Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús. (Juan 19,41-42) ¿La muerte puede retener la vida? ¿La piedra puede detener para siempre el poder del amor victorioso? Terrible silencio de la Palabra eterna, un poder a punto de desprenderse de la Palabra de la nueva creación. En la colina cercana a Jerusalén, el nuevo mundo, como en el vientre de una madre, se prepara para el nacimiento, llevando en la carne del Hijo abandonado la materia del mundo, resucitado en el Resucitado. Contigo, el deseo se convirtió esperanza, y la esperanza anticipaba el futuro prometido. ¡Ven, Señor Jesús!
"Despojado de toda distracción y riqueza. Sólo desde la humildad de nuestro corazón, junto a María, llegará nuestra oración al PADRE".
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UN ROSARIO CADA VIERNES
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martes, 15 de abril de 2025
lunes, 14 de abril de 2025
XIII ESTACIÓN. EL DESCENDIMIENTO.
Vino José de Arimatea, miembro noble del Sanedrín, que también aguardaba el reino de Dios; se presentó decidido ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Este compró una sábana y, bajando a Jesús, lo envolvió en la sábana. (Marcos 15,43 y 46)
Yacías abandonado en los brazos de aquella que te había envuelto en pañales recién nacido, y te había custodiado en el silencio del corazón. Ahora te contemplaba para decirte todavía palabras de amor… En su corazón de Madre la espera lacerante era abandono y paz confiada en la fidelidad de la promesa divina. La Madre del sábado santo llenaba de fe la noche de la espera. Con ella cerca, nuestro dolor es alcanzado por la promesa de que la vida vencerá a la muerte y se convertirá en el misterioso amanecer del octavo día. Amén.
domingo, 13 de abril de 2025
XII ESTACIÓN. LA MUERTE.
Era ya como la hora sexta, y vinieron las tinieblas sobre toda la tierra, hasta la hora nona, porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu». (Lucas 23,44-46)
Y la Palabra enmudeció, inmersa en el último silencio. Abandonada en los brazos del madero de la cruz, después del último grito, entró en el silencio. ¡El silencio nunca fue tan grande ni la oscuridad tan densa! Se apagó la luz, la que ilumina a todo ser humano que viene a este mundo. La Palabra calló, la que dijo y todo fue creado. Suspendida, la tierra esperaba y el corazón del mundo latía en el anhelo de la noche que prepara el amanecer de tu resurrección: como nuestra esperanza para que la vida resurja en tu vida de Señor resucitado. Amén.
sábado, 12 de abril de 2025
XI ESTACIÓN. LOS CLAVOS
Era la hora tercia cuando lo crucificaron. Crucificaron con él a dos bandido uno a su derecha y otro a su izquierda. (Marcos 15,25 y 27)
Los clavos asidos a la carne del Hijo de Dios para detener tu aliento, ¡tú que eres la fuente de la vida! ¡Delirio de la omnipotencia del verdugo! Humildad de Dios que se rinde a la cautividad de la muerte, para vencerla irradiando desde su interior la vida más fuerte que el dolor y la prueba, y que convierte el último silencio en un canto de victoria. ¡Ven a salvarnos, Señor Jesús!
viernes, 11 de abril de 2025
X ESTACIÓN. LAS VESTIDURAS
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? se reparten mi ropa, echan a suerte mi túnica.
(Salmo 22,2 y 19)
Nadie se quedó, tampoco se quedó la ropa que cubría tu cuerpo, Dios hecho pobre por el bien de los pobres. Tu carne se preparó así para el último paso: perforada por los clavos, empapada de sangre, fue materia para el nuevo milagro del tercer día, victoria sobre la muerte, fuente de vida nueva y eterna para aquellos que en ti confían. ¡Ven a salvarnos, Señor muy humano, ¡Redentor del mundo! Amén.
jueves, 10 de abril de 2025
IX ESTACIÓN. TERCERA CAÍDA
Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca: como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. (Isaías 53,7)
Caer una vez más es el más humano de los actos, compañero de la fragilidad de la vida humana. Y tú caíste de nuevo, Dios muy humano, que te has hecho hombre, para habitar incluso las profundidades de su necesidad de vida, de fuerza, de luz… Así, tu victoria es la nuestra, tú das esperanza a nuestras caídas, y tu amor nos ayuda, más allá de cada caída, a superar la prueba y a vencer el silencio de la muerte. ¡Señor, ten piedad!
miércoles, 9 de abril de 2025
VIII ESTACIÓN. LAS MUJERES.
Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él. (Lucas 23,27)
Las mujeres de Jerusalén tenían el don de las lágrimas, te siguieron golpeándose el pecho por el pecado del mundo. Y su llanto fue el de todos los seres humanos, de todos los nacidos de mujer, caminantes desde el grito del nacimiento hasta el de la última agonía. Ellas lloraban por ti, Hijo de Dios, que hecho hombre has venido para llevar el dolor de todos. Lloraron por los hijos de todas las mujeres, para que su cruz se una a la tuya, y para que por tu cruz les llegue la luz de la vida. Mira su dolor y escucha su oración, eco también de nuestro dolor. ¡Ten piedad de todos, Crucificado Amor!
martes, 8 de abril de 2025
VII ESTACIÓN. SEGUNDA CAÍDA.
Dios mío, sálvame, que me llega el agua al cuello: me estoy hundiendo en un cieno profundo y no puedo hacer pie; he entrado en la hondura del agua, me arrastra la corriente. (Salmo 69,2-3)
Aplastado, caes bajo el peso de la cruz, impregnado del mal del mundo, del dolor del ser humano. Así es, compañero de nuestra debilidad, cargado con nuestras culpas, silenciosamente nos hablas de tu amor más grande. No nos amas porque te hayamos amado, sino solo para que contigo podamos, amados, aprender a amar bajo el peso del antiguo y siempre nuevo madero de todas las cruces que oprimen la vida y la historia. ¡Señor, ten piedad!
lunes, 7 de abril de 2025
VI ESTACIÓN LA VERÓNICA
Despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultaban los rostros, despreciado y desestimado.
(Isaías 53,3)
Una mujer, un gesto de manos compasivas para limpiarte el rostro, empapado de sudor y sangre. Un pobre lienzo, manchado por la huella de tu sufrimiento por nosotros, reliquia preciosa de tu amor por los hombres, carta púrpura dirigida a todo nacido de mujer, para decirnos que tú, el Hijo, has venido entre nosotros para habitar y para consolar el dolor que nos oprime, para vencer a la muerte y para darnos la vida ¡Ayúdanos, Señor, ¡con tu misericordia! Amén.
domingo, 6 de abril de 2025
V ESTACIÓN. EL CIRENEO
Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús.
(Lucas 23,26)
Que te moviera la piedad o bien la orden del soldado romano, nunca lo sabremos, poco importa, Simón de Cirene. Lo que importa es el gesto, aquel momento de proximidad, de camaradería con el Hijo del hombre cargado con la cruz. Cireneo del Calvario, allí donde te hagas presente sea bendito tu nombre desconocido, benditos tus brazos misericordiosos, bendito tu camino bajo el mismo peso. El Señor que ayudaste, nos ayude a ser como tú, cercanos y solidarios para llevar la Cruz de los que sufren. Amén.
sábado, 5 de abril de 2025
IV ESTACIÓN. LA MADRE.
Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción, y a ti misma una espada te traspasará el alma».
(Lucas 2,34-35)
No hay otro consuelo a tu dolor que el rostro de tu Madre. Su mirada alivia las llagas de tu corazón herido por la falta de amor de los hombres y las mujeres. Su silencio, partícipe del sufrimiento, que solo el amor puede ofrecer y llevar en humilde custodia, es bálsamo para tu alma, fuerza compartida del perdón, caridad mayor que cualquier rechazo ingrato. María, Madre de Jesús y madre nuestra, ¡intercede por nosotros y acompáñanos para vencer la prueba! Amén.
viernes, 4 de abril de 2025
III ESTACIÓN. PRIMERA CAÍDA
Pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. (Isaías 53,5)
Tú te has hecho débil por mí, has sufrido el dolor, la soledad, la incomprensión por mí. Gracias por haberme querido tanto. Quiero pensar en todas las veces que yo me he caído y tú, de manera tan generosa me has levantado. Te quiero dar las gracias por el amor que me tienes y por el peso que has cargado. Quisiera que mi amor aliviara el peso de la Cruz. Hoy sé que cada día vacilamos y podemos caer, pero Jesús está siempre ahí para tendernos la mano, para hacerse cargo del peso de nuestras cruces y volver a encender en nosotros la esperanza.
jueves, 3 de abril de 2025
II ESTACIÓN. CON LA CRUZ A CUESTAS
Los soldados se lo llevaron al interior del palacio –al pretorio– y convocaron a toda la compañía. Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacan para crucificarlo. (Marcos 15,16 y 20) El peso de la cruz, hecha de la madera de nuestra tierra, no era ligero, cargado con nuestras historias, nuestros pecados y nuestras esperanzas. Los llevas a cuestas, Señor totalmente hombre, para acercarte a cada corazón con tu amor tan humano, tan divino, y dar sentido a todo, consuelo silencioso y amigo, fuerza de vida que ha vencido y vencerá a la muerte. ¡Señor, ten piedad!
miércoles, 2 de abril de 2025
I ESTACIÓN. LA CONDENA
Pilato les preguntó: «¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?». Contestaron todos: «Sea crucificado». Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. (Mateo 27,22 y 26) Cuantas veces no he sido yo el que he gritado “crucifícalo” con mis pecados. Muchas veces te he olvidado, te he traicionado, he olvidado las cosas maravillosas que has hecho en mi vida y he preferido darte la espalda y te he dejado solo. Pienso en esas veces que he preferido a Barrabás, las muchas veces que antes de hacer el bien he elegido ese mal que no nos hace felices. No quiero recordarlo con tristeza, sino con el propósito de no seguir haciéndolo, o por lo menos de ser cada vez más conscientes de mi debilidad.