La mayoría de las veces damos poca importancia a las cosas pequeñas. No las valoramos, porque a lo pequeño, pobre y de poco poder le damos un valor insignificante y pequeño. Nuestra jerarquía de valores empieza por el poder, el saber y el tener. Pensamos que con el dinero tendremos poder y, con el poder seremos fuertes y valiosos. Sin embargo, lo pequeño es lo que perdura y se hace grande por la Gracia de Dios. Así Dios lo ha querido y ha escogido lo pequeño para hacerse grande.
Por eso, el Reino de Dios se hace presente en este mundo desde la pobreza, lo sencillo y pequeño para llegar a ser grande, lo más grande y pleno. Esa fue la Gracia que recibió Salomón cuando invitado por Dios a que le pidiera lo que quisiese eligió la sabiduría para saber discernir y gobernar sabiamente a su pueblo. Quizás sea eso lo que nosotros también debemos pedir, sabiduría y conocimiento para poder administrar nuestra vida, nuestro tiempo y encontrar el verdadero camino de crecer para dar frutos al Reino de Dios.
De modo, Señor, que te pedimos la Gracia, como hizo Salomón, del don de la sabiduría, para así administrar los dones recibido en nuestra vida y poder utilizarla para servir a tu Reino en Verdad y Justicia. Todo lo demás, Señor, lo dejamos en Manos de tu Providencia como añadiduras generosa de tu Bondad, sabiendo que poniendo todo nuestro empeño en servirte según tu Voluntad, recibiremos todo lo necesario para proclamar, vivir y extender tu Reino por el mundo.
Porque, alcanzar tu Reino, Señor, es la aspiración y el mejor negocio que podamos realizar en este mundo. Porque, será el negocio que, a pesar de aparentar ser malo, es el mejor, más grande y eterno. Por todo ello te damos gracias, Señor. Amén.