Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

domingo, 20 de octubre de 2019

¡SEÑOR, TE PEDIMOS QUE NO PERDAMOS NUNCA NUESTRA AMISTAD CONTIGO!

Resultado de imagen de Lc 18,1-8
Nuestra fe necesita y nos exige probarnos cada día. Una fe que no sea probada no puede ser llamada fe. Sólo cuando supera la prueba disipa la duda de su propia fe y consolida su confianza en esa fe, valga la redundancia, que había confesado. Así fue demostrada la fe de Abraham. Necesitamos, pues, probar nuestra relación con nuestro Padre Dios, tal y como nos enseñó Jesús en su relación con su Padre.

Porque, la fe es probada en la adversidad y en la constatación de superar todos los obstáculos y dificultades que se van sucediendo en el camino de nuestras vidas. Es obvio que no supone mayor dificultad andar el camino llano y sin ningún tropiezo, pues es fácil y cómodo. Son los problemas los que ponen la fe patas arriba y la que origina las dudas. Los problemas empiezan  cuando la corriente viene en contra de nuestro camino y nos exige remar con fuerza. Entonces nuestra confianza se resiente y nos exige ponerse de manifiesto.

Dios es nuestro Padre y como buen Padre, el mejor, nos da todo lo que necesitamos para que vivamos en plenitud de gozo y felicidad, pero ese premio al que todos aspiramos exige antes un camino a recorrer, una Pascua que vivir y superar. Así nos lo enseñó Jesús y así fue Él el primero en vivirla, experimentarla y sufrirla. Él nos dará todo lo que necesitamos para alcanzar ese objetivo. Es decir, nuestra meta no está en este mundo, sino en el otro, pero, este mundo, nos servirá como camino para, viviendo según la Voluntad del Padre, alcanzar el otro.

Por todo ello, Señor, te pedimos que no perdamos nunca tu Amistad, para que soportando los malos momentos que la vida nos presenta, que sabemos que llegarán, permanezcamos perseverantes y junto a Ti, confiados en tu Palabra y tu Promesa de Salvación. Amén.

sábado, 19 de octubre de 2019

POR LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO

Resultado de imagen de Lc 12,8-12
El Espíritu Santo ha sido enviado para continuar la misión del Señor. Conviene que el Señor haya subido a los Cielos, junto al Padre, después de su Resurrección, para que, en su lugar, venga a nosotros el Paráclito, el Espíritu de Dios, que nos irá acompañando en nuestro camino mundano y enseñando todo lo que nos falta por saber, así como lo que no hemos entendido, según nuestro Señor Jesús nos ha enseñado, y nos han ido transmitiendo el Colegio Apostólico.

Por mi parte, siempre he creído que el Espíritu Santo alumbra y empuja mi vida. Hay muchas cosas en ella que, a no ser por el Espíritu Santo, no podría explicar ni decir de donde he sacado las fuerzas para realizarlas. Y no se trata que me haya dado cuenta enseguida y en los momentos que las realizaba, sino que he ido experimentando que una fuerza invisible me inquietaba, me empujaba y me lanzaba a la aventura de hacerlas.

Y digo esto porque has sido hechos que, por mí solo, no me hubiese atrevido a hacerlo. Indudablemente, no han sido cosas relevantes o de gran importancia, pero sí muy importantes para mí y superiores a mis fuerzas y capacidades. Por lo menos yo pensaba así antes de emprenderla. Y siempre tengo ese sentimiento de sentirme empujado a ello por una Fuerza exterior que me descubre que debo y tengo que emprender tal acción. Estas mismas reflexiones estaban en el deseo de hacerlas, pero no sabía como hacerlas ni si me atrevería a ello. Y menos escribir un libro. Dios mía estaba fuera de mi alcance y mi capacidad. Incluso en muchos momentos me sorprendo como bullen las palabras, movidas por mis dedos, de forma automáticas y casi sin pensarlo, como si del mismos Espíritu Santo saliesen.

En mi vida es muy importante la presencia del Espíritu Santo. En Él pongo todas mis esperanzas, porque Él es garantía de triunfo, aunque en este momento y en este mundo no se vea y si aparezcan momentos malos, de sufrimientos y dolor. Es promesa de Jesús y, como sabemos todo lo que dice lo cumple. No conozco otro Dios que se haga presente cada día en tu vida como prueba de su amor y de su interés por ayudarme a superar los malos  tragos por los que irremediablemente tendré que pasar.

Quizás esa es la prueba que su Amor y su Verdad me exigen. Un Dios que, en su Hijo, me da testimonio y ejemplo para que yo le siga y, no deja que me embarque yo sólo, sino que se embarca Él primero en esa aventura de salvarme entregando su Vida para mi salvación. Por todo ello, Señor, Dios y Hombre Verdadero, te doy gracias por tu Amor y por todo lo que me has dado, y te pido que no me dejes caer en manos del enemigo que me asedia y tienta para apartarme de Ti. Fortaléceme, Señor, y alúmbrame el camino a seguir. Amén.

viernes, 18 de octubre de 2019

ENVIADOS POR EL SEÑOR

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HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS. 


Quizás no nos demos cuenta por quien somos enviados. Es posible que no hayamos descubierto que quien nos envía nos garantiza el éxito, aunque a primera vista no parezca que sucede así. Él también pasó por la misma experiencia y terminó en la Cruz, pero una Cruz de Victoria, de Triunfo sobre la muerte. Por tanto, nuestra victoria final está garantizada.

Y no podemos, ni debemos, olvidar que no hemos sido enviados por un cualquiera, ni por un idealista o soñador. Nada de eso, hemos sido enviados por el Señor, el Mesías, el Hijo de Dios Vivo, encarnado en Naturaleza Humana para, hecho hombre, saldar nuestra deuda con su Muerte y recuperar para el hombre y la mujer nuestra dignidad de ser hijos de Dios. Esta es la gran diferencia que no debemos ni podemos perder de vista.

Él es el garante de nuestra salvación. Ha entregado su preciosa Vida para salvar la nuestra. Ningún otro, por bueno que sea, y los hay, ha muerto por nosotros. Y no porque no lo haya intentado o hecho, sino porque el valor de su muerte nunca puede darnos la vida, pues su vida no alcanza la Grandeza Infinita de Dios Padre. Y mucho menos llega a la altura del Poder y Amor de Dios. Sólo, una Vida Divina a su altura puede satisfacer nuestra redención. Y esa Vida es la de nuestro Señor Jesús. Sólo él puede, con su Muerte, merecer y restaurar para nosotros nuestra dignidad de hijos de Dios.

Gracias, Señor, por tan valioso regalo, gratuito e inmerecido. Un regalo sin condiciones ni contraprestaciones. Un regalo que sólo busca nuestro bien y fortalecer y restaurar nuestra capacidad de amar, para la que hemos sido creados. Y, en consecuencia, darnos esa paz que buscamos y que tanto deseamos. Esa paz que nos fortalece y nos da la serenidad y paciencia para satisfacer nuestro deseo de amar. Porque, es verdad , cuando amamos experimentamos la alegría que buscamos y nos sentimos realizados y en paz.

Si, Señor, queremos, por tu Gracia y con tu compañía, sentirnos enviados y anunciar al Buena Noticia de Salvación que Tú nos has traído y anunciado. Y queremos proclamarla no sólo con y desde nuestra palabra sino sincronizando, como decíamos hace días, nuestra fe con nuestra vida y obras. Amén.