porque, todos comprendemos, que crear este mundo y sus criaturas para luego hacerlo desaparecer después de miles o millones de años no tiene sentido. Lo lógico es que haya continuidad y tenga un resultado feliz. Al menos con aquellos que se han comportado como manda su corazón. Y todos los corazones, es decir, todos los hombres saben donde está el bien y el mal.

Y Jesús, el mismo que ha multiplicado los panes y los peces, y también camina sobre las aguas. Ambos hechos y realidades contempladas por muchos y, en especial, por los apóstoles, saben que eso obedece a un poder extraordinario y sobrenatural. Las limitaciones humanas de este mundo no pueden ni entenderlos ni realizarlos. Luego, como suspiro espontáneo surge la exclamación: ¿Quién es este al que obedecen el viento y el mar?

Esa es la pregunta que debe cuestionar toda nuestra vida y a la que debemos dedicar el tiempo necesario para darle respuesta. Y eso exige mucha oración y silencio. Y deseos de encontrar respuesta. Por eso, desde nuestra pequeñez y limitación suplicamos al Señor, al que todo se somete, que nos abra el corazón y nos lo llene de luz y sabiduría para, si no entender, sí fiarnos de su Palabra y creer en sus obras. Creer en aquellos que, junto a Él, vieron su poder y experimentaron su Amor. 

Y que también pusieron su fe en sus Manos, porque, de la misma manera que sus discípulos tuvieron que fiarse de Él, también nosotros, a pesar de no verle, tenemos razones, testimonios y testigos que nos dan la posibilidad de fiarnos y creer. Amén.