Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

lunes, 20 de febrero de 2017

LA FE NECESITO PEDIRLA

No es cuestión de cruzarme de brazos o quedarme pasivo esperando que mi corazón se llene de fe. Se hace necesario abrirse a ella y, sobre todo, pedirla. Pero, ¿cómo? El Padre nuestro, la oración que Jesús nos enseñó, nos marca el camino de cómo pedirla. Es, el Padre nuestro, una expresión de fe en la que reconocemos a nuestro Padre como Padre, valga la redundancia, de todos. Y eso nos hace hermanos. Y como hermanos, relacionarnos fraternalmente y en verdad.

Es verdad que la duda siempre estará gravitando sobre nuestras cabezas, pero, también es verdad, que la fe supone el fiarnos de la Palabra del Señor. Y en la medida que recemos y oremos en la línea del Padre nuestro, estamos dando testimonio de nuestra fe. Porque sólo ora aquel que espera y confía con esperanza en la Misericordia de Dios. Sólo pide y llama aquel que espera y confía.

Hoy, desde este espacio de oración - reflexión queremos, Señor, pedirte que fortalezcas la poca fe que tenemos y que nos la aumentes. Sí, Señor, queremos crecer en conversión para, esforzándonos en nuestra voluntad ir sometiendo nuestros sentimientos según tu Voluntad. Y, apoyados en tu poder, confiando en él, servir y ayudar a los hombres. 

Siendo dóciles a tu Palabra queremos entregarnos a la oración. Una oración confiada, perseverante, de cada día, consciente y paciente. Una oración apoyada en la fe y en la esperanza de tu Palabra. Una oración que responde a nuestras peticiones y nos da soluciones. Una oración llena de esperanza que, aun no viendo sus resultados confiamos que será respondida según tu Voluntad, que busca nuestro bien y el de todos los hombres.

Danos, Señor, esa sabiduría y esa fe que necesitamos para creer en Ti sin desfallecer y sin desanimarnos porque los resultados no se muestren a nuestra vida. Consideramos que somos hombres de poca fe y que necesitamos que Tú, Señor, por tu inmenso Amor y Misericordia nos conceda la Gracia de tenerla y aumentarla. Amén.

domingo, 19 de febrero de 2017

SENTIMIENTOS Y VOLUNTADES

Todos experimentamos sentimientos sin poderlo evitar. Entran y salen y vuelven hacerlo cuando les plazca según reciben estímulos o sensaciones del exterior. Y nos hacen sentirnos bien o mal dependiendo del resultado de lo que suceda o nos pase. A un estímulo malo nos enfurecemos y nos violentamos. Y quizás respondemos mal. Y lo contrario cuando recibimos buenos estímulos que nos agradan y nos sientan bien.

Eso hace que, algunas veces estemos bien y otras mal. Eso hace que, algunas veces sonriamos y otras nos pongamos huraños y enfadados. Eso hace que experimentemos odio y deseos de venganza. 

Por eso, es de sentido común pensar que Dios nos haya dotado de voluntad. Voluntad para decidir poner remedio a esos sentimientos. Y eso explica también lo de nuestra libertad. Somos capaces de poder decidir contra esos sentimientos, y tratar de dominarlos. Tanto los buenos como los malos. Porque tanto unos como otros pueden traer consecuencias graves. Los buenos, moderándolos y no dejarlos expresarse de forma muy efusiva o excesiva, y los malos, controlándolos y transformándolos en actos buenos.

Porque de eso se trata cuando hablamos del amor. Amar no consiste en buenas palabras, afectos, caricias, buenas caras...etc. Amar consiste en hacer el bien, y, fundamentalmente, devolver bien por mal. Amar consiste en convertir esos sentimientos malos que nos producen dolor, odio y venganza, en actos buenos, de solidaridad, de paz y bondad. Incluso, a pesar de que dentro sigamos experimentando ese sentimiento de odio y venganza. Es dejarte crucificar en tu propia cruz para devolver, por cada clavo que entra en tu cuerpo, un bien que pueda transformar el corazón del otro.

Pidamos esa sabiduría de saber amar, aceptando eso sentimientos que nos provocan odio y venganza, y, controlándolos, ir los convirtiendo en correspondencia de actos de bondad, de justicia, de paz y de amor. Porque en eso consiste el amar, y esa es la Voluntad de Dios. Amén.

sábado, 18 de febrero de 2017

¡MUESTRAME TU ROSTRO, SEÑOR!

Yo también, Señor, necesito tu transfiguración. Necesito ver tu Rostro resucitado. No porque no crea, sino porque el camino se me hace duro, pesado, difícil de recorrerlo y me siento débil y vencido por tantas tentaciones que me salen al paso en el camino de mi propio desierto, proponiéndome consumir, satisfacerme y aceptar a sus placeres.

Necesito verte como Pedro, Santiago y Juan, y, aunque no entienda nada, como ellos, experimentar tu Divinidad, tu Pureza y tu Poder. Sentirte Resucitado y cercano a mí. No es, repito, Señor, que no lo crea así, pero, Tú que me conoces, incluso mejor que yo, comprendes mis ansías de sentirme fortalecido animado, acariciado y empujado a seguirte con alegría y gozo.

Sí, necesito tu cercanía, tu Palabra, tu aliento y tu luz, Necesito experimentar tu presencia y alimentarme espiritualmente de tu Cuerpo y tu Sangre. Enséñame, Señor, el camino de bajada y guiame hasta la Jerusalén de mi vida, donde Tú has querido que camine, para en ella soportar mi propia pasión que, añadida a la Tuya, complete lo que Tú has dejado que yo aporte.

Y eso es lo que hoy, junto a todos los hermanos en la fe, y desde este humilde rincón de oración, quiero pedirte. Y hacerlo con fe, convencido de tu escucha y Misericordia; convencido de tu Generosidad  y Amor. Perdona, Señor, mis tribulaciones, mis debilidades, mis pecados y mi débil fe. Nada merezco y, sin embargo, Tú me regalas tu Amor y tu Misericordia para darme la Vida. Y Vida Eterna.

Gracias Señor por todo lo recibido, y por tanto Amor entregado gratuitamente. En Ti pongo todas mis esperanzas, y en tus Manos me abandono. Sólo Tú das sentido a mi vida y alientas mi camino. Y me regalas una Madre, que también acompaña mi camino y me lleva a Ti. Amén.

viernes, 17 de febrero de 2017

NO DIGAS NADA SIN CONOCERLO


HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS



Ocurre con mucha frecuencia que rechazamos lo que no conocemos. Damos por descontado que no nos interesa, o que no es verdad, o los motivos que quieras, para justificar nuestro rechazo. Es así de absurdo y necio, pues lo que no se conoce no se puede querer, pero tampoco rechazar. El sentido común nos aconseja a conocerlo y saber, al menos, de qué va la cosa.

De ahí que no se puede dar un juicio de Jesús sin saber quien es Jesús. Sin saber de qué nos habla Jesús, y sin saber qué ha hecho Jesús. Es posible que muchas cosas no lleguemos del todo a comprenderlas, pero la realidad de la vida nos ayudarán a aceptarla. Porque lo que sí está claro es que dentro de cada uno de nosotros hay un deseo irrefrenable de eternidad. Está en nuestro corazón sembrada la semilla de la Vida Eterna.

Y, su Palabra, es Palabra de Verdad. Todo lo que dice se cumple. Y todo lo que hace es para el bien del hombre. Su Obra refleja bien su Poder y su Amor. Los ciegos ven; los cojos andan; los mudos hablan; los leprosos son curados y los muertos resucitan. Ahí está la realidad de su Obra. ¿Qué ocurre entonces? Simplemente que el hombre orgulloso y suficiente, que se siente seguro de sí mismo, se rebela contra Dios y quiere dirigir su propia vida. Y los resultados son los que vemos a nuestro alrededor.

El hombre no tiene otra esperanza. De nada le vale ganar el mundo y tener todo el éxito del mundo, que al final su destino no cambia. Le espera la muerte, y una muerte sin la presencia de Dios, es una muerte de perdición eterna. 

Pidamos al Señor esa luz que nos ilumine y nos mueva para ver, ver como el ciego Bartimeo y el ciego del Evangelio de miércoles. Ver que nuestra esperanza descansa en el Señor. Ver que sólo en Él encontramos esa respuesta a la pregunta que llevamos dentro de nuestro corazón: "Alcanzar la Vida Eterna". Amén.

jueves, 16 de febrero de 2017

POSIBLEMENTE, SEÑOR, A MÍ, COMO A PEDRO, TAMBIÉN TENDRÁS QUE REGAÑARME

Seguro es que me confieso seguidor tuyo, Señor. Y, también, que confieso mi fe en Ti, pero ya no estoy tan seguro de seguirte hasta comprometer mi vida y entregarla por Ti. Esa es mi intención y mi deseo, pero, llegado el momento, no confío en mis propias fuerzas y me asaltan dudas y temores.

Hoy quiero aprovechar la oportunidad de este blog, para suplicarte que me des las fuerzas necesarias para serte fiel y responder, con todas las consecuencias, a tu pregunta con firmeza y decisión. Supongo que llegado el momento de tribulación y temor, el Espíritu Santo nos dará la fortaleza y valentía para enfrentarnos y soportar los sufrimientos y sacrificios que la vida nos presente. Confiamos en ello.

Volviendo la mirada atrás, observamos como muchos que nos han precedido, han soportado sufrimientos y violencias con entereza, paciencia y hasta con paz. No podemos explicárnoslo sino desde la fuerza del Espíritu Santo que les asiste y les ayuda. Y eso te pedimos hoy, Señor, que no perdamos la esperanza y confiemos en tu Palabra. Aumenta nuestra fe, Señor.

Y danos todas las regañinas de las que somos merecedores, para despertarnos, abrir los ojos y seguirte con paso firme. Si, Señor, Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios Vivo. El que, enviado por el Padre, nos ha revelado su Amor y su Infinita Misericordia. Si, Señor, Tú eres el Salvador, el Mesías prometido. Aquel que el Padre señaló en el Bautismo de Juan y manifestó su complacencia y predilección. 

Tú, Señor, eres el esperado, en anunciado por la Ley y los profetas. Y en Ti, Señor, confiamos y creemos. Nos ponemos en tus Manos y te seguimos sin rechistar, tal y como Tú nos dice, porque no somos nosotros nadie para exigirte ni para cambiar tus proyectos y planes. Tu Palabra, Señor, es Palabra de Vida Eterna.

Solo te pedimos, Señor, que nos llenes de tu Gracia, para que nuestros corazones se inflen de ese Amor que Tú nos das y que nosotros debemos corresponder dándolo también gratuito como Tú nos lo das. Amén.

miércoles, 15 de febrero de 2017

LIMPIA MI CORAZÓN, SEÑOR, PARA VER SEGÚN EL TUYO

Muchas veces nos empeñamos en ver con nuestros propios ojos. Y cuando digo con nuestros propios ojos me refiero a que vemos las cosas según nuestras ideas, nuestros criterios y nuestros intereses. Nuestra mirada no está limpia, la mancha el pecado. Por lo tanto, nuestro ojos no ven las cosas con un corazón limpio y su vista se emborrona y distorsiona la realidad.

Es la mirada de aquel ciego que le han acercado a Jesús. Impuestas las manos del Señor, después de poner salva en sus ojos  y preguntado si ve, declara: «Veo a los hombres, pues los veo como árboles, pero que andan». Podemos adivinar y deducir que su mirada, todavía, no está limpia del todo. Quizás el Señor nos quiere indicar que a veces nos cuesta y hay que insistir. No siempre la fe es instantánea sino que a veces la vamos viendo poco a poco.

Y eso venimos hoy a pedirte, Señor. Enciende nuestra fe y despeja nuestra mirada para que veamos el mundo con tus Ojos, tal y como Tú quiere que veamos. Porque esa es nuestra intención, mirar como Tú miras, con una mirada llena de paciencia, de comprensión, de humildad, de suavidad y bondad para así, de esta forma, ver a los hombres, detrás de sus apariencias, como Tú los ves, y poder apreciar la bondad de cada uno. Cierra nuestros oídos a toda murmuración, guarda nuestras lenguas de toda maledicencia, que sólo los pensamientos que bendiga permanezcan en nosotros. Queremos ser tan bien intencionados y justo para que todos los que se acerquen a nosotros sientan tu presencia.

Revístenos de tu bondad, Señor, y haz que durante este día, todos nosotros te reflejemos (letra cursiva tomada del libro encuentro, del Padre Ignacio Larrañaga). Amén.

martes, 14 de febrero de 2017

CONSCIENTES DE TU PRESENCIA, SEÑOR.

El sabernos acompañados nos da seguridad y confianza. Pero, el saber que eres Tú, Señor, nos fortalece y nos anima a enfrentarnos a todas las dificultades que se nos presenta. Hoy, sabedores que, por nuestro compromiso bautismal, estamos llamados a ser testigos de la fe y proclamarla dando testimonio, te pedimos, Señor, que nos llenes de tu Amor, y nos des fortaleza y sabiduría para ser luz y sal, como Tú quieres, en este mundo que te ha dado la espalda y te rechaza.

Conscientes de que eres Tú que sigues evangelizándonos, tomando como instrumento nuestras miserias y humildes palabras, nos atrevemos a acomete tu loable misión, tal es, la de proclamar al mundo la salvación rescatada con tu Pasión y por la Misericordia del Padre.

Te pedimos esa Gracia y nos disponemos y abrimos a la acción del Espíritu Santo confiados en su poder y en su Gracia. Te pedimos, Padre, que enciendas en nosotros la llama de tu Amor y nos des la fuerza para soportar, comprender, escuchar y, sobre todo, amar.

Madre de Dios, Virgen pura y casta, acompáñanos y asesóranos para, como tú, hacer la Voluntad del tu Hijo. Intercede por todos nosotros para que nuestra fe se vea reforzada y aumentada en la vivencia de cada día y reconozcamos en tu Hijo, al Mesías y salvador, y abierto a su Gracia sepamos dar testimonio de su Palabra con nuestras obras y testimonios.

 Abre nuestros ojos y oídos para ver en todo momento los signos de amor que Jesús, tu Hijo, derrama en nosotros, y confiados a su Palabra le seamos fiel. Amén.