Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

lunes, 23 de noviembre de 2015

CADA DÍA UNA NUEVA BATALLA



Al terminar un día nos despedimos del Señor dándole gracias por todo lo vivido y también perdón por los momentos que no hemos estado a la altura de ser sus hijos. Y al despertar, iniciamos el nuevo día dándole las gracias por despertar, valga la redundancia, y pidiéndole sabiduría, paz y fortaleza para emprender una nueva batalla en la que no le defraudemos y seamos dignos de su Amor.

Es la batalla da cada día, donde tenemos que elegirlo como Rey y Señor de nuestra vida, y renunciar a las promesas y maravillas que nos ofrece el mundo, que esconde hipocresía y mentira. Por eso con un nuevo día tratamos de renovar nuestra promesa de seguirle y de nombrarle el Señor y Rey de nuestra vida.

Y, agradecidos por su Fidelidad y su Verdad, hoy queremos, desde este rincón de oración, renovar nuestra promesa y decirle que queremos que siga siendo el Rey y Señor de nuestras vidas. Ven Señor Jesús y has morada en nuestros corazones y guíanos por los caminos de este mundo que intenta apartarnos de Ti con promesas falsas y maravillas caducas.

Te pedimos, Señor, la Gracia del Espíritu Santo, para fortalecidos por su Fuerza y Sabiduría, encontremos el valor y la voluntad de rechazar todas aquellas ofertas que, maravillándonos y atrayéndonos, tratan de confundirnos, y nos tientan para, mintiéndonos, apartarnos de tu camino. 

Ven, Señor Jesús, y no permitas que nada, ni nadie, nos aparte de Ti. Porque Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida, y nuestro Rey y salvador. Danos un corazón generoso capaz de, no sólo dar, sino compartir toda nuestra vida. Amén.

domingo, 22 de noviembre de 2015

SEÑOR, MANDA EN MI VIDA, PORQUE TÚ ERES MI REY



Si nos fijamos bien, los niños, sobre todo los recién nacidos y durante toda su infancia, son los reyes de la familia. Ellos ocupan el centro de la familia, y en ellos convergen todas las preocupaciones y cuidados de la familia. Sobe todo los padres. Y descubrimos que son los más necesitados de amor.

No son los reyes porque nos lo impongan, ni porque tengan poder y fuerza, sino porque demandan y necesitan mucho amor. Experimentamos que el amor es la principal arma de nuestra vida y la fuerza que nos mueve y nos une para comprometernos a cuidarnos y protegernos. El amor es el verdadero compromiso que alimenta y da sentido a todo nuestro ser y obrar.

Y ese es el Reinado de Jesús. Jesús es nuestro Rey porque es quien nos da sentido y esperanza. Jesús es nuestro Rey porque nos salva y nos llena de gozo, paz y felicidad. Jesús es nuestro Rey, porque es el enviado por el Padre para saldar nuestra deuda de pecados y danos la salvación, redimiéndonos de nuestras culpas por la Misericordia del Padre.

No es un Reinado de poder, de fuerza ni de imposición. Es un Reinado de y por amor. Es un Reinado que se da gratuitamente, sobre todo, a los más necesitados y carentes de amor. Es un Reinado que se consagra a los que más lo necesitan. Lo mismo que ocurre con los niños, los más débiles, en las familias.

Por eso, te damos gracias, Padre del Cielo, por enviarnos a tu Hijo, Rey del mundo del Amor, para redimirnos y darnos la Gloria de tu Reino, y darnos testimonio de la Verdad. Verdad que nos hace libre y nos da la Vida Eterna.

Gracias, Señor, porque nos revela que tu Reino no es de aquí, porque todo lo de aquí es caduco. Nuestras esperanzas son eternas, porque dentro de nosotros vive un ansia de Vida Eterna. Y nos sentimos llamados a esa Vida Eterna, que Tú, Señor, nos viene, de parte de tu Padre, a ofrecernos gratuitamente por amor.

sábado, 21 de noviembre de 2015

GOZO, ETERNIDAD Y PAZ



No podemos imaginar lo que nos espera, pues de poder hacerlo nuestra vida tomaría otro rumbo. ¿Quién no cambiaría si tuviese una visión de la Vida Eterna?  Creemos, por la Palabra de Dios, que es una vida diferente y para siempre. En plenitud de gozo y felicidad, pero no podemos imaginar cómo, ni dónde, ni de qué forma.

Sin embargo, quizás sea lo de menos, porque lo verdaderamente importante e interesante es vivir para siempre en el gozo eterno y pleno de felicidad en la presencia de Dios. Y esa es la promesa que Jesús, el Hijo de Dios Vivo, nos ha hecho. Y si Jesús nos lo ha prometido, significa que estamos salvados y llamados a vivir esa plenitud eterna. Ahora, falta nuestra respuesta, que nuestro Padre Dios espera pacientemente.

Y eso es lo que hoy nos revela la Palabra de Dios en el Evangelio. Y lo que nosotros aprovechamos para pedirte, Señor. Danos sabiduría para no perder la oportunidad de darte una respuesta. Pero una respuesta que coincida con la que Tú, mi Dios, esperas y te gustaría, porque nos amas y quieres lo mejor para cada uno de tus hijos.

Por eso, te pedimos que infundas en lo más profundo de nuestros corazones, serenidad, paciencia, paz y la ya sabiduría, que te hemos pedido, para saber discernir y elegir entre tantas ofertas falsas y venenosas que el mundo nos presenta.

 Sí, Padre nuestro, queremos que nos inundes de sabiduría para saber esperar y perseverar en tu Palabra. Sabiduría para mantenernos fieles en tu seguimiento, a pesar de las dudas y tribulaciones que nos acechan y nos tientan. Sabiduría para no desfallecer ni abandonar tu Palabra, a pesar de nuestra ignorancia y limitaciones.Te pedimos, Señor, que acrecientes nuestra fe y nuestra confianza, porque todo nos viene de Ti, y sin tu Gracia nada podemos.

Nos prostramos, Señor, ante tus pies, con un corazón contrito y humillado, arrepentido de todos nuestros pecados, y, en silencio, esperamos confiados en tu Misericordia y perdón. Amén.

viernes, 20 de noviembre de 2015

¡SEÑOR, QUE SEPA, NO SÓLO GUARDAR SILENCIO EN EL TEMPLO, SINO TAMBIÉN EN EL TEMPLO DE MI CORAZÓN

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR,08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA UNIDA Y DEFENSA DE LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS





La oración es vital para la vida espiritual, tal y como lo es el aire para la vida física. Sin oración no podemos seguir a Jesús, porque seguirle supone orar. ¿Cómo puedes seguir a alguien sin hablar con él? ¿Y cómo puedes conocerlo sin hablar con él?

La oración es el vehículo que nos permite hablar y conocer al Señor, pero, también, escucharle en silencio y discernir, a la Luz del Espíritu Santo, sus respuestas, enseñanzas y misiones. Por eso, a parte del rincón de nuestro corazón, donde siempre estamos en permanente contacto con el Señor, acudimos al Templo sagrado, donde nos reunimos con los demás hermanos en la fe, y donde, en paz y silencio, mantenemos un sereno y sosegado diálogo con el Señor.

En esos sagrados momentos, delante y en su presencia, pues está en el Sagrario o, en la Custodia en la capilla de oración, tenemos el contacto vivo con Jesús. Es la fe la que nos revela que Jesús está allí bajo las especies de pan y vino. Es su Espíritu quien nos alimenta y nos da la fuerza y la Gracia de sostenernos en su fe y vivir en su Amor.

Y también en este "Rincón de oración" tenemos espacios para, adentrados en el interior de nuestro corazón, en paz y sereno silencio, y unidos en comunión espiritual, postrarnos en adoración y en atenta escucha para, impulsados por el Espíritu, caminar en su presencia haciendo vida en nuestras vidas de su Palabra.

Pidamos esa Gracia, con fe y esperanza confiada. Seguros que el Señor nos atiende y nos responderá de forma afirmativa. Porque Él ha venido para salvarnos dando su propia Vida en y para remisión de todos nuestros pecados. ¿Cómo no nos va a responder y a dar lo que le pedimos si es buscando nuestro bien y nuestra salvación?

jueves, 19 de noviembre de 2015

ANONADADO SIN COMPRENDER NADA



Se te hace difícil comprender la debacle de Jerusalén, y como ha sufrido a lo largo de toda su historia. No llegas a comprender como se puede vivir en esa inquietud e inseguridad, y en medio de tantas guerras y enfrentamientos. Sí, te quedas anonadado y sin comprender nada.

Sin embargo, la profecía de Jesús enciende tu esperanza, porque ves que su Palabra es Palabra de Vida Eterna. A pesar de su lamento, Jesús dice lo que realmente va a suceder, aunque no lo desee. El corazón de hombre, obstinado, soberbio, egoísta, lleno y sometido al odio y la venganza, y, por la Gracia de Dios, libre, se rebela y desobedece a Dios. Y Jerusalén sufre porque no encuentra la paz.

Te damos gracias, Señor, porque nos has dejado tu Iglesia y el colegio apostólico. En y por ellos, por tu Gracia, hemos recibido el Mensaje de Amor que nos salva. Ellos, tu Iglesia, Señor, dirigida por la acción del Espíritu Santo nos llena de esperanza y alegría, y nos aviva y fortalece para continuar la lucha de cada día hasta que Tú, Señor, vuelvas como nos lo has prometido.

Porque sólo Tú, Señor, tienes Palabra de Vida Eterna, y todo lo que nos dice tiene su cumplimiento. En esa esperanza vivimos con gozo y alegría, a pesar de los acontecimientos de terror y guerras que acontecen en este mundo. La Iglesia, tu Iglesia, Señor, asistida por el Espíritu Santo continúa su camino hasta que Tú decidas venir.

Gracias, Señor, por llenarnos de esperanza y de fortaleza para continuar la lucha con ánimos renovados en el Espíritu, y por las comunidades de hermanos donde apoyarnos los unos con los otros para avanzar contra corriente y abrirnos camino hacia Ti.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

DAME, SEÑOR, LA SABIDURÍA DE DAR FRUTOS



No sólo basta la intención, hay que poner manos a la obra y saber cómo y qué hacer. En algunos casos, hasta saber asesorarse y dejarse conducir por otros que expertamente te aconsejan. Dar y sacar provecho y buenos frutos no es tarea fácil. Exige esfuerzo, trabajo y también cierta astucia.

Todos, hasta los más desfavorecidos, hemos recibidos unos talentos. Unos talentos que debemos emplear, pero emplearlos con sabiduría y eficacia para que den frutos. Es posible que en algunos momentos no sepamos cómo hacer, pero tenemos la capacidad de darnos cuenta y de conducirnos mejor. Porque eso también se nos ha dado, la capacidad de aprender y de no caer en los mismos errores de otros días.

Sin embargo, ocurre que la soberbia nos puede engañar y hacernos creer que somos los suficientes capaces de no necesitar ayuda, y menos de Dios. Nos bastamos con nosotros mismos, y no queremos ningún rey que nos dirija. Y sucede que ocurre lo que vemos que está ocurriendo. Terminamos a tiros unos con otros. El fanatismo de creernos en posesión de la verdad y que somos elegidos y mejores que los otros terminan por enfrentarnos y acabar mal.

Pidamos, al Señor, la Gracia de sabernos pequeños, pobres y necesitados de aprender. De aprender cómo negociar todos los talentos recibidos, no sólo para sacar frutos, sino para ponerlos al servicio de los que los necesitan y, quizás, no sepan como producirlos.

Pidamos la Gracia de, no sabiendo cómo obtener rendimiento, darlos en interés, al menos en el Banco, para conseguir un beneficio que entregar. Siempre podremos sacar frutos de nuestra vida siendo luz para otros. Simplemente, aceptando nuestra condición limitada y pobre podemos alumbrar muchas vidas de otros que se debaten en la desesperación y confusión. Amén.

martes, 17 de noviembre de 2015

¿TENEMOS NUESTRA TIERRA PREPARADA PARA SER SEMBRADA POR LA PALABRA DE DIOS?



No es cuestión simplemente de escuchar, sino de escuchar después de haber buscado. Hay una gran diferencia. Escuchar es importante, pero si en el momento de la escucha, la tierra no está sembrada, difícilmente la semilla dará frutos. Escuchar supone previamente actitud, para que la escucha sea rumiada y deje la sustancia de lo escuchado preparado para poder asimilarse.

Porque la escucha puede ser accidental, no querida o por casualidad. Entonces entra, pero no encuentra el terreno preparado para echar raíces. Eso le ocurrió al hombre rico, que sentía curiosidad por comprobar si cumplía todo los requisitos para ganar la gloria del cielo, pero se sintió frustrado cuando experimenta que le falta más todavía. Y su decepción le impulsa a pararse y no continuar.

Quizás la escucha estaba ya, de antemano, cerrada. Escucho hasta que coincida con lo que yo pienso; escucho lo que quiero escuchar, pero de ahí no paso. No había una escucha abierta, deseada, dispuesta y sin condiciones. Es lo que ocurrió con Zaqueo. Su corazón estaba seriamente atento y abierto a la verdad, y la Verdad, por la Gracia de Dios, fecundó aquel corazón dispuesto a ser fertilizado. Y los frutos ya los conocemos.

También nosotros, Señor, queremos dejarnos fecundar por tu Espíritu, y alimentados en Él, abrir nuestros corazones para que tu Gracia nos fertilice y demos frutos. Frutos de amor que sirvan para dejar pasar tu Luz que con su calor fertilicen los corazones de todos aquellos que se abran a la Verdad como hizo Zaqueo.

Te  pedimos, Señor, esa Gracia, conocedores de nuestras debilidades, de nuestros fracasos y pecados, y de nuestros egoísmos, que nos impiden seguirte renunciando a todo lo que este mundo, falso e hipócrita, nos ofrece y nos presenta para seducirnos.

En Ti, Señor, permanecemos confiados y, a pesar de nuestras limitaciones, nos proponemos seguir adelante y, como Zaqueo, encaramarnos a la cima de nuestra vida, para ver, más allá, de lo que este mundo nos presenta. Amén.