Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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martes, 14 de enero de 2020

TÚ, SEÑOR, DAS VALOR A MI VIDA

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Mi vida no vale por lo que tengo o por el lugar relevante que puedo tener en la sociedad en la que vivo, sino, simplemente, por lo que soy. Es decir, mi vida vale porque Dios me ha dado la dignidad de ser su hijo y, como hijo de Dios, igual a todos los hombres en dignidad y derechos. 

Los derechos humanos no me vienen por la ley, que hoy es y mañana puede cambiar por el capricho o interés de los hombres, sino por Alguien que está antes de la ley y me da esa dignidad.

El hombre tiene derecho a ser libre, a la vida y a decidir su camino. Y esa dignidad le viene dada por el hecho de ser persona humana. Es antes y está por encima de la ley. No cabe ninguna duda que esa dignidad le viene gratuitamente y sin merecerla desde arriba y que los hace a todos iguales y con los mismos derechos humanos. Por todo ello damos gracias a Dios.

Y le pedimos que nos de la sabiduría y la voluntad para corresponder a esa dignidad de hijos suyos que hemos recibido sin merecerlo. Te pedimos, Señor, coherencia de nuestras palabras con nuestra vida y que seamos fieles y responsables con el compromiso de nuestro bautismo. Un bautismo donde nos has nombrado, Señor, hijos predilectos tuyos y nos ha enviado al Espíritu Santo para, que como con Jesús, tu Hijo predilecto, nos guíe y nos dirija por el camino que nos lleva a Ti.

Señor, conscientes de que no merecemos tanta Gracia ni tu Misericordia, te pedimos perdón por todos nuestro pecados y, postrados humildemente a tus pies, imploramos fortaleza y paciencia para, con la fuerza del Espíritu, sostenernos en tu Voluntad y perseverar coherentemente en tu Palabra. Amén.

lunes, 31 de diciembre de 2018

SON LOS HIJOS LOS QUE ACOGEN Y CREEN EN LA PALABRA

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Todos somos hijos de Dios, pero lo que muchos ignoran es que se auto excluyen al rechazar la Palabra y no creer en el Hijo de Dios. Porque, en el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. 

Dios nos ha creado libres para elegir y decidir por nosotros mismos, de modo que, tú puedes decidir tu propia elección: creer o no creer. La Palabra se te dio a conocer, por un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Éste vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por Él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.

Sin embargo, y aquí viene lo importante, la Palabra no fue acogida y el mundo la rechazó, pero, a pesar de eso, Dios nos da la oportunidad de acogerla y de perdonar nuestro rechazo. Para eso ha enviado a su Hijo, para que muriendo por nosotros nos demuestre el interés de nuestro Padre Dios y nos redima de nuestros pecados y rechazos. Nos lo dice claramente: Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.

Ese deseo de la Palabra no es deseo de sangre ni de hombre, sino deseo de Dios. Por ese deseo de amor la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros para mostrarnos la Gloria del Padre en su Hijo único, llenos de Gracia y de Verdad. Amén.