Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

martes, 10 de enero de 2017

TU PALABRA, SEÑOR, SIEMPRE ES NUEVA

Nunca deja de sorprendernos, porque tu Palabra, Señor, siempre es nueva y nos llena de esperanza. Tu Palabra, Señor, nunca termina, siempre permanece y nos renueva a cada instante. Tu Palabra nos da vida y nos sostiene rebosantes de gozo y felicidad. Tu Palabra nos vivifica y nos hace nuevo.

Pidamos perseverar en tu Palabra, y en estar atento a vivirla y ponerla en práctica. Pidamos esa Gracia, la de asombrarnos, la del primer amor que nunca acaba y siempre nos sorprende. Pidamos la sabiduría de poder interpretarla y comprenderla. Pero, sobre todo, amarla para hacerla vida en nuestras vidas.

Pidamos fortaleza y voluntad, para superarnos cada día y luchar contra la rutina humana, que nos cierra los ojos de la verdad, para que dormidos vivamos, en la rutina cansina de cada día, sometidos a la esclavitud del pecado y los egoísmos. Pidamos la libertad de abrir los ojos para ver la pureza y disponibilidad de estar atentos a las necesidades de los demás y prestos a acudir a su auxilio.

Pidamos la capacidad de asombro y de admiración al advertir y observar tu Poder Señor de sanar nuestras enfermedades y de escuchar tu Palabra que nos adoctrina y nos salva. Pidamos el don de sorprendernos por esa autoridad y poder de transmitirnos la Buena Noticia de salvación. Esa Noticia que todos llevamos dentro de nuestros corazones y a la que buscamos dar respuesta.

Porque, Tú, Señor, eres el único capaz de hablarnos de esa forma. Porque sólo Tú tienes autoridad para darnos lo que nuestros corazones ansían y desean. Porque sólo Tú, Señor, tienes Palabra de Vida Eterna. Amén.

lunes, 9 de enero de 2017

AHORA HABLA JESÚS

Es el Señor quien, a través de su Iglesia, se manifiesta constantemente al mundo. Son muchos consagrados y seglares que se esfuerzan en dar testimonio de su Palabra, y lo hacen con sus palabras y vidas. Son muchos, pero no están solos sino que cada uno va auxiliado y asistido por la acción del Espíritu Santo. La Iglesia está asistida por el Espíritu de Dios.

Y muchos esperan todavía, como aquellos fariseos de su tiempo, algún acontecimiento grandioso que les habra los ojos. Pero no se les dará, pues ya lo ha dicho Jesús. No se les dará otra señal que la de la Cruz (Lc 11, 29-32). Es tiempo de conversión y esa conversión nos toca a cada uno y también nos interpela.

Pidamos al Señor la Gracia de convertirnos cada día. Una conversión permanente, perseverante y llena de obras de caridad. Una conversión transparente, que se proclama de palabra y de vida. Una conversión en la que vayamos dejando nuestra vida por entregarla, día a día, a los demás. Una conversión que descanse en la  escucha de Palabra, la oración y los sacramentos.

Una conversión humilde, agradecida, pedida, suplicada y aceptada. Una conversión, a pesar de las noches oscuras, de las dudas y contradicciones, de las tentaciones, del cansancio, de la fatiga, de los silencios, de no entender ni comprender. Una conversión como María, de perseverar y confiar en el Señor.

Pidamos ser llenados de la Gracia del Señor con humidad y perseverancia, y llenos de paciencia postrados a sus pies. Aceptando que como Padre nos dará siempre lo mejor y lo que nos conviene para nuestra salvación. Amén.

domingo, 8 de enero de 2017

EN CONSTANTE ALERTA

El buen gimnasta no cesa de esforzarse para mantenerse en forma. Su éxito depende de su preparación y, sobre todo, de su constancia y perseverancia en cuidar su estado físico y mental. Igual nos ocurre a nosotros, los seguidores y creyente de Jesús. Necesitamos el ejercicio de la oración todos los días, y frecuentar los sacramentos, sobre todo la Eucaristía. Claro, eso nos supone confesarnos con cierta regularidad para mantenernos limpios y en estado de Gracia.

Por el Bautismo recibimos la Gracia para conseguir esa fortaleza, pero también, el compromiso de conservarla y cuidarla. Perseverar en ella nos incumbe a todos los creyentes y bautizados. Se hace necesario responder a ese nuestro compromiso de Bautismo. Y eso se fundamente en complacer al Padre tal y como el Hijo lo complace. Claro, nosotros no somos el Hijo, pero contamos con su Gracia y la del Espíritu de Dios. 

Y, porque Él, el Hijo, ha venido a este mundo y se ha bautizado para que nosotros le siguiéramos por ese mismo camino, bautizándonos con Espíritu y fuego por su Gracia, quedamos configurados como sacerdotes, profetas y reyes, y preparados para la lucha y para vencer al mal, el pecado. Pero no sin nuestro concurso y nuestro diario esfuerzo. Y eso es lo que le pedimos en este día de hoy, el Bautismo de Jesús, para como Él, estar protegidos y resguardados contra las amenazas y seducciones del pecado.

Pidamos esa fortaleza, para no desfallecer y continuar, a pesar de nuestras caídas, decepciones, desilusiones, incomprensiones, y toda clase de dificultades que nos invitan a pararnos, a no seguir, a abandonar y a quedarnos en el camino. Pidamos para que siempre una mano amiga nos levante, nos acompañe y nos anime. Pidamos y confiemos en la acción del Espíritu Santo que, por nuestro Bautismo, permanece en nosotros asistiéndonos y protegiendo. Amén.