Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

LA NECESIDAD DE COMPARTIR



Solemos decirlo con cierta facilidad, pero a hora de rascarnos el bolsillo el corazón se endurece, y, no sé por qué, nos cuesta mucho dar, y más si cabe, darnos. Posiblemente será porque nuestra naturaleza está tocada por el egoísmo y la comodidad, y queremos asegurarnos ante el riesgo de padecer y sufrir. Eso nos inclina a cerrarnos y resguardarnos.

Sin embargo, no nos ocurre lo mismo cuando se trata de nuestra familia, precisamente cónyuge e hijos. Ahí nuestro corazón está más desprendido y dispuesto a dar y darse, incluso hasta la última gota de nuestra sangre. Pero, conocedor nuestro Señor Jesús de nuestro corazón, nos exhorta a hacer eso, no sólo con nuestros familiares y amigos, pues esa tendencia se produce también en los demás, sin necesidad de seguir a Jesús, sino también con nuestros enemigos. Y ahí está la diferencia y la esencia cristiana del amor.

Posiblemente, en aquella multitud de gente habría muchos que no seguían a Jesús sino por el interés material de ser curados, e incluso con la esperanza de que le dieran de comer. Hoy sucede también lo mismo. Muchos se acercan a la Iglesia con esa intención. Pero, Jesús, nos ánima a amar sin condiciones ni banderas, a todos por igual, y de manera especial a los enemigos.

Y eso te queremos pedir hoy, Señor. Sabemos lo que nos cuesta dar, incluso a los nuestros también. Dar significa un poco morir, renunciar a nuestros proyectos y gustos. Dar significa volver a quedarte desnudo y desguarnecido, tanto económicamente como de tu tiempo, tus cosas y tus apetencias. Dar significa dejar tus proyectos para entregarte y servir a los que te necesitan. Y eso nos duele y nos cuesta.

Danos, Señor, esa Gracia generosa, y enciende nuestro amor para que seamos corrientes de agua fresca que se derrama en los demás. Danos la capacidad de experimentar gozo y alegría, y de sentirnos fuertes y animado, a pesar de nuestras heridas y apegos, para dar y darnos sin desfallecer ni abandonar. En Ti, Señor, confiamos. Amén.

martes, 1 de diciembre de 2015

CUANDO DAMOS GRACIAS SOMOS HUMILDES



No se puede dar gracias si no te abajas y experimentas la humildad. Sólo da gracias aquel que se siente humilde y necesitado, porque dar gracias es reconocer que estás agradecido por lo que has recibido. Bien, es verdad, que esa acción de gratitud va sentida y nacida desde el corazón, porque se puede aparentar estar agradecido y sólo hacerlo desde una actitud de cumplimiento.

Jesús se siente agradecido al ver a los discípulos alegres y exultantes de gozo después que han tenido la primera experiencia de proclamar la Palabra. Y, alegre y lleno de Espíritu Santo, da gracias al Padre por revelar estas cosas a los sencillos y humildes.

También lo hacemos nosotros unidos a Jesús y en su Nombre. Gracias Padre por darnos a tu Hijo y, hecho Hombre, estar tan cercano para compartir con nosotros. Gracias, Padre, por entregarnos tu Hijo, para que, con su Muerte de Cruz quede saldada nuestra deuda pecadora y podamos ser digno hijos Tuyos. Gracias Padre porque no nos lo merecemos.

Gracias, Padre, por darnos un corazón pobre, sencillo y humilde para abrirnos a tu Gracia, y llenos de tu Espíritu, podamos, como tu Hijo Jesús, exultar de alegría y de gozo cuando, con nuestra vida y palabra, demos testimonio de tus enseñanzas. 

Sin embargo, Padre, sabemos que el camino es angosto y difícil de recorrer. Y reconocemos nuestros fallos y debilidades, y tememos decepcionarte y fracasar. Infunde en nosotros ese espíritu de sabiduría y voluntad, para no desfallecer ni abandonar el camino por difícil que se nos ponga. Gracias por tu compañia y por la fuerza que nos infunde en el Espíritu Santo. En Él nos confortamos y nos llenamos de paciencia y esperanza.Amén.

lunes, 30 de noviembre de 2015

DESPIERTA E INQUIETA MI CORAZÓN PARA QUE PUEDA SEGUIRTE, SEÑOR



Uno de los peores y grandes errores, si no es el mayor, es pensar y creer que tú sólo te bastas para seguir al Señor. Y, más todavía, que puedes, por tus propias fuerzas, tener fe. Nada más imposible y disparatado, y propenso al fracaso que pensar así. La fe es un don de Dios, y será ella la que despertará la inquietud en tu corazón acomodado y endurecido por las cosas de este mundo.

Y se necesita, ineludiblemente, estar inquieto para buscar, pues quien no lo está no busca, ya que no necesita buscar. Sólo busca quien necesita. Así, la cierva busca agua para saciar su fe aun a riesgo de su vida. Por eso, Señor, hoy quiero, a comienzo del Adviento, pedirte esa Gracia: Dame fe e inquietud de buscarte todos los instantes de mi vida.

Despierta e inquieta mi corazón, Señor, para que pueda seguirte. Tal como hizo Andrés, Pedro, Santiago y su hermano Juan. Yo también, a pesar de mi pobreza, mis limitaciones, mis pecados y mis fracasos, quiero responder a tu llamada con un Sí que llene todo mi corazón y lo disponga a servirte como cuna para que nazcas dentro de mi y llenes toda mi vida.

Gracias, Señor, por todo lo recibido, pero quiero pedirte que me des la Gracia y la sabiduría de poner todo lo que me has regalado, gratuitamente, al servicio de todos los hombres y mujeres. Porque ese es tu Mensaje y para eso naces de nuevo cada día dentro de mí. Y porque eso será la consecuencia de seguirte, Señor. De tal forma que de no hacerlo mentiría si dijera que te sigo.

Y, Señor, me descubro pobre, limitado e incapaz de ser digno de tu amor y de ser discípulo Tuyo. Necesito tu Gracia para, en y por Ella, ser capaz de seguir tus pasos y vivir en tu Palabra cumpliendo tu Voluntad. Para eso, Señor, sin Ti no soy ni puedo nada. Amén.