Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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domingo, 15 de noviembre de 2020

DAME, SEÑOR, LA SABIDURÍA DE DESCUBRIR MIS TALENTOS Y DE PONERLOS EN FUNCIÓN DE LOS DEMÁS

 

No debo cerrar mis ojos y esconder esos talentos que Dios, mi Padre, me ha dado. Y digo, no debo porque, puedo cerrarlos y esconderlos. Los he recibido para multiplicarlos y enterrarlos significa dejarlos morir y perderlos. Mi responsabilidad es ponerlos a rendir, porque, de ese rendimiento me será pedido cuenta y responsabilidad. Ese es mi compromiso adquirido en la hora de mi bautismo, proclamar y construir el Reino de Dios, en función, precisamente, de esos talentos que he recibido.

Se me ha regalado la vida y, con ella, la capacidad de amar. En esa capacidad de amar están contenidos todos mis talentos y para eso, para amar en verdad y justicia - Reino de Dios - debo derramar todas mis energías y capacidades recibidas. Por eso, Señor, consciente de mis flaquezas, debilidades y pecados, te pido esa fortaleza para sostener toda la capacidad que me has regalado en esos talentos recibidos para ponerlos al servicio de tu Reino.

Pero, primero, Señor, te pido que me ayudes a descubrir mis talentos recibidos y, segundo, tener la fortaleza, el arrojo y la voluntad de ponerlos al servicio de los demás - sobre todo los más necesitados -. Indudablemente, eso me exigirá la firme voluntad de mi esfuerzo de cada día en ponerlos para construir tu Reino y asumir el compromiso de hacerlo por amor. Gracias, Señor.

jueves, 12 de noviembre de 2020

UN REINO DE JUSTICIA, DE AMOR Y DE PAZ

 

¿No has experimentado paz, gozo y felicidad cuando has entendido que has actuado con justicia y en verdad? ¿No te sientes bien interiormente cuando crees que has hecho algo bueno para ti o para otros? ¿Y qué nombre le darías a eso? ¿Felicidad? Pues, ese es el Reino de Dios, que lo descubres cuando actúas en verdad, con justicia y con amor. Precisamente, en aquellos que lo necesitan porque son vulnerables e indefensos.

No busques el Reino de Dios en lo grandioso, en lo extraordinario y espectacular. El Reino de Dios se esconde en lo simple, en lo normal de cada día y en la cotidianidad de lo humilde y sencillo. Así vino el verdadero Reino de Dios al mundo, de forma sencilla y humilde y, simplemente anunciado a los pastores. Nació sin anuncios de trompetas ni solemnidades. Simplemente en un pesebre. Pero, lleno de amor y de paz.

Ese es nuestro verdadero Reino, imitar a Jesús en lo cotidiano de nuestros quehaceres presentes. Con humildad, con sencillez y con naturalidad. Descubriendo que en cada acto de amor y de servicio se hace presente el Reino de Dios. Un Reino de amor, de justicia y de paz. Un Reino que te llena de dicha y esperanza y te invita a esa Vida Eterna que nos anunció Jesús en su venida a este mundo. Él, precisamente encarna ese Reino de Dios, al que anhelamos llegar siguiendo sus pasos y en el esfuerzo de imitarle. 

Pidamos esa Gracia al Padre, para que, en cada instante de nuestra vida descubramos que podemos, con nuestra disponibilidad de servir por amor, hacer presente el Reino de Dios. Amén.

lunes, 27 de julio de 2020

LA PEQUEÑEZ ES BUEN SÍNTOMA

Pin on Amor
La mayoría de las veces damos poca importancia a las cosas pequeñas. No las valoramos, porque a lo pequeño, pobre y de poco poder le damos un valor insignificante y pequeño. Nuestra jerarquía de valores empieza por el poder, el saber y el tener. Pensamos que con el dinero tendremos poder y, con el poder seremos fuertes y valiosos. Sin embargo, lo pequeño es lo que perdura y se hace grande por la Gracia de Dios. Así Dios lo ha querido y ha escogido lo pequeño para hacerse grande.

Por eso, el Reino de Dios se hace presente en este mundo desde la pobreza, lo sencillo y pequeño para llegar a ser grande, lo más grande y pleno. Esa fue la Gracia que recibió Salomón cuando invitado por Dios a que le pidiera lo que quisiese eligió la sabiduría para saber discernir y gobernar sabiamente a su pueblo. Quizás sea eso lo que nosotros también debemos pedir, sabiduría y conocimiento para poder administrar nuestra vida, nuestro tiempo y encontrar el verdadero camino de crecer para dar frutos al Reino de Dios.

De modo, Señor, que te pedimos la Gracia, como hizo Salomón, del don de la sabiduría, para así administrar los dones recibido en nuestra vida y poder utilizarla para servir a tu Reino en Verdad y Justicia. Todo lo demás, Señor, lo dejamos en Manos de tu Providencia como añadiduras generosa de tu Bondad, sabiendo que poniendo todo nuestro empeño en servirte según tu Voluntad, recibiremos todo lo necesario para proclamar, vivir y extender tu Reino por el mundo.

Porque, alcanzar tu Reino, Señor, es la aspiración y el mejor negocio que podamos realizar en este mundo. Porque, será el negocio que, a pesar de aparentar ser malo, es el mejor, más grande y eterno. Por todo ello te damos gracias, Señor. Amén. 

viernes, 31 de enero de 2020

GRACIAS, SEÑOR, POR TU MISERICORDIA

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HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS. 

Todo es Gracia, y por la Gracia de Dios, dada gratuitamente, tú y yo estamos salvados y perdonados. Somos rescatados del pecado y vueltos a ser hijos dignos de Dios. Lo decimos con tanta facilidad que no nos damos cuenta lo que decimos, valga la redundancia. Es tan grande el misterio que, como la semilla que crece en el campo, también crece el Reino de Dios dentro de nuestros corazones sin apenas advertirlo.

Me sería difícil saber con precisión cuando descubrí el Reino de Dios dentro de mí. Me resultaría imposible conocer con exactitud cuando tuve mi primer encuentro con el Señor. No sabría precisarlo. Sin embargo, si sé que, poco a poco, se ha ido fraguando dentro de mí una relación, hoy a diario, que se concreta en tener en todo momento al Señor presente en mi vida. Si bien, es verdad que muchas veces pasa desapercibido o no me doy cuenta.

Sin embargo, el Reino de Dios crece en mi interior. Es posible que no como a mí me gustaría o que no respondo con la voluntad y deseos que creo debo hacerlo, pero eso no descubre sino mi condición pecadora y mi pobreza de espíritu. Por eso, es un misterio que, a pesar de mis pecados, mis distracciones y limitaciones el Reino de Dios continúe vivo y creciendo dentro de mí. Al menos se mantiene y persevera soportando todas mis dejaciones, perezas, pasiones y pecados.

Por eso, Señor, consciente de tu presencia y de tu Gracia, te pido que sostengas mi vida y que no la dejes instalarse en la comodidad, en la suficiencia o en la apatía. Dame la fortaleza y la sabiduría de permanecer en tu presencia y en esforzarme en responder a tu Gracia dejándome cultivar por tu Amor y tu Misericordia. Amén.

viernes, 15 de noviembre de 2019

CADA DÍA UNA NUEVA UNA BATALLA

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HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS. 


Las guerras se gana cuando ganas la batalla que corresponde a cada día, porque, la suma de batallas ganadas te dará como resultado ganar la guerra. Eso significa que cada batalla es una lucha cuyo objetivo es ganarla o resistir a ella sin desfallecer. Y eso tiene su coste y su exigencia que nos obliga a estar atentos, vigilantes y prestos para la lucha y para conseguir la victoria.

El Reino de Dios es el objetivo a conseguir y a alcanzar y, cada día, representa una nueva oportunidad por acercarnos más a la victoria. Una victoria que se consuma en vivir en Xto. Jesús, porque, Él es el Reino de de Dios. Un Reino que está dentro de mí y que en y con Él tengo que librar la batalla de cada día en este mundo donde vivo y por donde camino.

Un mundo que me amenaza y trata de seducirme para que le abandone y no siga sus enseñanzas y sus mandatos. Un mundo que quiere, a toda costa, apartarme de Jesús y de su camino. Un camino que Él señala y marca, porque, Él es el único y verdadero Camino, Verdad y Vida. Por tanto, corremos un gran peligro, porque, en la medida que me deje seducir por las falsas ofertas y espejismos de este mundo, alejándome del Señor, estaré perdiendo la batalla de cada día y con ella, la guerra final.

Señor, te pido que me llenes de tu fortaleza y de tu poder para, siendo fuerte, vencer todas las tempestades que nacen en mi corazón y amenazan con derrumbarme y alejarme de Ti. Me parecen, cuando las miro, con serenidad y reflexivamente, pequeñas piedras, pero lo suficientemente grandes para alterar mi pobre y pequeño corazón y, por tanto, alejarlo de Ti. 

Dame, Señor, la Gracia de nunca separarme de tu presencia y de luchar con todas mis fuerzas para sostenerme siempre a tu lado en actitud de espera, de vigilancia, de aceptación y de estar permanentemente abierto a tu venida. Amén.

domingo, 18 de agosto de 2019

LOS ENEMIGOS DE LA VERDAD

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La experiencia te enseña a que en muchos momentos de tu vida tienes que romper con tus ambientes, con tus amigos y con tus familiares para defender la verdad. Lo viejo se enfrenta a lo nuevo y cuando lo nuevo resplandece en la verdad el fuego arde y el conflicto se hace presente. Eso lleva a familias enteras a enfrentarse los unos contra los otros. El Evangelio de hoy domingo lo manifiesta muy claramente: El fuego de la verdad - Lc 12, 49-53 -  nos lleva a esos enfrentamientos.

No se trata de una guerra por cosas de este mundo, ni por bienes o riquezas. Tampoco por poder o prestigio, sino por la Verdad. Una Verdad que nos lleva a tener en nuestro corazón el amor como arma principal y, a través de él, la verdad, la justicia y la paz. Jesús, el Señor, quiere ver ese mundo arder con ese fuego y ese deseo le llena de angustia por querer que se cumpla.

Es eso lo que también nosotros desde este rincón de oración pedimos hoy. Queremos y pedimos que nuestros corazones ardan por defender la verdad y por establecer un Reino de justicia, amor y paz. Y sabemos que eso nos traerá enfrentamientos, luchas y hasta muertes. Nuestro Señor entregó su Vida precisamente por defender y proclamar ese Reino de los Cielos al que todos estamos llamados. Y, los que queremos y deseamos seguirle, tendremos que también entregar nuestras vidas, a pesar de los enfrentamientos, incluso con los nuestros, por proclamar ese Reino de Amor y de Paz.

Pidamos al Espíritu Santo, recibido en nuestro Bautismo, que tengamos la paciencia, la entereza, la fortaleza y la perseverancia de, poniéndonos en sus Manos, vivir en esa actitud de defender la Verdad y proclamar el Reino de Dios. Amén.

lunes, 30 de julio de 2018

TRANSFORMADOS POR LA GRACIA

Resultado de imagen de Mt 13,31-35
Esa es la tierra buena, la Gracia, el Amor de Dios y su Vida Gloriosa. Esa es la tierra que da verdadero frutos de amor. Esa es la tierra a la que aspiramos y en la que queremos transformarnos. Pidamos esa Gracia a Dios, nuestro Padre, porque sólo Él nos la podrá dar.

No nos daremos cuenta, pues crecerá dentro de nosotros igual que nos crece el pelo. Pero, sí, se necesita una condición, poner en Manos del Espíritu de Dios nuestra libertad y voluntad para que sea el Espíritu Santo quien nos dirija y oriente nuestra vida y haga crecer en nuestro corazón la Gracia de Dios. Una Gracia que, sin quizás notarlo en el día a día, nos vayamos transformando de pobres y míseros pecadores en humildes y abnegados santos disponibles para servir y amar.

Es algo que no está a nuestro alcance y que nosotros no podremos realizar. Por eso hay mucha mediocridad, malas intenciones y desviaciones en nuestro mundo y, también en nuestra Iglesia. El Señor necesita que pongamos en sus Manos nuestra disponibilidad y nuestro consentimiento voluntario. Nunca nos va a presionar o exigir. Es un acto voluntario de amor y de sentido común, porque, aquello que buscamos está en Manos del Señor.

Nunca lo encontraremos en el mundo, porque no está en el mundo ni en las cosas contenidas en el mundo. Nuestro gozo, nuestra paz y nuestra máxima aspiración está en nuestro Padre Dios. Él es el único y verdadero Reino de Dios y sólo su Gracia hará el milagro, con nuestro permiso, porque así Él lo ha querido y regalado, de convertir nuestra tierra, pobre y seca, en frondosa, buena y rica en hermosos frutos.

Pidamos que ese grano de mostaza o porción de levadura contenidos en nuestros corazones fructifiquen y aumenten nuestra fe y hagan de nosotros, hijos de Dios, santos que aspiren a proclamar y gozar el Reino de Dios. Amén.

domingo, 10 de diciembre de 2017

¡SEÑOR, NECESITO TU GRACIA!

Me adentro en el adviento. Es el tiempo de preparación a tu venida, a tu Encarnación, a tomar la Naturaleza humana nacido del vientre de María. Y me pregunto, ¿estoy preparado Señor para recibirte? Porque con tu venida entre los hombres instauras el Reino de Dios cerca de ello. Y yo, Señor, ¿me doy cuenta?

Yo vivo en un mundo que me seduce. Hay muchas cosas bonitas y mi naturaleza está cargada de pasión, de ideales, de inclinaciones y satisfacciones, de orgullo, de sentimientos y dignidad. Pero, sobre todo, de amor. Necesito amar y sentirme amado. Soy un ser en relación y sin los demás no existo. El mundo soy yo y otros. De no ser así, mi mundo se acabaría. Por eso, el amor es tan importante para mí.

Pero, un amor que crece cuando da, cuando protege, cuando se experimenta capaz de llegar a dar la vida hasta el extremo de entregarla totalmente. Y ese amor está cerca. Es el que nace en cada uno de nuestros corazones cuando realmente te encuentras con Jesús. Ese Jesús del que haba Juan el Bautista a orillas del Jordán. Ese Jesús del que, sin nombrarlo, porque no le conoce, se atreve a decir: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero Él os bautizará con Espíritu Santo». Sin embargo, tú y yo podemos decir que sí le conocemos. Tenemos mucha más ventaja que Juan, que lo supo más tarde en la cárcel antes de morir.

Por eso, tenemos la obligación de decírselo a otros que quizás no se hayan dado cuenta. Tenemos que decirle al mundo que miren dentro de sus corazones. El Reino de Dios ha llegado y anda entre nosotros. Porque, cuando amamos hasta el extremo a nuestros hijos, estamos amando como Dios nos ama. Y ese amor salta hasta la eternidad. Hace falta sólo dejarse tocar por la Gracia de Dios para darnos cuenta. Estamos muy cerca.

Por eso te pedimos, Señor, que nos des tu Gracia para experimentar ese inmenso amor que duerme con nosotros. Por eso, Señor, necesitamos tu Gracia para despertar y descubrir que esa felicidad que buscamos está en nuestro corazón, pues Tú nos la has dejado al darnos el aliento de vida semejante al Tuyo. Gracias Dios mío. Amén.

viernes, 1 de diciembre de 2017

NO LO NIEGO, SEÑOR, SÉ QUE UN DÍA ESTARÉ DELANTE DE TI

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS.


Mi vida transcurre entre luces y sombras y cada día es una lucha por aminorar las sombras y dejar sólo la luz. Y, experimento, se hace pesado. Hay momentos que te llenas de optimismo, alegría y fortaleza, y otros que experimentas que la cruz de tu propia vida te pesa demasiado. 

Pero, entre esta lucha de tristezas, enfermedades, trabajos y también alegrías, Tú, Señor, ocupas el centro de mi vida. En Ti descansan todos mis problemas, y a Ti te lo remito. No observo o experimento que tengan rápida solución. Ni siquiera la solución solicitada por mis oraciones, pero, al pararme y reflexionar descubro que estoy vivo y que en muchos momentos de mi vida tu Mano me ha llevado por la solución correcta.

Sí, creo que sin tu presencia me sería imposible seguir mi camino con esperanza y alegría. Son muchos años juntos, aunque yo he estropeado algunos. Hay momentos que afloran algunas lágrimas de emoción y verdadera alegría, y eso me conforta y me anima. Vivo pendiente de Ti, Señor, y consciente de que algún día te conoceré. Y, te digo, que siento miedo. Miedo de no estar a tu derecha el día que te presentes. 

Hoy nos dice que tu Reino está cerca. Y yo lo creo, porque mis años está llegando a su recorrido final. Para mí estará muy cerca. No sé cuando llegarás Tú, mi Señor, pero confío en tu Infinita Misericordia y espero que me perdones todos mis pecados. Te lo suplico con toda mi alma. Pero, no quiero quedarme quieto. Quiero estar atento y dar todo lo que me resta dar, hasta el último segundo de mi vida. Me pongo en tus Manos, Señor y confío plenamente en tu Palabra.

Espero tu venida, al igual que cada año se renueva la vida y las estaciones. Y sabemos que están cerca por los signos que presentan. Tú nos dices hoy que Tú Reino esta cerca y sólo te pido Señor que no permitas que me distraiga ni me deje llevar por la corriente de este mundo pervertido y condenado a no quedar pierda sobre piedra. Sé, Señor, que un día no muy lejano estaré en tu presencia, y quiero, Señor, prepararme para acudir a tu llamada. Amén.

miércoles, 2 de agosto de 2017

¿A QUÉ ASPIRAMOS NOSOTROS?

Si preguntaramos a los hombres sobre como desearían que fuese el mundo, seguramente la respuesta general sería: un mundo donde reine la justicia, la verdad, la paz y el amor. Porque eso lo tienen todos los hombres grabados en el corazón. Es la huella de Dios sellada en el corazón del hombre, y es lo que el hombre aspira y quiere.

Por eso, Dios, envío a su único Hijo, nuestro Señor Jesús, para que, pareciéndonos a Él, encontráramos su Reino. Un Reino de justicia, de amor y de paz. Jesús, nuestro Señor, es, pues, nuestra referencia y nuestro modelo. En Él encontramos todas nuestras aspiraciones y anhelos, y culminamos todas nuestras esperanzas. Él es la perla fina por la que vendemos todo lo que tenemos, porque nos llena plenamente de la felicidad, belleza y paz que buscamos. Él es el tesoro escondido, por el que, encontrado, vendemos todo para comprar ese campo donde el tesoro se halla.

Te pedimos, Señor, que nos des la luz necesaria para saber discernir cómo y en dónde estás Tú entre las cosas de este mundo. Saber elegir y apartar lo que nos esconde tu presencia y vender todo aquello que nos separa y aleja de Ti. Danos, Señor, la sabiduría de discernimiento, para que, encontrados contigo, sepamos diferenciarte de lo material y caduco de este mundo.

Danos, Señor, la fortaleza y la voluntad de saber abstenernos de los placeres y comodidades, que nos conducen a amarnos a nosotros mismos egoístamente y despreciar a los demás. Voluntad y fortaleza para renunciar, a pesar de ser atraídos por nuestras debilidades e inclinaciones humanas. 

Danos la constancia y perseverancia de ser paciente, fieles y confiados a tu Palabra, y, aún sintiéndonos tentados y con dudas por nuestras limitaciones e ignorancias, sostenernos firmes y fieles a Ti. Amén.

lunes, 31 de julio de 2017

GANAR EL REINO DE LOS CIELOS

¿De qué me vale ganar este mundo si pierdo el verdadero y eterno. Estas palabras están escrita en la Sagrada Escritura -Mc 8, 35-36-,  pero también dentro de tu corazón. Y es que todos los hombres buscan esa felicidad eterna. Porque, la felicidad que conseguimos en este mundo, a parte de no llenarnos de una manera plena, es una felicidad pasajera y efímera. El hombre busca un gozo y felicidad pleno y eterno.

Y, dentro de su corazón, está escrito esa Ley que le anuncia y le descubre el Reino de los Cielos. Jesús lo descubre, en parábolas, en el Evangelio de hoy: «El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas».

Colma todas nuestras aspiraciones, y eso se descubre en la simbología metafórica con la llegada de las aves del cielo a anidar en sus ramas. Porque, quien se establece y anida es porque está feliz. Y, porque en las alturas está nuestro destino, altura de miras, que buscan la santidad como meta de santificación y semejanza con el Primogénito, enviado por el Padre Dios, nuestro Señor Jesucristo.

Mirar hacia abajo significa resignación, sometimiento y esclavitud. Levantar la mirada significa dignidad, acogida y reconocimiento de gozo y alegría por descubrir la alta dignidad de ser hijo de Dios. Y esa es nuestra meta, que, pasando por la Cruz, y compartiéndola con el Señor, aspirramos a la más alta dignidad de la naturaleza humana, la de ser hijo adoptivo de Dios y coheredero de su Gloria -Rm 8, 14-17- por los méritos de nuestro Señor Jesucristo. 

Danos, Padre, la Gracia de alcanzar la meta para la que hemos sido creados, renunciando, para ello, a todo aquello que se interponga en nuestro camino apartándome del Reino de los Cielos. Amén.

sábado, 7 de enero de 2017

FORTALECE MI DÉBIL HUMANIDAD

Somos humanos y, cuando decimos eso damos por sentado que nos reconocemos débiles y pecadores. "Yo soy humano" solemos decir cuando vivimos un fracaso o nos vemos imposibilitados para superar cualquier contrariedad u obstáculo. Sí, sabemos de nuestras debilidades y nuestras esclavitudes.

Sería muy malo ignorarlas y desconocerlas. Por eso, es bueno conocernos y eso nos exige reflexionar y tratar de vernos y estudiarnos. De alguna forma eso es hacer penitencia, es decir, ver donde fallo y cuáles son mis puntos flacos o más débiles. Porque, conociéndolos, estaremos en disposición de corregirlos. Sólo aquello que se conoce se puede, tanto amar como rectificar.

Y en eso consiste nuestro camino, camino de perfección. Es decir, ir corrigiéndonos todos nuestros defectos y pecados. Para ello, reflexión y disponibilidad para corregirlos y superarlos. Y eso nos descubre que necesitamos la presencia del Señor y su Gracia. Sólo no podemos perfeccionarnos. Por eso necesitamos la penitencia y el sacrificio. Penitencia de revisarnos y confesarnos débiles y pecadores, y sacrificio para irnos corrigiendo y superando.

La oración es fundamental, porque ella nos fortalece y nos relaciona con el Señor. Pero también la Eucaristía contemplativa y como alimento espiritual de nuestra alma. El Reino de Dios ha llegado con el Señor y en Él encontramos lo que necesitamos para alcanzar la Misericordia del Padre. Pidamos esa Gracia sin parar. Que cada minuto de nuestra vida sea una constante plegaria para que nuestros actos glorifiquen y canten alabanzas al Señor.

Pidamos que nuestra fe, debilitada por el pecado, se sostenga firme en la oración, penitencia y sacrifico, y que cada día pueda ir superando las adversidades y obstáculos que se le presentan, con la esperanza de que el Reino de Dios está cerca. Amén.

viernes, 25 de noviembre de 2016

INDIFERENTE AL MOVIMIENTO DE LA VIDA

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS

A veces parecemos indiferentes o inertes a apreciar los movimientos que se producen a nuestro derredor. Plantamos una semilla y pronto aparece un brote verde que nos indica que esa semilla ha pegado y tiene vida. También observamos que nacen nuevos brotes verdes en los árboles que nos indican que se acerca el verano. La vida cambia y se mueve. Y eso nos indica que es movida por Alguien.

Igual, siendo fieles a la Palabra de Dios, descubrimos que el Reino de Dios se acerca y cada día que pasa es un día más cerca de nosotros. Las cosas de este mundo pasarán, pero la Palabra de Dios nunca pasará. Despertar a esta realidad y apreciar que la vida camina y el Reino se acerca es una Gracia que pedimos hoy, desde este humilde rincón de oración, al Señor.

Uniéndonos todos, enlazados espiritualmente desde cualquier lugar que estemos, enlacemos nuestras manos y, reunidos en el Señor, pidamos con todas las fuerzas de nuestro corazón que despertemos sensiblemente a ese hálito de vida que se respira en un brote nuevo y que nos indica que Dios mueve el mundo y se aproxima su hora y su segunda venida. 

Sepamos sostenernos en la esperanza de la Palabra de Dios, y bebamos, cada día, de la Fuente de su Magisterio y Sabiduría, para, empapados de su conocimiento y sabiduría, sepamos discernir a cada instante esos brotes verdes que, como nos indican que llega el verano, también nos manifiestan que se acerca el Reino de Dios. Estemos, pues, atentos a su Palabra y no dejemos pasar ni un día en saborearla, reflexionarla y compartirla en la medida de nuestras fuerzas y posibilidades.

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en nosotros la llama de tu Amor, y así, de esta manera, nuestros corazones serán creados de nuevo y podamos, en tu Espíritu, renovar la tierra. Amén.

jueves, 10 de noviembre de 2016

ESPERANDO TU SEGUNDA VENIDA

Cada día es un día más que pasa, pero, quizás sea también un día menos que falta para tu regreso, Señor. No sabemos si estaremos presente en ese momento, pero si sabemos, y esperamos confiados en tu Palabra que vendrás a buscarnos para llevarnos a esa mansión que nos has prometido. Y nos despertarás si estamos dormidos para, resucitados en Ti, emprender ese viaje celestial a esa morada de plenitud y felicidad eterna que nos tienes preparada. Gracias, Señor por tanta Gloria y tanta Misericordia.

Por eso, te pido fuerza, sabiduría y voluntad para no desistir ni un ápice en sostenerme preparado cada día que pasa de mi vida. Preparado en esforzarme en vivir la presencia de tu Reino entre nosotros. Porque Tú vives en cada uno de nosotros en la medida que te abrimos nuestros corazones y nos esforzamos en hacer de este mundo, un mundo de justicia, de amor y de paz.

Tú, Señor, estás entre nosotros. Te haces presente y te das en sacrificio en cada Eucaristía que es celebrada por tu amor. La noche de la última cena, antes de tu Pasión, nos lo dijiste: "Hagan esto en memoria mía", y cada día ese memorial de tu sacrifico es celebrado y alimenta nuestras almas. Así queremos estar hasta que Tú decidas regresar. No sabemos el día ni la hora, y como nos dices hoy: «El Reino de Dios viene sin dejarse sentir. Y no dirán: ‘Vedlo aquí o allá’, porque el Reino de Dios ya está entre vosotros». 

Te esperamos, Señor. Y queremos hacerlo como Tú nos has dicho, tratando de amarnos y trabajando por hacer de este mundo, un mundo de justicia, de verdad, de amor y de paz entre todos los hombres. Sabemos de nuestras debilidades y flaquezas, pero confiamos que el Espíritu Santo nos asista y nos de todo lo necesario para sostenernos en tu confianza, en tu amor y esperanzados en tu venida. Amén.,

domingo, 7 de agosto de 2016

VIGILANTES Y DESPIERTOS A LA LLEGADA DEL SEÑOR



El verdadero tesoro no se puede dejar sin tenerlo controlado y vigilado. De la misma manera tenemos que estar vigilantes para que no nos sorprenda la llegada del Señor y estemos prestos a abrirle en cuanto llame a la puerta de nuestro corazón. 

Pero presentemos el verdadero tesoro. No tesoros caducos y expuestos a ladrones y polillas que los roban y corroen. Tesoros efímeros y caducos. Presentemos el verdadero Tesoro. Aquel que perdura, que está compuesto y hecho de buenas obras que relucen y le dan brillo. Aquel Tesoro que llena nuestro corazón de amor, justicia y paz. Y permanezcamos vigilantes para que los ladrones de este mundo no nos puedan distraer ni descuidarnos de tenerlo bien guardado y vigilado.

Por todo ello, te pedimos Padre del Cielo que nos des un corazón vigilante, atento y presto a saber buscar, guardar y sostener el verdadero Tesoro de Tu Reino. Un Reino donde con nuestro esfuerzo podamos dar brillo a la justicia, a la fraternidad, a la buena convivencia en paz y con amor. 

No permitas nuestras distracciones ni tampoco nuestras apetencias. Nos sabemos débiles, torpes, distraídos, humanamente frágiles y fáciles de poder convencer. Nuestros apegos y apetencias humanas nos pueden y nos someten, y somos presas fáciles de vencer. No queremos quedarnos solos, porque no sabemos vencidos. Te necesitamos, Señor, para que con tu Fuerza y Poder seamos invencibles. Somos esas ovejas que tu Hijo nombra en el Evangelio y fáciles de perderse. No permitas que seamos pasto de lobos y bandidos que tratan de engañarnos y devorarnos.

Sostennos firmes, despiertos, vigilantes y sabios en discernir y saber dónde y cuál es el Tesoro que debemos buscar y custodiar. Y, encontrado, que sepamos guardarlo y vigilarlo para que nadie nos lo robe ni nos aparte de Él. Gracias, Señor, por darnos tu Reino. Amén.

jueves, 7 de julio de 2016

¡DIOS MÍO, SI NO PROCLAMO TU PALABRA!



No es para menos asustarse si no proclamo la Palabra de Dios. No se trata de miedo, sino de santo temor, que nos ayuda a tenerle presente y esforzarnos en vivir en su Palabra. El santo temor es uno de los siete dones del Espíritu Santo, y nos ayuda a ser responsable y a experimentarnos temerosos de nosotros mismos por no esforzarnos en vivir en la Voluntad de Dios.

No confundamos el temor o miedo porque nos castigan y están al acecho por si cumplimos o no, con el santo temor de sentirnos avergonzados, contritos y temerosos por haber faltado y pecado contra el Señor, y por perdernos el gozo y la alegría de estar en su presencia plenamente y eternamente. Es el miedo a no cumplir con nuestra responsabilidad de hijos y de perdernos el gozo del amor del Padre.

Lo mismos nos ocurre en otros órdenes de la vida donde no cumplir con nuestra responsabilidad nos llena de vergüenza y miedo. Por eso, vivir una piedad litúrgica dentro de la Iglesia si más, no es el camino para mostrar y proclamar la Palabra del Señor. Necesitamos ensanchar nuestro horizonte y proclamar la Palabra de Dios a los que se acercan o están lejos, y, también, a todos los ambientes a los que podamos llegar por los caminos que nos lleva la familia y el río de nuestra vida.

Pero, la cuestión no es de proclamar, como si de una clase o lección se tratara, la cuestión es llevar al Señor en nuestro corazón, con el ejemplo de nuestra vida y respaldado con nuestra palabra si hace falta. Porque en la mayoría de las veces, la vida se encarga de descubrir el Amor Misericordioso del Señor y, sobran las palabras. Pero, no por eso podemos de proclamar la Palabra, pero una Palabra que se hace vida en nuestras palabras y deja testimonio de nuestro esfuerzo por vivirla.

Pidamos esa Gracia, que seamos palabra y vida injertados en la Verdadera Palabra y Vida que es el Señor, para que, auxiliados por el Espíritu Santo, tengamos la fuerza y la voluntad de dar verdadero testimonio. Amén.

miércoles, 6 de julio de 2016

ENVIADOS DESDE TU IGLESIA



No podemos mirar para otro lado. Porque seguir a Jesús y creer en Él es caminar en y con la Iglesia. Porque la misión que Jesús nos confiere es desde su Iglesia. No nos envía solos, sino desde el primado de Pedro y con Pedro. Vamos, bajo la obediencia de Pedro, juntos todos en la misma barca, que es la Iglesia.

A Pedro le ha dado el poder de confirmar a sus hermanos, a pesar de sus tres negaciones (lc, 22, 31-32), y a nosotros, bajo la tutela de Pedro, hoy Francisco, continuar la misión de evangelizar y proclamar su Palabra. Jesús los ha instruido y sin más los envía. Una instrucción que pasa por la vida y sigue a la Palabra, porque la vida sin la Palabra se vacía de contenido y no florece ni da frutos.

Van, fundamentalmente, en nombre del Señor y asistidos en el Espíritu Santo. No es que los métodos y la preparación, que no parece que los apóstoles la tengan mucho, pues un tiempo antes estaban despistado y sin enterarse de lo que sucedía, hasta dejarlo solo en la Cruz, no sean necesario. Pero lo fundamental e imprescindible es estar injertado en el Espíritu de Dios y caminar en su presencia. 

Claro, es de sentido común y lógico, tenemos que poner en juego todos nuestros talentos recibidos, y todo los medios y preparación que estén a nuestro alcance, para algo están. Pero donde tenemos que ir bien agarrados imprescindiblemente es al Señor. Él es el Fundamento, la Roca y la única y verdadera Salvación. Sin Él no seremos capaces de dar frutos, porque Él lo es todo.

Pidamos la Gracia de no agarrarnos de forma imprescindible a los medios y técnica, sino a utilizarlos como algo que nos puede ayuda, más no dejemos de permanecer injertado en el mismo Corazón del Señor, porque Él es la Sabiduría y la Fuerza que transforma nuestros corazones y le da sentido a nuestra esperanza. Amén.

jueves, 12 de noviembre de 2015

HAS VENIDO, SEÑOR, A INSTAURAR TU REINO



Con tu venida se ha instaurado el Reino de Dios. Porque Tú, Señor, eres el Reino de Dios. Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida. Eres el Reino de los Cielos, porque en Ti está la Verdad y la Justicia. Y donde hay Verdad y Justicia hay Amor.

Y ese es el Reino de los Cielos, un Reino de Verdad, de Justicia, de Paz y Amor. Y la mayor prueba, tan evidente que la observamos todos los días y a cada instante, es que todos los hombres buscan y luchan por eso. ¿Qué son las luchas políticas, sino mensajes y promesas de instaurar leyes y derechos que vayan dirigidos al bien común de todos los hombres? Todos buscamos eso.

Ahora, lo que ocurre que todos decimos muchas mentiras y nos auto engañamos y engañamos a los demás. Y, luego, no cumplimos lo que decimos. Y, por eso, por nuestro egoísmos y pecados, el mundo está mal, y el Reino de Dios no está instaurado. Pero, verdad es, que todos lo buscamos y queríamos implantarlo.

Pues, para eso ha venido Jesús. Y Jesús no miente, sino que todo lo que ha dicho y dice se cumple. Y Reina en el corazón de todos los hombres que se abren a la Verdad. La Verdad y la Vida que Él nos proclama y que, con su Vida, nos enseña el Camino.

Pidamos al Señor la sabiduría, la fortaleza y la paz, para que en El podamos encontrar caminos de verdad y de justicia entre los hombres. Y para que no perdamos la esperanza de ser pacientes y confiados en su Palabra, hasta que llegue el momento que venga definitivo a nuestro corazón y lo deje verdaderamente instalado para siempre.

¡Ven, Señor, a reinar dentro de mi corazón e instaura en él tu Reino. Reino de verdad y justicia; Reino de amor y de paz! ¡Ven Señor!. Amén.

jueves, 9 de julio de 2015

SÓLO SE ACEPTA LO OFRECIDO EN LIBERTAD Y GRATUITAMENTE



Hoy, después de conocer la experiencia vivida, sabemos que lo trasmitido desde la imposición y la fuerza no es bien recibido, y se llega a odiar. Porque la verdad está escrita en el corazón de cada persona, y más que imponerla, se trata de descubrirla y experimentarla. Y hasta que ese encuentro o vivencia no se dé, será inútil aceptarla y vivirla.

La verdad vive dentro de cada hombre y está sellada con letras de fuego en su corazón. La vida es el trayecto donde el hombre tiene la oportunidad de descubrir ese tesoro, por lo que será bueno proclamarlo y revelárselo para que lo conozca y, sobre todo, descubra. Y esa es nuestra misión, la misión de los que la hemos descubierto y queremos vivirla y continuarla. Porque experimentamos gozo, alegría y plenitud en el esfuerzo de, vivirla y proclamarla desde la vida, y luego con la Palabra.

Claro está que somos pobres personas. Muy limitadas y pecadoras. Pero somos los elegidos, o, al menos, los que queremos responder y decimos sí. Pero también somos conscientes de que necesitamos la asistencia y el concurso del Espíritu Santo, porque sin Él imposible. En esa confianza y abandonados en sus brazos nos atrevemos a proclamar el Mensaje del Señor.

Y lo hacemos desde el convencimiento de que cada hombre busca ese tesoro enterrado en su corazón. Es posible, y lo constatamos, que es indiferente a su Palabra, pero el tesoro continúa enterrado y sólo espera a ser descubierto. Es lo que llamamos conversión Y esa es nuestra esperanza de salvarnos, y la necesidad de, los que la conocemos, proclamarla confiado en que se dé ese descubrimiento por la Luz del Espíritu Santo.

Quizás también tenga algo que ver nuestros esfuerzos y deseos ilusionados de proclamar. Y, sobre todo, nuestra confianza y esperanza en el Señor. 

Pidamos esa Gracia de no desfallecer, y de confiar plenamente en la acción del Espíritu Santo, para que los hombres, ciegos por el pecado, despierten en este mundo aparente que los engaña y esclavizas con tesoros falsos y caducos. Amén.

miércoles, 8 de julio de 2015

EL REINO DE LOS CIELOS ESTÁ CERCA



Son palabras que Jesús nos ha dicho que trasmitamos. Son palabras que, para trasmitirlas necesitamos primero vivirlas, y vivirlas exige creerlas. No hay vuelta de hoja. Se trasmites lo que se vive, porque eso es lo que se ve y se contagia.

Puedes contar un cuento muy bonito, o una historia de alguien que has conocido, pero no puedes trasmitirle su espíritu si tú, primero no lo haces tuyo y lo vives. Y la misión de trasmitir nos exige primero a nosotros que la vivamos. Nuestros hijos no esperan de nosotros lecciones ni consejos, sino vida y obras. Y los de la calle buscan lo mismo. Las palabras explican la vida, pero no la trasmiten.

Vivamos las enseñanzas de Jesús y, fiados de su Palabra, tengamos la confianza de que nuestro testimonio , caído en tierra buena, será bien recibido y dará sus frutos. Ahora, no olvidemos la necesidad de la oración, de la constante unión con el Señor. Él nos envía, pero también nos acompaña. Y si nos acompaña es porque sabe que le necesitamos. No va a venir con nosotros por gusto y para vernos.

Espera de nosotros nuestras quejas, nuestras dificultades, nuestros fracasos, nuestros pecados y nuestros deseos de huida. En algún momento miró a los discípulos y les recriminó si ellos también querían marcharse. También sabe que el camino nos pasará factura, y está a nuestro lado para, como a los de Emaús, decirnos unas palabras de ánimo y aliento y empujarnos a continuar ilusionados y esperanzados.

Por eso, es muy importante que tú y yo sepamos advertir su presencia y tomar conciencia de que está con y pendiente de nosotros, y le pidamos el agua de la Gracia para el camino para no desfallecer, y para saber en cada momento transparentar y dar testimonio de nuestra misión:  "Anunciar que el Reino de Dios está cerca". Amén.