Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

martes, 28 de julio de 2015

RECOGERÉ LO QUE HAYA SEMBRADO



La razón y el sentido común me dice que recogeré lo que haya sembrado. Todos sabemos que sólo tendrás derecho a recoger lo que, con tu trabajo y esfuerzo, hayas sembrado. Todo lo que venga por otro lado será considerado suerte, casualidad o lotería.

Sin embargo, podemos hacer cambiar la situación si nos acogemos a lo que nos dice el Señor: "Pidan y se les dará". Pues bien, podemos aprovechar este rincón de oración para, unidos, elevar nuestra suplica y pedir para que aprendamos a sembrar bien. Para que con nuestro trabajo sembremos semillas buenas que nos den, valga la redundancia,  buenos frutos.

Enséñanos, Señor, a bien sembrar; enséñanos a apartar la semilla mala de la buena y a quemar la cizaña para que no nos estropee la buena semilla. Protégenos, Señor, del mal sembrador, el diablo, para que no siembre nuestros campos de cizaña y nos estropee la cosecha. Danos sabiduría, voluntad y fortaleza para mantener limpios de cizaña nuestra tierra y podamos dar buenos frutos para tu Gloria.

Danos la capacidad de entregar todo nuestro esfuerzo, al cien por cien, para que a la hora de tu venida, Señor, tengamos las manos llenas de buena semilla y todos nuestros frutos sean de tu agrado. Danos la Gracia de estar entre tus elegidos por nuestro bien hacer en la asistencia y auxilio del Espíritu Santo, para que podamos gozar en tu presencia de la plena felicidad eterna.

Señor, en ti confiamos y esperamos, poniendo todo nuestro esfuerzo de cada día, a que el día de tu venida nos encuentre trabajando por mantener limpia y bien cuidada la tierra que, por tu Misericordia, nos ha sido entregada por tu amor. Amén.

lunes, 27 de julio de 2015

DAME, SEÑOR, LA SABIDURÍA DE BUSCAR LO PEQUEÑO



En la mayoría de nuestras acciones y obras queremos sorprender con la grandiosidad, con las cosas hecha a la perfección, con lo acabado de forma perfecta y con todos los detalles previstos. Pero es que también los que miramos y analizamos todo desde esta perspectiva. Analizamos y juzgamos según lo grandioso, perfecto e importante. Nuestra vara de medida pasa por todos esos detalles.

Nos preocupa que todo salga bien, pero al mismo tiempo que sea lo mejor y más grande. No estoy diciendo que eso no sea legítimo y bueno, ni mucho menos. Simplemente trato de decir que quizás no sea lo más importante ni lo mejor. Las cosas cuanto más sencillas y simples, más llegan a la gente y más participativas son. Lo grande no es aquello valioso, importante o grandioso, valga la redundancia. Lo grande es lo que llena y satisface el corazón, y te lo llena de paz y serenidad.

Es posible que la suma de pequeños detalles te llene, poco a poco, el corazón hasta el punto que sus latidos y su ritmo se llenen de paz y tranquilidad. Lo pequeño se hace grande si se cultiva con amor, verdad y justicia. Es el ejemplo de la más pequeña de las semillas, que bien cultivada y sembrada se hará la más grande, hasta el punto que anidarán las aves en sus altas ramas.

Así será el Reino de los Cielos, semejante a una pequeña semilla que crecerá y será la más grande. Así ocurrirá con el corazón humilde y sencillo, que siendo pequeño e insignificante, su amor le llenará de gozo y felicidad que no habrá cosa mayor que lo supere. El Reino de los Cielos es altura máxima a la que el hombre aspira, porque en él encontrará todo lo que busca y desea.

Danos Señor la sabiduría de saber buscar y encontrar el Reino de Dios. Buscarlo en lo pequeño y sencillo que, con amor, se hace grande hasta descubrir todo el amor que Tú, Señor, nos das.


domingo, 26 de julio de 2015

DESPIERTA LA SED Y EL HAMBRE DE TU AMOR




Quisiera estar siempre hambriento y sediento de tu Amor Señor, porque eso es lo mejor que me puede ocurrir. Pobre de mí si experimento satisfacción y hartura, porque eso significa que no necesito de Ti, Señor. El que está harto no desea nada más, pues lo tiene todo.

Yo necesito tener hambre. Hambre y sed de Ti, Señor, hasta el punto de estar inquieto y en movimiento hacia Ti. Y no parar hasta descansar en Ti. Mala señal será estar satisfecho y quedarme quieto, instalado y pasivo. Despierta la sed y el hambre de tu Amor, Señor, para que mi camino sea ascendente y activo hacia Ti. Un camino sin prisas, pero sin pausa.

Gracias, Señor, por la fe y la confianza que siembras en mi corazón, y por el riego que le das con el Agua maravillosa de tu Gracia. Gracias Señor porque los años me parecen frutos que pones a mis pies para que los dedique a hacer tu Voluntad. Gracias Señor por abrir mi mente y llenarla con los frutos de tu Sabiduría que comparto con todos aquellos que aparecen en mi vida.

Gracias Señor por tu Cuerpo y tu Sangre, que me alimenta y enciende mi esperanza y mueve mi vida. Gracias Dios mío porque a medida que se acerca mi hora, Tú me preparas para tu encuentro. Gracias mi Señor porque experimento tu presencia, tu cercanía y, aún sintiéndome pobre y pecador, alimento la esperanza de tu Misericordia y de tu amor.

Por eso, Señor, en ti pongo todos mi anhelos, mis esperanzas y confiado a tu Amor me abandono en tus brazos como un inocente niño en los de su padre. Amén.