Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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jueves, 23 de enero de 2020

DAME, SEÑOR, UN CORAZÓN MISERICORDIOSO

Resultado de imagen de Mc 3,7-12
Señor, llena mi corazón de buenas intenciones e inúndalo de misericordia, porque, de nada me vale ayudar, servir y hasta amar si ese amor no salta y nace en lo más profundo de mi corazón. Haz que de mi corazón brote la buena intención de servir, de ayudar y de darme gratuitamente a los demás. 

Haz, Señor, que sea consciente de que en la medida que me dé y perdone descubra que me parezco a Ti y me hago reflejo de tu Amor aquí en la tierra, de un Amor que da y perdona sobreabundantemente. Gracias, Señor, por tener presente esa actitud y estilo de vida que Tú me regalas y das a conocer y me transmites. Gracias, Señor, por revelarme que Tú no eres norma, ni precepto, sino amor y misericordia, y que de nada sirve mi vida si mis actos y obras no nacen del amor que se gesta en lo más profundo de mi corazón.

Dame, Señor, un corazón pobre, capaz de experimentar que con las riquezas mi alma peligra y experimenta la tentación de olvidarse de Ti y de endurecer mi corazón haciéndolo incapaz de perdonar y de darse. Jesús llama felices y dichosos a aquellos que son capaces de esforzarse en perdonar y en ser misericordiosos setenta veces siete, como dijo a Pedro - Mt 18,22 - y su Palabra es veraz y siempre se cumple.

Por lo tanto, Señor, me fío de tu Palabra y abro mi corazón para que tu Espíritu, recibido en mi bautismo, me transforme y convierta mi corazón en un corazón amoroso y misericordioso. Amén.

sábado, 30 de noviembre de 2019

CONVIERTE, SEÑOR, MI CORAZÓN ENDURECIDO EN UN CORAZÓN SUAVE, GENEROSO, DISPONIBLE Y ENTREGADO

Resultado de imagen de Mt 4,18-22"
Mi oración no tiene otro sentido ni otra intención que la de pedirte, Señor, que cambies mi corazón apegado y endurecido por las cosas de este mundo en un corazón suave, compasivo, generoso, misericordioso y disponible a la entrega y servicio, por amor, a los demás. Tal y como Tú me enseñas y me testimonias con tu Palabra y con tu Vida, porque, yo, Señor, tengo un corazón apegado, enfermo y sometido a las cosas de este mundo.

Tengo claro, Señor, que sin tu ayuda estoy vencido, porque el mundo me puede, me somete y me esclaviza. Con mis fuerzas no me basta para liberarme y salir victorioso. Necesito tu Gracia, Señor, y te la pido a través de este humilde blog y por medio de estas pobres palabras.

Dame, Señor, esa capacidad y voluntad de despojarte de las cosas caducas de este mundo para, liberado del pecado, responder a tu llamada como hizo Pedro, Andrés, Santiago y Juan, y para entregar mi vida a servir por amor tal y como Tú, mi Señor, me enseñas.  Quiero, Señor, responderte, pero me reconozco débil, frágil y esclavo de mis pasiones. Por ello, te pido la fuerza y voluntad para perseverar y sostenerme siempre en tu presencia y no dejarme seducir ni debilitar por las pasiones y pasiones con las que el mundo trata de aprovechar mis flaquezas.

Convierte, Señor, mi corazón de esclavo en un corazón libre y fuerte para doblegar y vencer todas aquellas pasiones que me subyugan. Un corazón suave, generoso, disponible y entregado para seguirte, Señor, y darte mi vida para amar como Tú me amas. Amén.

jueves, 21 de marzo de 2019

DAME, SEÑOR, UN CORAZÓN COMPASIVO

Resultado de imagen de Lc 16,19-31
No cabe ninguna duda que vivimos en un peligro constante. La sociedad en la que estamos inmerso nos atosiga y llama a vivir bien; a gozar de todas sus maravillas; a vivir despreocupadas y a darnos la gran vida; a no pensar en los otros y a disfrutar de todo los que podamos. Es verdad que no podemos negar la inclinación que tenemos a compadecernos y a ser solidarios con los que sufren o lo pasan mal, pero, quizás nos quedamos ahí, damos una aportación o hacemos algún buen gesto para acallar nuestra conciencia y seguimos nuestro placentero camino.

¿Realmente estamos siendo solidarios con nuestro prójimo? ¿Somos consciente que debemos compartir y preocuparnos de todos aquellos que sufren? ¿En qué lugar nos situamos en el contexto de esta parábola que nos pone Jesús en el Evangelio de hoy? Son preguntas que buscan respuestas en cada uno de nosotros. Quizás, dormidos por las olas de este mundo no nos paramos a pensar ni percibimos el clamor de todos aquellos que sufren como Lázaro. Nos haría bien reflexionar un poco.

Porque, llegará nuestra hora y nos encontraremos como ese hombre rico, del que habla la parábola, en un lado o en otro. Jesús describe y nos revela la existencia de un lugar donde realmente no se pasa bien. Y esos lugares serán nuestra herencia según tu vida haya sido compartida o no; según tu vida haya seguido la Voluntad del Padre o no. Por eso, aprovecha este momento de oración y reflexión para pedirle al Padre un corazón compasivo y misericordioso con todas aquellas personas que sufren, que carecen de lo suficiente o no que no le conocen.

Dame, Señor, un corazón cargado de inquietud, de fortaleza, de compasión, de generosidad y de misericordia para responder de la misma forma que Tú has hecho conmigo y con todos los hombres, porque tu Voluntad es salvarnos por amor, pero contando con la libertad y la voluntad que nos has regalado. Gracias, Señor, por tu Infinita Misericordia. Amén.