Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

viernes, 13 de noviembre de 2020

DETRÁS DE UNA VIDA CÓMODA Y PLACENTERA NO SE ENCUENTRA ESA FELICIDAD QUE BUSCAMOS.

 

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS. 

Es evidente que todos queremos y buscamos en esta vida ser felices. La felicidad es la razón y el móvil que nos mueve cada día. Pero, sería muy importante reflexionar sobre donde apoyamos esa búsqueda de la felicidad. Porque, si la apoyamos en las cosas que nos ofrece este mundo, podemos equivocarnos. Es verdad que son necesarias y nos hacen falta, pero, de poner en ellas todo nuestro corazón y la razón de nuestra vida nos equivocaríamos gravemente. Porque, todo lo de aquí abajo se acaba y, ¿después qué?

Detrás de una vida cómoda y placentera no hay nada. Sólo encontraremos el vacío y el sin sentido. Y, como consecuencia nos espera una eternidad de terror, sufrimientos y penalidades. Por tanto, cuidémonos de vivir centrando nuestra vida en nosotros y acomodándola a procurarnos satisfacciones olvidándonos de todos aquellos que sufren y lo pasan mal. Sobre todo los más indefensos y pobres. 

Es ahora la hora, la hora de ganarnos esa eternidad plena de gozo y felicidad que, en el fondo de nuestros corazones, todos buscamos, pero que, llevados por nuestro orgullo, soberbia y apetencias buscamos por otros caminos según nuestras propias decisiones. Pidamos levantar la mirada, pararnos y reflexionar desde la acción del Espíritu Santo. Ese Espíritu Santo que nos acompaña desde la hora de nuestro bautismo y nos orienta, nos auxilia y asiste para que sepamos encontrar el único y verdadero camino de esa felicidad que buscamos. Y que no es otra que poner en el centro de nuestra vida al Señor. Amén.

jueves, 12 de noviembre de 2020

UN REINO DE JUSTICIA, DE AMOR Y DE PAZ

 

¿No has experimentado paz, gozo y felicidad cuando has entendido que has actuado con justicia y en verdad? ¿No te sientes bien interiormente cuando crees que has hecho algo bueno para ti o para otros? ¿Y qué nombre le darías a eso? ¿Felicidad? Pues, ese es el Reino de Dios, que lo descubres cuando actúas en verdad, con justicia y con amor. Precisamente, en aquellos que lo necesitan porque son vulnerables e indefensos.

No busques el Reino de Dios en lo grandioso, en lo extraordinario y espectacular. El Reino de Dios se esconde en lo simple, en lo normal de cada día y en la cotidianidad de lo humilde y sencillo. Así vino el verdadero Reino de Dios al mundo, de forma sencilla y humilde y, simplemente anunciado a los pastores. Nació sin anuncios de trompetas ni solemnidades. Simplemente en un pesebre. Pero, lleno de amor y de paz.

Ese es nuestro verdadero Reino, imitar a Jesús en lo cotidiano de nuestros quehaceres presentes. Con humildad, con sencillez y con naturalidad. Descubriendo que en cada acto de amor y de servicio se hace presente el Reino de Dios. Un Reino de amor, de justicia y de paz. Un Reino que te llena de dicha y esperanza y te invita a esa Vida Eterna que nos anunció Jesús en su venida a este mundo. Él, precisamente encarna ese Reino de Dios, al que anhelamos llegar siguiendo sus pasos y en el esfuerzo de imitarle. 

Pidamos esa Gracia al Padre, para que, en cada instante de nuestra vida descubramos que podemos, con nuestra disponibilidad de servir por amor, hacer presente el Reino de Dios. Amén.

miércoles, 11 de noviembre de 2020

EL DON DE SER AGRADECIDO


Nuestra salvación no dependerá de nuestros méritos, entre otras cosas, sino de la Gracia y don de Dios, que nos lo da gratuitamente. Eso no significa que no hagamos nada y nos quedemos con los brazos cruzados. Nada más lejos de eso. Significa que nuestra salvación no está en nuestras obras, sino en la Infinita Misericordia de Dios, que nos la regala por amor.

Sin embargo, nuestras obras y actos cuentan, porque, el Señor, espera nuestra consideración a reconocerle como Padre y a dejarnos amar por su Amor Misericordioso. Eso fue lo que reconoció aquel leproso, que para colmo, era samaritano, extranjero y ortodoxo en sus creencias. Es el que más agradecido se muestra y da gloria a Dios por su liberación. Es sorprendente como la fe de este - personaje, indigno - conmueve a Jesús y nos lo pone como modelo de gratitud.

Posiblemente, nosotros no advertimos esa necesidad de sentirnos agradecidos. Sí, confesamos que todo lo recibimos de Dios, pero, ¿en realidad nos sentimos como aquel leproso? ¿Incluso después de haber sido curado de una grave enfermedad? Tendríamos que reflexionar sobre eso y de preguntarnos, ¿cuál es nuestra actitud de agradecimiento por todo lo que tenemos y hemos recibido en esta vida?

Porque, de cómo la administremos dependerá nuestra salvación. Pidamos, pues, a nuestro Padre la Gracia de saber ser agradecidos y de corresponder al Amor y Misericordia que nos regala y, por la cual nos invita y ofrece la salvación Eterna. Gracias, Padre, y enséñame a ser agradecido. Amén.

martes, 10 de noviembre de 2020

GRACIAS POR TU PRESENCIA, SEÑOR

 

 

Nuestra necedad es grande. Y tan grande que, después de recibirlo todo - la vida, talentos y todo su Amor - le rechazamos, le damos la espalda y hasta le exigimos derechos, tal sucedió con aquel hermano mayor de la parábola. Posiblemente, veamos a ese hermano mayor como un desagradecido, pues la herencia y todo es del padre. ¿Qué derecho tiene él a reprocharle al padre lo que hace con lo suyo?

¡Qué necios somos! Aquellas cinco doncellas necias son una advertencia para que despertemos y nos demos cuenta de nuestra enorme necedad. ¿Es que no nos damos cuenta de la Infinita paciencia que tiene nuestro Padre Dios con cada uno de nosotros? ¿Acaso no advertimos que espera de nosotros que le reconozcamos y consideremos consentir su amor? 

Sin lugar a duda, simplemente comprobar la oportunidad que estamos perdiendo en cada momento volviendo la espalda a nuestro Padre Dios es motivo del mayor sufrimiento que podamos tener. 

Y cuando nos demos cuenta, el remordimiento y la conciencia de lo que hemos perdido disparatadamente nos volverá loco para toda la eternidad. ¿Podemos entender y darnos cuenta de lo que significa esto? Enséñanos, Padre, a darnos cuenta de tu Infinito Amor y a saber corresponderte. Tú nos lo das gratuitamente hasta el punto de ofrecernos tu Gloria y la Vida Eterna. Amén.

lunes, 9 de noviembre de 2020

TÚ, SEÑOR, ERES EL VERDADERO TEMPLO

 

No son mis oraciones ni el lugar donde las hagas lo que realmente tiene valor, sino el reconocerte, Señor, dentro de mí y el de dejarte instalar en todo mi corazón. Ese es mi templo, Señor, que yo humildemente te preparo y al que te invito a establecerte. Quiero, Dios mío, honrarte, entregándote mi corazón y todo mi ser al servicio de tu proyecto de Amor y Misericordia.

Y, por eso, Señor, necesito alabarte y adorarte, dentro de mí y dentro de cada hombre y mujer necesitados. Y lo hago en la medida que cumplo ese tu Mandato de Amor hacia todos los hombres. Sobre todo a los más necesitados. 

Quiero, Señor, pasar desapercibido y esconderme en tu amor. Un amor que me ayuda a partirme y repartirme como Tú, Señor, haces con cada uno de nosotros. Y es eso lo que te pido, Dios mío, la perseverancia de vivir adorándote y alimentándome de tu Cuerpo y tu Sangre, para fortalecer mi alma y vivir en tu Palabra y Amor encarnado en todos los hombres. Ese es el templo, Dios mío, que quiero guardar, cuidar y visitar todos los días de mi vida. Amén.

domingo, 8 de noviembre de 2020

TE PIDO, SEÑOR, UNA ACTITUD VIGILANTE

 

Vigilancia activa, esa es la palabra. No podemos relajarnos ni desfallecer. El mundo trata de seducirnos y de que nos olvidemos de vivir la Vida de la Gracia. Es decir, que nos olvidemos de nuestro Padre Dios. No podemos relajarnos ni desfallecer. Sostener nuestra alcuza llena de aceite nos exige esfuerzo, trabajo y constante vigilancia. Se trata, pues, de vivir en una actitud amorosa, un camino generoso - que no es posesivo - que se da y comparte.

Sin embargo, Jesús nos alerta en este momento a estar preparado y vigilante para no ser sorprendidos desprovistos del aceite necesario para sostener nuestra lámpara encendida y preparada. Significa esto que nuestra preparación pasa por mantenernos firmes en la Palabra y Vida según el mandato de nuestro Padre Dios.

Te pedimos, Señor, luz y fortaleza para no desfallecer ni ser sorprendido con mi alcuza casi vacía. Danos la inquietud de exigirnos el amor que los demás nos demandan para que, a la hora de ser llamados, nuestras alcuzas estén llenas y rebosantes de obras de amor que te agraden. Gracias Señor.

sábado, 7 de noviembre de 2020

LA TENTACIÓN QUE NOS AMENAZA

 Hay una cancíón que canta a la salud, el dinero y el amor como las tres cosas más importante que hay en la vida y quien las tenga que le dé gracias a Dios. No sólo es verdad sino que todos ansiamos tener eso. Sin embargo, el peligro no está en tenerlos sino en no hacer de ellos nuestros ídolos, porque, entre otras cosas, sabemos y es lo más cierto, que podemos saber, valga la redundancia, que la muerte nos llega y, previo a ella la enfermedad. Luego, hacer de estas tres cosas el fin y el centro de nuestra vida será un gran error.

Primero, porque la salud y la vida es un regalo de Dios, y llegará el día que tendremos que perderla para pasar a la otra vida y encontrarnos, cara a cara, con nuestro Padre Dios. Y, segundo, porque el dinero y el poder nunca serán lo más importante en nuestras vidas si no son para servir a los más necesitados. De otra manera, serán nuestra perdición y dejarán nuestras vidas vacías y sin sentido.

Otro gran peligro que se deriva de esas tres cosas es que, teniéndolas, nos creamos prepotentes, poderosos y nos olvidemos de nuestro Padre Dios, del que hemos recibido todo. Es, por tanto, muy peligroso nadar en la abundancia de salud, dinero y amor. No porque sean malas, sino porque si no tenemos cuidado pueden llevarnos al olvido de Dios. Un Dios Padre que es lo más importante y el centro de nuestras vidas.

Por eso, desde este rincón de oración, pedimos con todas nuestras fuerzas que, a pesar de ser afortunados en salud, dinero y amor, demos gracias a Dios por todos los bienes recibidos. Y, lo más importante, permanezcamos y perseveremos siempre en Él y, para ello, pidámosle la fortaleza y la sabiduría de saber administrar y compartir estos bienes recibidos. Amén.